martes, 31 de diciembre de 2013

TRAICIONES: FISCALIDAD Y “PACTO POR MÉXICO” por Pedro Salmerón Sanginés *

Es difícil ser civilizado y fraterno con un traidor como Fernando Belaunzarán



TEXTO LEÍDO EN EL DEBATE PÚBLICO CON FERNANDO BELAUNZARÁN, DIPUTADO FEDERAL DEL PRD, EL 14 DE DICIEMBRE DE 2013.
1. Partidos y diputados de partido
Las tres grandes funciones de los partidos políticos son la expresión, la canalización y la comunicación, de las que se derivan otras funciones y características. Los partidos son conductos de expresión: “son un instrumento, o una agencia, para representar al pueblo al expresar sus exigencias.” No se desarrollaron para comunicar al pueblo los deseos del gobierno sino al revés: se convirtieron en conductos para articular, comunicar y ejecutar las exigencias de los gobernados.
Los sistemas formalmente democráticos tienen diversas estructuras para dar voz a las minorías. En México el mecanismo, creado en 1963, es el de los diputados de partido, transformados en plurinominales desde 1977. Es falso que a los plurinominales nadie los vota; los elegimos todos los que votamos por un partido y por ello tienen una responsabilidad mayor: están obligados a llevar al congreso la plataforma y los principios jurados por ese partido. Los plurinominales de hecho reciben más votos que los uninominales, que están vinculados a los electores de su distrito.
La democracia occidental está concebida como un modelo que permite a las minorías convencer a las mayorías de que se respeten sus derechos (pues no hay derechos inherentes al ser humano, sino derechos históricos, que se obtienen). Lo contrario, la dictadura de las mayorías, se llama fascismo o nazismo. Sus elementos ideológicos clave se derivaban en la condena de la alteridad: la alteridad de género de los homosexuales y las mujeres que no aceptaban su condición sometida; la alteridad social de los criminales; la alteridad política de los anarquistas, comunistas y “subversivos”; la alteridad racial de los judíos y los pueblos colonizados. (Todos eran “degenerados”.)
En virtud de ese principio es que felicitamos al diputado Fernando Belaunzarán por aceptar someterse a un escrutinio sobre su actuación como representante popular a la luz de los principios que, ante nosotros, sus electores, él se comprometió a defender. Empecemos, si les parece, con su voto a favor de la llamada reforma fiscal.
Ex consejero universitario de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM
Ex consejero universitario de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM
2. Lo planteado por el PRD
En las propuestas 295 a 307 de la plataforma electoral que el PRD registró ante el IFE para las elecciones federales de 2012, se presenta su política hacendaria. ¿Cuál es, en líneas generales? Las dos primeras dicen así:
295. Cambiaremos la actual política económica. Habrá crecimiento a partir del impulso a las actividades productivas y no se continuará privilegiando la especulación financiera.
296. Realizar una profunda y verdadera reforma hacendaria, basada en los principios de equidad y progresividad; establecer mecanismos de tributación modernos que permitan lograr mayor eficacia y aumentar la captación; adoptar una política de ingreso y gasto público que promueva el crecimiento económico, la generación de empleos, el mejoramiento del salario real y realice obras de infraestructura productiva y social.
Ustedes aseguran, Fernando, que la llamada reforma fiscal va exactamente en ese sentido. Sin embargo, sus numerosos críticos han señalado lo contrario. Antes de revisar someramente esa crítica, me parece necesario señalarte que se han usado (tú las has usado) dos falacias contra los críticos de esta reforma en particular y en general contra los críticos del paquete de reformas previstas en el pacto por México (es decir, las “reformas estructurales” dictadas por la OCDE, como señaló cínica y correctamente José Ángel Gurría a propósito de la reforma educativa): la primera es que somos conservadores por oponernos al cambio. Eso es falso de toda falsedad, puesto que el proyecto presentado por Morena en 2012 señala las profundas y necesarias transformaciones que el país requiere. La segunda falacia consiste en la  identificación de todos cuantos se oponen a una medida en un mismo paquete, lo que es un sinsentido —sinsentido que elimina la posibilidad de disidencia y divergencia— que ni siquiera merece discutirse.
