miércoles, 10 de agosto de 2016

Pablo González Casanova: la educación no debe ser cultura de la servidumbre

La formación educativa no puede estar en manos de Televisa, señala Adolfo Gilly
Plantea González Casanova una reforma emancipadora y crítica
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Foro hacia la construcción del proyecto de educación democrática, organizado por la CNTEFoto Francisco Olvera
Laura Poy Solano
 
Periódico La Jornada
Miércoles 10 de agosto de 2016, p. 3
Ante un proyecto de globalización neoliberal que busca hacer de la educación una ‘‘cultura de la servidumbre’’, el ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Pablo González Casanova exhortó al magisterio a construir una verdadera reforma educativa que contemple una formación emancipadora y crítica, que defina con claridad dos principios rectores: los valores de la moral y la verdad, entendidos como la construcción de la defensa de lo colectivo por encima del bienestar individual, de la solidaridad y la cooperación, pero también de la crítica permanente de lo que ocurre y de aquello que lo genera.
En el primer Foro hacia la construcción del proyecto de educación democrática, convocado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), González Casanova reiteró su solidaridad con la lucha magisterial y señaló que el fracaso de la reforma educativa y su inviabilidad en diversos estados es resultado de un proceso histórico que ‘‘se da entre confrontaciones y negociaciones’’.
Por lo anterior, dijo el académico, ‘‘debemos pensar más profundamente para dar esa lucha mundial y tormentosa por una educación emancipadora, a sabiendas que la nuestra es contra la globalización neoliberal que empujan las corporaciones empresariales, militares, políticas y mediáticas’’.
Piden suspender la evaluación
Por su parte, el grupo de académicos que asesora al magisterio disidente se manifestó por la ‘‘suspensión inmediata’’ de todo el sistema de evaluación del desempeño docente, así como de sus consecuencias laborales y legales, tras considerar que se debe ‘‘eliminar el carácter punitivo, jerárquico y atentatorio de los derechos laborales’’ con que se aplica.
Ante profesores disidentes de varias partes del país, defensores de derechos humanos, sindicalistas, representantes de organizaciones sociales, investigadores, académicos, periodistas, legisladores y abogados laboralistas, Hugo Casanova Cardiel, profesor-investigador del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, leyó el posicionamiento suscrito por más de 10 expertos del sector educativo, en el que demandaron que ‘‘se suspendan o se dejen sin efecto todas las acciones punitivas que se han ejercido y se siguen ejerciendo en contra del magisterio’’.
Plantearon la urgencia de construir propuestas alternativas de evaluación con un carácter no punitivo fundado en el conocimiento ‘‘educativo, formativo, integral, participativo y democrático’’, tras considerar que la propuesta educativa presentada por el gobierno federal ‘‘ha resultado claramente fallida’’, pues en un lapso de cuatro años la política para el sector devino en conflicto que no sólo ha afectado la educación pública, sino también trastocó diversos ámbitos de la vida nacional.
Educación, misión del Estado
En el Centro de Convenciones del Centro Médico Siglo XXI, el profesor emérito de la UNAM Adolfo Gilly subrayó que la educación primaria y secundaria para toda la población es una ‘‘misión del Estado y una obligación de quienes gobiernan’’. Afirmó que la formación no es una ‘‘industria con capital, tampoco un comercio ni un sistema bancario y financiero. Por ello, la educación no puede estar en manos de Televisa y de quienes la manejan’’.
Tras reconocer la lucha magisterial y el esfuerzo de miles de maestros que han permanecido a la intemperie en los plantones, que han sufrido la cárcel o quienes han perdido la vida por la lucha magisterial, lamentó que sea necesario ‘‘todo esto para que hoy estemos aquí’’.
Recordó que la educación también es el vínculo emocional y social que se crea entre alumnos y maestro, porque los ‘‘sentimientos de fraternidad, solidaridad, libertad e igualdad se viven en el aula. Eso lo aprendemos en la Escuela Normal, que está bajo fuego’’.
Afirmó que no hay evaluación que pueda medir los muchos papeles que cumplen los docentes, quienes, dijo, ‘‘cubren ausencias, enseñan con su actitud, su vida y su conocimiento (...) la escuela debe ser el lugar educativo, pero también es el doble hogar. ¿Con qué evaluación van a medir esto?’’
Al respecto, González Casanova, en su ponencia titulada Hacia la educación que necesita la nación mexicana, advirtió que si se quiere que las negociaciones tengan éxito para el interés general, para la juventud, los trabajadores y los pueblos, se enfrentan dos elementos complejos: los derechos de los maestros como trabajadores, y quién educa, sobre qué educa y cómo lo hace.
Por ello, consideró indispensable presentar una propuesta donde se prepare a la niñez y juventud para tener una cultura general científica y humanista, en que sea determinante impulsar los valores de la moral y la verdad.
‘‘El proyecto habrá de precisar sin equívocos lo que se entiende por estos valores. Como valor central de la educación se entiende la moral de la lucha, de la cooperación, de la defensa del interés general frente al individualismo, al consumismo y los intereses particulares. Y por verdad se entiende una crítica permanente de la cultura de la servidumbre y un cuestionamiento constante de lo que se cree que pasa’’.
Agregó que es necesario recurrir a las escuelas normales superiores y universidades donde se aborden temas formativos, a fin de generar un programa de actualizacion en la enseñanza de las ciencias, las humanidades, las artes y la tecnología, que le permita a los 1.5 millones de maestros seguir su formación ‘‘sin presiones de ningún tipo’’.
Al mismo tiempo, dijo, se podría elaborar un ‘‘proyecto profundo’’ de la reforma de la educación a través de comisiones de trabajo en el que participen especialistas y docentes.
Sin embargo, detalló que también es necesario garantizar el respeto a la dignidad de los maestros, la defensa de sus derechos laborales y promover una cultura humanista, científica, artística y tecnológica, ‘‘y no sólo la apologética del mundo y el sistema que vivimos, sino la crítica y creadora de un mundo mejor, justo, libre y democrático’’.

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