miércoles, 9 de octubre de 2013

Vivir en los tiempos el cinismo en la impunidad.



Maestra en cinismo
Por: Salvador Camarena - octubre 8 de 2013 –
Dice la RAE que cinismo significa “desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”. Lo que no dice la Academia de la Lengua, no al menos en su versión online, es que es una conducta contagiosa y expansiva, y que quienes la practican llegan al extremo de poner a prueba todos los límites de la imaginación. La última exponente de esta conducta es ni más ni menos que la directora de un kínder. Sí, la directora del jardín de niños que fue grabada mientras humilla y maltrata a un infante que es prácticamente un bebé. Eso ocurrió, como ya se sabe, en la colonia Nápoles, es decir, en el corazón de la Benito Juárez, demarcación donde autoridades y habitantes gustan de presumir que su nivel de desarrollo humano es comparable con el de potencias europeas. Todos vimos, con un nudo en la panza, el video de la señora Elena López cometiendo su atrocidad. La educadora (es un decir) grita y zarandea a la criatura. Justo es reconocer que tras ver la grabación a cualquiera le dan ganas de pagar a doña Elena López con la misma moneda, tomarla de los hombros y gritarle: “¡espabílate, estás viva, es un niño, no puedes joderle así su tranquilidad!”. Doña Elena López sí sabe lo que hizo, pero lo que pasa es que es una cínica. En vez de ofrecer una disculpa por su actuación, difundida urbi et orbi a través de las redes, ha recurrido al viejo truco de intentar zafarse de la responsabilidad haciéndose pasar por la víctima en esta historia. Esto le dijo a El Universal: “Elena López, en breve entrevista para este diario, afirmó que no golpeó al menor y que el video está fuera de contexto. ‘No lo agito, le digo que se mueva y me muevo yo también (…) le digo que se espabile, que se mueva y que está vivo’”. Leer para creer, ahora resulta que el video fue armado. Sin embargo, no podemos culpar del todo a doña Elena López. Si es una mexicana de su tiempo, es decir si ha visto cómo actúan políticos, curas y empresarios mexicanos, entonces cree que puede emular a esas figuras públicas y salirse con la suya recargándose en el cinismo que se ve por doquier. Porque hoy es la señora López, pero apenas hace dos semanas, fue Inti Muñoz, el encargado de la autoridad del Centro Histórico del Distrito Federal, quien luego del atentado en contra de la escultura de Carlos IV conocida como “El Caballito”, dañada al ser “restaurada” por una empresa poco conocida, se salió por la tangente, no asumió responsabilidad alguna –su oficina encargó el trabajo de restauración— y dijo que todo se debía a una “descoordinación administrativa” con el INAH. Tal cual. Así que estimado lector, si por decisiones suyas se desfigura parte del patrimonio nacional, la receta es fácil: minimice, culpe de todo a una falla administrativa. Y listo. O si en cambio todo mundo ve que en la marcha del 2 de octubre hubo policías vestidos de civil deteniendo y golpeando, si circulan videos y denuncias de tales hechos, si es una realidad innegable como el sol, no se apure, si usted es el Secretario de Gobierno del Distrito Federal, y para todo efecto la cara visible de Miguel Ángel Mancera en el tema de las marchas, cuando llegue la prensa y le pregunte que quiénes eran esos señores fuera de toda norma, usted ni se inmute ni se preocupe: minimice los hechos y prometa una investigación. Eso, ni más ni menos, hizo Héctor Serrano la semana pasada ante el escándalo ante la aparición de estos émulos de halcones del gobierno capitalino en, ni más ni menos, la marcha del 2 de octubre. ¿Le seguimos? Ahí está el director del Fondo Nacional de Desastres (Fonden), José María Tapia Franco, que no ha tenido la mínima vergüenza de renunciar a su cargo luego de que prefirió seguir su festejo en Las Vegas durante el puente patrio, mientras medio país se ahogaba y lo mínimo que se tenía que hacer era preparar la ayuda del Fonden. O el alcalde Luis Walton, que se asume como víctima y no como autoridad al pretextar que nadie la avisó la magnitud de las lluvias que se avecinaban con la tormenta “Manuel”. Y antes que ellos atestiguamos el “me hackearon la Blackberry” del delegado Mauricio Toledo, o el caso del Diputado wawis Rubén Escamilla, grabado recibiendo favores sexuales de una empleada –supuestamente a cambio de una plaza— cuando era delegado de Tláhuac, o el hoy Diputado verde Arturo Escobar y la maleta llena de efectivo en una víspera electoral en Chiapas, o el cardenal Norberto Rivera fingiendo amnesia en el juicio por protección a un cura pederasta en la corte de Los Ángeles… Estoy seguro de que a estas alturas ustedes tienen en la memoria un largo etcétera sobre casos similares. La maestra del kínder salió buena alumna de muchos líderes de este país: con sus declaraciones se graduó con honores en la materia de cinismo. Si lo único milagroso es que a estas alturas no haya declarado que fue el niño quien la agredió y ella la que tuvo que defenderse. Pero es demasiado pronto para descartar que doña Elena López diga eso. Peores cosas tenemos en nuestra galería de cínicos.

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