jueves, 16 de mayo de 2013

Huelga de hambre



Madres de desaparecidos piden sólo “10 minutos” a Peña. Foto: Marcela Turati
Madres de desaparecidos piden sólo “10 minutos” a Peña.
Foto: Marcela Turati
MÉXICO, D.F. (apro).- Uno de los últimos recursos que tiene la sociedad civil para manifestarse y exigir justicia es la huelga de hambre. Después de esta sólo quedan la inmolación, el desangrado o el suicidio, que al final son decisiones que suelen tomarse cuando la esperanza también ya murió.
En México ha habido casos de todas estas decisiones de protesta ante autoridades que desde la indolencia se quedan observando cómo se desgastan dichas manifestaciones, doblegando así la voluntad de quienes piden respeto a sus derechos.
El pasado 9 de mayo una decena de mujeres y un par de hombres decidieron iniciar una huelga de hambre frente a las modernas instalaciones de la Procuraduría General de la República para exigir una entrevista con el presidente Enrique Peña Nieto y demandarle que asigne a un responsable que se encargue de investigar el paradero de sus familiares desaparecidos en los recientes años.
El lugar donde instalaron una serie de campañas es la lateral de la avenida Reforma, una de las vías más turísticas de la ciudad de México, a unas cuadras del famoso Ángel de la Independencia, de la Bolsa Mexicana de Valores, de la embajada de Estados Unidos y de muchos edificios de oficinas de empresas internacionales.
Por esa calle caminan todos los días cientos de turistas extranjeros y nacionales que son atraídos al pasar por las casas de campaña tapizadas con las fotos de mujeres y hombres desaparecidos en distintos puntos del país. Sus rostros muestran una enorme incredulidad cuando escuchan historias espeluznantes de desapariciones forzadas a manos de grupos criminales, pero también de autoridades policiales.
Quizá esta exhibición pública de la indolencia gubernamental sea una de las cosas que más molestó al procurador Jesús Murillo Karam, que hasta una semana después se dignó hablar con el grupo en huelga de hambre y les dijo que estaba dispuesto a dialogar con ellos.
Pero lo que los familiares de desaparecidos quieren es hablar directamente con Enrique Peña Nieto para exigirle que cumpla su palabra de resolver sus casos, como se empeñó en afirmarlo cuando era candidato y luego al tomar posesión con presidente de la República.
Alicia Trejo, Atanacio Rodríguez, Ana María Maldonado, Dolores Rodríguez, Érica Montes de Oca, Nancy Rosete, Margarita López y Olga Reyes ya muestran los efectos de no tomar alimento en siete días: alteraciones en la presión sanguínea, dolores de músculos que van perdiendo proteínas, neuralgias, calambres, frío, etc.
A pesar de todo esto, mantienen su voluntad de seguir en ayuno permanente hasta que logren hablar con Peña Nieto y exigir justicia para sus esposos, hermanos, hijos desaparecidos forzadamente por el crimen organizado y autoridades policiales.
La decisión que tomaron no fue a la ligera, sino que llegó hasta que vieron con enojo, molestia y rabia que las nuevas autoridades del gobierno peñista no tenían interés ni capacidad para atender este grave problema de miles de desaparecidos en todo el país.
Hace un mes, en la secretaría de Gobernación, una funcionaria de segundo nivel con el nombre de Macarena Velázquez los insultó diciéndoles que eran unas malagradecidas porque no valoraban el esfuerzo que estaban haciendo para atenderlas. Que por culpa de ellas y ellos no dormía.
Luego, se enteraron que en la policía federal habían designado a Fernando Bernal García como responsable para atenderlas. Él es un técnico en herramientas egresado del Politécnico, con una recomendación de la CNDH 2/ 2007 por un caso de tortura ante la señora María de los Ángeles Balncarte.
El 9 de mayo el grupo decidió ponerse en huelga de hambre frente al moderno edificio de la PGR en la avenida Reforma. Lo hicieron conscientes de llamar la atención y no verse arrumbadas en las calles donde está la secretaría de Gobernación o arrinconadas en una esquina lejana de la residencia presidencial de Los Pinos.
Una semana después siguen ahí, en la banqueta, frente al acceso principal del edificio donde se procura la justicia, sin tomar alimentos, esperando que alguien no solo las escuche sino que resuelva sus casos como se los prometieron los nuevos gobernantes encabezados por Enrique Peña Nieto.
Twitter: @GilOlmos

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