miércoles, 10 de agosto de 2016

Las primeras damas azules

Marta Sahagún de Fox, Mónica Jurado Maycotte y Manuel Bribiesca. Foto: Gustavo Graf

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Los dos presidentes panistas que ha tenido el país, Vicente Fox y Felipe Calderón, han dejado una herencia de la que poco se habla. En ambos casos sus esposas han pretendido sustituir a sus cónyuges en la silla presidencial sin mayores méritos políticos o de liderazgo que haber ocupado el puesto de primera dama donde quedaron encantadas por las mieles del poder.
Ni Marta Sahagún ni Margarita Zavala llegaron a Los Pinos por méritos propios sino por una circunstancia política ajena a sus capacidades políticas o de gobierno. Tampoco ninguna de ellas fue elegida por voto directo para cargos de elección popular. Aunque Zavala ocupó un espacio legislativo fue a través de la vía plurinominal, es decir, por una negociación dentro de su propio partido y no por el sufragio.
En su momento Martha Sahagún fue la principal operadora política del presidente Fox con quien se casó al primer año de que llegaron a ocupar la residencia oficial. Entonces, de vocera pasó a ser la negociadora principal del gobierno con empresarios, gobernadores, líderes sindicales y dirigentes de partidos políticos  a quienes pasaban a la cabaña que mandó a remodelar dentro de Los Pinos,  antes de que llegaran a la oficina presidencial.
La primera dama hizo lo que quiso desde el corazón del poder presidencial. Tomó acuerdos que no le correspondían y enriqueció a sus hijos con el peor uso del nepotismo, consiguiéndoles contratos y negocios en la rama de la construcción o de la industria petrolera bajo la égida del presidente.
Sahagún se hizo adicta al poder sin responsabilidad. Cada una de sus acciones y decisiones repercutían en Vicente Fox y muchas de éstas afectaron directamente el curso del gobierno. Ejemplo claro de esto fue la relación cercanísima que tuvo con Elba Esther Gordillo quien le sacó provecho para enquistarse en posiciones privilegiadas de gobierno.
Pero cuando Martha quiso lanzarse como candidata a la presidencia, en su partido el PAN la detuvieron y el propio Vicente Fox se dio cuenta de la locura que esto representaba: que una mujer sin preparación política ni proyecto de Nación, sin sentido de la responsabilidad pública ni de la importancia de representar al Estado, llegara a ocupar la silla presidencial. Hasta ahí llegaron los sueños y las ambiciones de Martha Sahagún.
Años más tarde Margarita Zavala ha retomado la misma idea y las aspiraciones de Martha Sahagún y quiere ser la candidata presidencial del PAN para las elecciones del 2018.
A diferencia de Sahagún que quiso ser candidata presidencial de manera inmediata al terminar la administración de su esposo, Zavala esperó seis años para luchar por la candidatura presidencial pero con el apoyo fundamental de su esposo Felipe Calderón.
Pero si Calderón no hubiera sido presidente, Zavala no hubiera probado las mieles del poder presidencial y no tendría ninguna razón ni posibilidad de aspirar a ocupar la oficina principal de  Los Pinos.
Margarita Zavala aspira a representar al PAN en la contienda presidencial del 2018 sin experiencia política  importante porque aun cuando fue diputada, no tiene en su historial legislativo una sola propuesta que haya dejado huella política o de gobierno.
Pero dadas las condiciones de debilidad que hay entre las filas del PAN, es probable que Margarita Zavala sea la candidata presidencial pero sin mayores credenciales y experiencia de gobierno que haber sido la primera dama.
Y eso no garantiza que tenga la capacidad y el conocimiento suficiente para conducir un país tan complicado, difícil y violento como es ahora México, con el cual tampoco pudo su esposo Felipe Calderón.

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