martes, 12 de noviembre de 2013

MORENA, la expectativa





Jorge Canto Alcocer

A partir del indiscutible liderazgo moral y político de Andrés Manuel López Obrador, el Movimiento de Regeneración Nacional se ha convertido ya en un partido político. Justo cuando el PRD arría las banderas de la democracia y la movilización popular, y se convierte en un organismo agonizante, plenamente al servicio de la elite oligárquica que nos domina, el MORENA emerge al escenario de la lucha política para representar la única opción real de oposición y resistencia frente al terrorismo del Estado neoliberal.
El logro es de felicitarse, pues se ha conseguido en abierta confrontación con el aparato estatal, los medios de comunicación dominantes y las formaciones políticas colaboracionistas, en particular el PRD. Andrés Manuel confirma nuevamente su formidable liderazgo, producto de una carrera política congruente, vertical, intachable. Sin embargo, no es posible echar las campanas al vuelo, pues el ambiente de nuestro país está sumamente enrarecido, y las amenazas y los intentos de cooptación tendrán ahora al nuevo partido como destinatario principal.
El apego de López Obrador por la democracia es auténticamente conmovedor, toda vez que ha superado cuatro fraudes electorales, dos en su natal Tabasco y los otros dos en las últimas contiendas presidenciales. ¿Se observa un futuro diferente a la distancia? De ninguna manera: todas las señales indican que en el corto plazo, a la dictadura del PRIAN se le ha adherido el PRD “Chucho”, al menos durante el breve tiempo que le resta de vida. De esta forma, la conformación del IFE y la nueva reforma política tenderán seguramente a privilegiar a los partidos en el poder, así como a cerrarle el paso o disminuir en lo posible la influencia y los espacios para agrupaciones nuevas, las que, además, sólo pueden nacer en condiciones controladas, anacrónicas, anti-democráticas y anti-populares.
De hecho, la política de convenciones estatales, a la que MORENA tuvo que ceñir el inicio de su vida interna, es profundamente contraria a las nuevas manifestaciones sociales, a los nuevos usos políticos. Se presta al acarreo, al clientelismo y a la simulación. En este contexto, las dificultades por las que atravesó el Movimiento para “legalizar” algunas de sus convenciones fueron importantes, y en ciertos casos las alianzas con algunos actores políticos no fueron lo transparentes que hubiera sido deseable.
Como lo hemos sostenido en este espacio desde hace varios años, del mismo modo que muchísimos analistas a nivel internacional, consideramos que la sociedad mexicana, como buena parte del mundo, cursa en el momento actual por una aguda crisis que llevará más temprano que tarde a una serie de transformaciones políticas, económicas y sociales de gran envergadura. Los antiguos usos y las formas de comunicación tradicionales se van convirtiendo en piezas de museo, mientras la mayoría de las personas críticas y conscientes experimentan con nuevos modos de organización y nuevos discursos. En este contexto, MORENA nace de forma híbrida, ya que si bien ha recogido la adhesión de una enorme diversidad de movimientos sociales, también lo es que se han generado algunos rechazos y prevenciones entre los grupos más avanzados, sobre todo en los sectores más jóvenes y mejor formados del país.
En las graves condiciones por las que atraviesa nuestra sociedad, el advenimiento de MORENA como partido político es indudablemente una buena noticia, pero el tamaño del compromiso, la magnitud de la expectativa, es de llamar la atención. ¿Habrá logrado MORENA superar los candados anti-democráticos creados por los partidos corruptos y validados por el IFE, y se habrá mantenido como una organización popular? ¿Tendrá la fortaleza para superar los “cañonazos” que disparará el poder? ¿La tendrá para enfrentar la abierta y creciente represión, denunciando con vigor todos los abusos gubernamentales, sin poner en riesgo la vida de sus militantes? El ominoso asesinato del alcalde michoacano Ygnacio López Mendoza, y la agresiva escalada de la violencia política en Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Chiapas, Veracruz y los que se acumulen, nos impiden un optimismo sin parapetos.

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