jueves, 26 de mayo de 2016

Hillary Clinton violó reglas al usar correo privado en labores oficiales


Nueva York. Hillary Clinton violó las regulaciones del Departamento de Estado cuando encabezaba esa Secretaría al usar un sistema de correo electrónico privado para actividades oficiales según concluyó hoy una investigación interna, en lo que es un golpe más a su campaña presidencial y nutriendo la percepción pública de que la precandidata presidencial es poco confiable y deshonesta.
Hoy el inspector general del Departamento de Estado entregó un informe al Congreso -filtrado a los medios- donde afirma que Clinton “tenía una obligación” de consultar con los encargados de seguridad del Departamento de Estado sobre si podía “usar su cuenta personal de correo electrónico para llevar a cabo tareas oficiales”, que no lo hizo, que nadie lo autorizó y que además, esos funcionarios “no aprobarían su dependencia exclusiva sobre una cuenta de correo electrónico personal para conducir tareas del Departamento”.
El informe también señaló que ella violó regulaciones del Departamento al no entregar todos sus correos electrónicos antes de dejar el gobierno, y que utilizó indebidamente aparatos móviles no seguros para algunos de esos intercambios por correo electrónico.
Mientras tanto, procede por separado la investigación de este asunto por el FBI, el cual está más enfocado sobre el posible envío de documentación o información oficial clasificada (incluyendo unos 22 correos que la CIA posteriormente consideró como “top secret”), y que continua preocupando a la campaña de Clinton ante la posibilidad de que se formulen cargos criminales contra ella (aunque pocos creen que llegará a eso) y/o contra sus más altos asesores.
A lo largo de mas de un año desde que estalló esta controversia -cuando la Ap reportó sobre la existencia de su servidor y cuenta de correo privado- Clinton ha tenido que responder una y otra vez ante dudas sobre si violó la ley y vulneró material clasificado. El asunto ha perseguido y perjudicado a la ahora favorita para obtener la candidatura presidencial del Partido Demócrata casi desde el arranque de su campaña.
Desde el inicio Clinton había prometido que ella y su equipo cooperarían plenamente con las varias investigaciones en curso sobre el asunto, pero hoy se reveló que ni ella ni gente clave de su equipo accedieron a ser entrevistados por el inspector general.
A la vez, ella se ha visto obligada a cambiar sus respuestas más de una vez en el transcurso de estas investigaciones. Al inicio descartó el asunto como algo insignificante que se había inflado por motivos políticos en su contra, solo para después conceder que fue un “error” y que aunque no violó ninguna ley y nunca trasmitió material clasificado, no haría lo mismo hoy día.
Pero después de que fue obligada a entregar aproximadamente 30 mil de sus correos a los investigadores, varios de los cuales se han hecho públicos con la excepción de varios que posteriormente fueron designados como clasificados, se reveló que tal vez cientos sí contenían información clasificada. Aunque supuestamente no lo eran cuando los trasmitió, y solo fueron clasificados posteriormente, esto sólo ha nutrido la controversia.
Mientras tanto, señalan algunos críticos políticos como defensores del principio de transparencia oficial, el uso de correo electrónico privado por funcionarios públicos es siempre percibido como un esfuerzos para evadir toda solicitud, tanto de otras partes del gobierno como del público a través de la ley de “libertad de información”, de documentos públicos.
Algunos preguntan dónde están las diferencias en lo que hizo Clinton con lo que han hecho varios filtradores de información acusados y perseguidos judicialmente por un manejo indebido de información oficial clasificada.
Por ahora, las otras investigaciones procederán y con ello, este flanco de Clinton se mantendrá vulnerable ya que una parte de la estrategia de Donald Trump y otros republicanos incluye enfatizar la falta de “confiabilidad” de Clinton.
Hoy voceros de Clinton buscaron minimizar el informe, señalando que el inspector general indicó que detectó varias fallas en los protocolos y regulaciones de ciber-seguridad del Departamento de Estado que necesitan modificarse, y que otros secretarios y altos funcionarios de Estado hicieron cosas parecidas a la de ella. Pero eso se percibe como otro intento más de “control de daños” por una figura con un nivel de credibilidad muy bajo.
Clinton ya de por sí sufre de una percepción ampliamente negativa entre el electorado según las encuestas más recientes, y sólo tiene de consolación de que Trump es visto un tantito peor que ella. En la encuesta más reciente de CBS News/New York Times, un 64 por ciento de votantes empadronados opina que Clinton no es honesta ni confiable, con solo un 32 por ciento diciendo que sí (la cifra es casi idéntica para Trump).
De hecho, en esa misma encuesta Trump y Clinton comparten algo más: muchos más votantes (casi por dos a uno) los ven negativamente que favorablemente -el “rating” desfavorable de ambos es el más alto en las encuestas de CBS desde que primero se incluyó la pregunta en 1984.

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