Ahora bien: ¿qué señalan algunos críticos de la llamada reforma fiscal? Que lo que aprobaron ustedes conserva los privilegios del 1 por ciento de los mexicanos que poseen las grandes fortunas. Consiguieron mantener la figura de la consolidación fiscal, gracias a la cual los más ricos pagan menos impuestos (porcentualmente) que el restante 99 por ciento  de los mexicanos. ¿Qué es la consolidación fiscal? Es un mecanismo previsto por la ley del ISR que autoriza que las empresas se agrupen en una sociedad controladora o holding, a fin de que sean considerados como una sola compañía. Cada empresa del grupo debe determinar sus utilidades o pérdidas individualmente. Las pérdidas que tengan algunas se matan contra las utilidades del mismo grupo. De esta manera muchas disminuyen o eluden el pago de impuestos. La ley también les permite diferir el pago de impuestos hasta por cinco años. De acuerdo con información reunida por la senadora Dolores Padierna, actualmente hay 422 grupos que representan a un total de 4 mil 850 empresas que gozan de este régimen. En 2012, sólo 30 de esos grupos difirieron el pago de 127 mil millones de pesos.
Aunque se anunció que se eliminaría ese esquema, los críticos de la reforma señalan que sólo cambió de nombre: ahora se llamará régimen opcional de grupos de sociedades, y en lugar de permitir cinco años para diferir impuestos, serán tres. La reforma, pues, carga la mano a las clases medias y no reduce ni limita los vergonzosos privilegios de los más ricos. Si esto es así, la llamada reforma fiscal es contraria al espíritu de la plataforma electoral del PRD y a cualquier posición de izquierda.
3. El “pacto por México”
Más allá de ello, ¿por qué firmó Jesús Zambrano —a título personal, según dijo Alejandro Sánchez Camacho en su momento— el “pacto por México”?, ¿por qué el PRD dejó pasar tanto tiempo para salirse del “pacto”? El pacto, como señala Pedro Miguel, puso el marco formal en el que
[…] se ha operado una afectación mayúscula a la legislación laboral, se ha urdido la entrega del espectro radioeléctrico a corporaciones extranjeras, se ha dado manga ancha a las trasnacionales financieras para que expolien a placer a sus clientes y se ha establecido un aparato fiscal que multiplicará el saqueo a los causantes pequeños y medianos, y que mantiene el margen necesario de discrecionalidad para seguir perdonando impuestos a las personas físicas y morales acaudaladas.
[…] del primero de diciembre de 2012 al primero de diciembre de 2013 el gobierno no ha hecho frente —y mucho menos resuelto— ninguno de los problemas nodales del país: la desigualdad, la pobreza de las mayorías, el estancamiento económico, el desempleo, la corrupción galopante y la seguridad pública que el calderonato dejó en pedacitos.
Ése es el gobierno con el que han elegido aliarse, Fernando; al que sirvieron como eficaces aliados durante un año entero. Gracias a la alianza que firmaron ustedes y a los resultados de su alianza, las reformas que más importaban al grupo gobernante se aprobaron con inusitada rapidez, sin escuchar las voces disidentes —salvo las de la derecha y los empresarios—, permitiendo que, antes de cumplir los trece meses de su mandato, Enrque Peña Nieto y sus cómplices aprobaran sin debate la que más les interesa: la reforma energética, la entrega de nuestros recursos a las más rapaces y depredadoras empresas transnacionales.
Desde el 12 de agosto, cuando Enrique Peña Nieto la anunció en cadena nacional —con una gran mentira de por medio— estaba muy claro el sentido de la reforma y, sin embargo, ustedes se mantuvieron en el llamado pacto y contribuyeron a la acelerada aprobación de las reformas previas. De ninguna manera pueden llamarse a engaño, porque no fue el 12 de agosto de 2013, sino el mismísimo 2 de diciembre de 2012, cuando Jesús  Zambrano firmó el mal llamado “pacto por México”, que en sus compromisos 54 a 57 establece que se realizará una reforma energética que buscará la “atracción de inversión”, se transformará a Pemex en una “empresa pública de carácter productivo” para “crear un entorno de competencia en los procesos económicos de refinación, petroquímica y transporte de hidrocarburos sin privatizar las instalaciones de Pemex”.
Justo eso es lo que hizo la reforma que está por aprobarse en los legislativos locales, a menos que lo impidamos en las calles. Al firmar esos compromisos, ustedes dieron la espalda a sus principios programáticos, a su plataforma electoral (la que yo voté al votarte a ti). Según el diccionario, la traición es una “falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener”. ¿Nos equivocamos, Fernando, al señalarnos como traidores?

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