domingo, 11 de diciembre de 2016

La tragedia de Calderón.- José Agustín Ortiz Pinchetti

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S
e cumplen 10 años de la guerra de Calderón: la mayor tragedia nacional contemporánea. Quizás es una tragedia para el propio Calderón. Como católico conservador, ¿tendrá fuertes sentimientos de culpa? No parece tener muchos escrúpulos al intentar relegirse vía la candidatura de su esposa. Si tuviera conciencia sensible, pesarían sobre ella cuatro pecados de peso completo:
1. Calderón es heredero del núcleo más ortodoxo del PAN, aquellos que dedicaron su vida a denunciar los abusos del PRI. Los que se creían conciencia moral de la nación. ¿Por qué aceptó ganar la Presidencia a través de un fraude? ¿Cómo explicarse la alianza de Felipe con Elba Esther en 2006? Gordillo actuó de operadora electoral para inducir el resultado a través de manipulaciones y fraudes. AMLO no fue la primera ni la última víctima. El PAN y otros contendientes tuvieron que afrontar la maquinaria del SNTE. Calderón retribuyó generosamente sus servicios a Elba Esther, al punto que una investigación reciente achaca a esta complicidad del fallido sistema educativo.
2. ¿Cómo explicarse que un hombre preocupado por su salvación eterna pudiera negarse al recuento de los votos en la elección de 2006, cuando la diferencia era insignificante (0.52) y había mil indicios de irregularidades? El recuento hubiera hecho avanzar a la democracia mexicana más que los innumerables parches legislativos.
3. Lanzar al Ejército Mexicano a una guerra contra el narco sin objetivos precisos. Es improbable que Calderón no hubiera previsto la tragedia que iba a provocar. El Ejército está entrenado para matar. Según cálculos serios, han muerto más de 200 mil personas, desaparecido 25 mil y hay 280 mil desplazados. Imposible medir los daños colaterales y los homicidios de inocentes, la destrucción de familias y de pueblos enteros. Calderón no pudo detener el tráfico de armas ni prever lo que sucedería cuando el Ejército y los narcos entraran en contacto con población inerme. Es oscura la motivación de Calderón, pero podemos especular que en una personalidad culpígena la conciencia de su ilegitimidad hubiera producido un desplazamiento hacia la destrucción.
4. La traición a su partido al apoyar en 2012 a Peña Nieto y al postergar a la señora Vázquez Mota. El libro El amasiato, de Álvaro Delgado, y los artículos de Villamil revelan numerosos indicios de esta felonía. Todo indica que Calderón careció de temple para resistir los efectos radiactivos del poder, que enferma, embriaga, enajena.
Twitter: @ortizpinchetti

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