sábado, 27 de febrero de 2016

El fracaso de la nueva generación del PRI

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En el ocaso del primer sexenio del PAN en Los Pinos (2005), Roberto Madrazo, entonces, presidente del PRI externaba en diversas entrevistas periodísticas que el Revolucionario Institucional se estaba renovando con “jóvenes” que poco tenían que ver con el pasado represor y de corrupción que los sacó de la Presidencia de la República en el 2000. El tabasqueño mencionaba a dos priístas que representarían al tricolor en las elecciones veraniegas para gobernador en el Estado de México y en Coahuila. Madrazo se refería a Enrique Peña Nieto y a Humberto Moreira —políticos nacidos en 1966—. Ambos personajes llegaron sin contratiempo a las gubernaturas que se disputaban en el aquel lejano 2005.
Los gobiernos de Peña Nieto y de Moreira no tuvieron problema alguno con la oposición ni con su respectivo Congreso, dándoles el margen suficiente para hacer del ejercicio del poder un cheque al portador en su beneficio. Tener a la oposición a raya, así como tener de su lado a los medios de comunicación locales y nacionales les permitió posicionarse en todo el país de cara a la sucesión presidencial del 2012.
No obstante, la realidad que se vivía en Coahuila y en el Estado de México eran diametralmente distintas a las palabras que había externado Madrazo sobre la visión moderna en el ejercicio del poder de sus ahora gobernadores, quienes a lo largo de su administración buscaban llegar a la contienda por Los Pinos. Los levantones, la violencia, la pobreza, así como las constantes sospechas de corrupción en ambas administraciones eran latentes.
En la Comarca Lagunera, en especial en Torreón, Coahuila, la guerra entre Los Zetas y el Cártel de Sinaloa evidenció la falta de oficio para gobernar por parte de Humberto Moreira convirtiendo esta zona del estado en tierra de nadie. En el Estado de México la situación era similar, principalmente, en los municipios ubicados en la zona oriente.
Ecatepec, Nezahualcóyotl, Chalco y Valle de Chalco, se habían convertido en centros de batalla a consecuencia de la presencia de la naciente Familia Michoacana y demás agrupaciones del crimen organizado, quienes se disputaban el territorio.
Pese a que la realidad rebasaba el discurso modernizador de los jóvenes políticos priistas, éstos entendieron que la mejor forma de posicionarse y verse como redentores de su partido y demócratas era por medio de una alianza con las grandes televisoras y algunos de los principales periódicos de circulación nacional, dejando en claro que no trabajarían para remediar lo que ocurría en sus entidades. Es así que las administraciones de Peña Nieto y Moreira invirtieron millones de pesos en su imagen mediática para callar las críticas sobre lo que ocurría y dejar ver a la opinión pública que el PRI se había renovado.
La inercia de esta estrategia llevó al Revolucionario Institucional a apostar por caras jóvenes en las elecciones intermedias del 2009 y para la renovación de gubernaturas en el 2010. Es así que Rodrigo Medina, quien tenía 36 años, contendió por Nuevo León; Javier Duarte, 36 años, fue por la gubernatura de Veracruz; Miguel Alonso, ex perredista, 38 años, por Zacatecas y Roberto Borge, 30 años, por Quintana Roo.
Las cuatro gubernaturas las ganó el PRI. Esas victorias fortalecían a Peña Nieto, quien para ese momento ya era el puntero en la carrera presidencial por su partido, dejando a Humberto Moreira atrás, no obstante, en la opinión pública y la opinocracia periodística se percibía que el relevo generacional en el PRI era positivo.
Invertir dinero en imagen pública y seguir el modelo de comunicación de Peña Nieto al pie de la letra por parte de los jóvenes gobernadores no erradicó los múltiples problemas que imperan en Nuevo León, Zacatecas, Veracruz y Quintana Roo.
Hace unos meses el PRI perdió la gubernatura de Nuevo León, ya que el gobierno de Rodrigo Medina decepcionó a la población al no poder contener la violencia en los primeros años de su administración, además de no ser capaz de mejorar la calidad de vida de los nuevoleoneses, Medina ha sido acusado de desfalcar las finanzas públicas de su entidad para beneficiar a su familia.
En Zacatecas el gobierno de Miguel Alonso está acusado de actos de corrupción, nepotismo y de incrementar la deuda pública de forma considerable. Los gobiernos de Javier Duarte y Roberto Borge en Veracruz y Quintana Roo, respectivamente, comprueban que los dichos por Roberto Madrazo en 2005 carecen de sentido alguno, pues este par de mandatarios han vulnerado el Estado de derecho desde el poder.
Tanto Duarte como Borge han permitido que a lo largo de su administración se violente la libertad de expresión, así como también se atente contra periodistas. Además, en el caso de Duarte hay acusaciones de que Veracruz se encuentra en la quiebra, a ello hay que aunarle que las finanzas de la Universidad Veracruzana están a punto de colapsar, ya que el gobierno del priista no ha destinado la partida presupuestal que le corresponde a la UV. Por si esto no fuera suficiente Duarte mandó reprimir una protesta de jubilados, quienes sólo exigían el pago de su pensión.
El hilo conductor entre, los todavía gobernadores, con el Presidente de la República y con el ex gobernador de Coahuila son las múltiples acusaciones de corrupción, de desfalcar las finanzas públicas, el endeudamiento de la población y los excesos personales desde el poder, dejando en claro que la nueva generación de priistas no son estadistas ni demócratas, son, en todo caso, la continuación del modelo instaurado por Hank González: “Un político pobre, es un pobre político”.
#DESDELAREDACCIÓN. Al igual que en el 2004 Jorge G. Castañeda se sube al barco de los independientes para contender por la Presidencia de la República en 2018. Su destape en el marco de la presentación de su libro Sólo así: por una agenda ciudadana independiente, en la Feria del Libro del Palacio de Minería no sorprende a nadie, lo que llama la atención fue el apoyo del ex líder estudiantil del 68 y 71 Joel Ortega Juárez, quien pierde de vista que Castañeda, apropósito de la entrega de la semana pasada, es un disidente partidista quien en su juventud fue comunista, en los noventa perredista y panista en el 2000, con base en sus intereses personales y no ideológicos.
El autor de estas líneas cuestionó al ex líder estudiantil y también articulista de Milenio sobre su apoyo al ex canciller foxista, éste aseguró que el respaldo obedece al hartazgo de la partidocracia y que Castañeda representa un cambio. Ante dicho argumento el titular de este blog reviró los dichos por Ortega Juárez manifestando que el autor de Sólo así, carece de un discurso rupturista con el PRI, el PAN y el PRD, además de que carece de un proyecto de nación.
Para el autor de estas líneas Jorge G. Castañeda no es una opción de cambio, así como tampoco tiene las características políticas y discursivas de líderes globales como Pablo Iglesias y Bernie Sanders, quienes sí son verdaderos agentes de cambio.
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