domingo, 18 de enero de 2015

Regalo .- José Agustín Ortiz Pinchetti


U
na vez al año, durante enero, envío una nota a mis amigos. Mis lectores son amigos invisibles y forman conmigo una tertulia: he decidido mandarles el mensaje a todos ellos.
Queridos amigos: El oscuro viento del norte está aquí y cumple el rito anual: barre nuestros cotejos entre los sueños que tuvimos a principios de 2014 y las realizaciones que constatamos en diciembre. ¿No les parece patético ver cómo los empleados de limpieza retiran los árboles de Navidad más resecos que nunca?
Les envío una reflexión de un profesor maya: en su cultura, las personas no se felicitan por el año nuevo: incierto sacbé (camino) que se extiende como una hoja en blanco frente a nosotros. Ellos celebran el tramo ya cumplido y el hecho de que han sobrevivido. ¡Tienen razón! Brindemos porque estamos vivos y están vivos aquellos a quienes amamos. ¡Aún tenemos tiempo de mostrar cuánto y cómo los amamos!
Un pequeño regalo posnavideño: el deslumbrante poema de Paul Éluard sobre la esperanza del renacimiento, tan desesperadamente necesaria para nuestro atribulado país.
El Ave Fénix
Soy el último en tu camino
la última primavera y última nieve
la última lucha para no morir.
Y henos aquí más abajo y más arriba que nunca.
De todo hay en nuestra hoguera
Piñas de pino y sarmientos
Y flores más fuertes que el agua
Hay barro y rocío
La llama bajo nuestro pie la llama nos corona
A nuestros pies insectos pájaros hombres
Van a escaparse
Los que vuelan van a posarse.
El cielo está claro la tierra en sombra
Pero el humo sube al cielo
El cielo ha perdido su fuego.
La llama quedó en la tierra.
La llama es el nimbo del corazón
Y todas las ramas de la sangre
Canta nuestro mismo aire
Disipa la niebla de nuestro invierno
Hórrida y nocturna se encendió la pena
Floreció la ceniza en gozo y hermosura
Volvemos la espalda al ocaso
Todo es color de aurora.

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