viernes, 29 de marzo de 2013

Jesús Ortega justifica sus negocios y cochupos... #Chuchos


Los inútiles


Ahora que el presidente del PRD firmó en diciembre pasado el Pacto por México, se ha renovado el debate acerca de si la izquierda debe o no participar —aun sin estar en el gobierno— en acciones políticas de construcción de reformas que contribuyan al avance democrático del país.

A la luz de la experiencia, parecería inútil regresar a esa discusión, dado que en los 24 años de existencia del PRD, la izquierda ha podido avanzar —como nunca había sucedido— gracias, precisamente, a una acertada estrategia de impulso de cambios y reformas a la estructura social y política en el país y a su entramado legal y constitucional.

Sin embargo, esta obviedad sigue siendo no entendida por un sector de la izquierda —refugiada en La Jornada y en Morena— que continúa desde una hipócrita “verborrea insurreccional” criticando todo esfuerzo reformista.

Digo hipócrita verborrea, porque estos “insurreccionales” participan en las elecciones, son legisladores; hacen, con la “discreción debida”, acuerdos con el gobierno; llevan a cabo alianzas electorales con el PRI, luchan —aquí sí denodadamente— por su tajada del presupuesto (generosas partidas a los municipios que gobiernan y desde luego por la publicidad que paga el Ejecutivo); son parte de gobiernos estatales y municipales para.… después de todo ello y con supuestos “principios por delante”, vociferar contra el Parlamento, denostar todo acuerdo público entre los partidos políticos, votar en contra cualquier reforma, así sea la educativa que termina con el imperio de Elba Esther; sea la de telecomunicaciones que termina con el imperio de Televisa y con los monopolios; sea para terminar con el abuso, que del fuero constitucional hacen funcionarios y representantes; sea la que limita facultades al Ejecutivo, etcétera, etcétera.

Si no quieren reformas como las mencionadas, ¿qué es lo que quieren en realidad? Difícil saberlo, si como único postulado que pregonan, es el de ser considerados en el escenario político del país como la “oposición extrema”.

¿Son dirigentes políticos que pugnan por transformaciones profundas y cambios progresistas para México?

¡No en los hechos!

Y no lo son porque su quehacer los aleja más y más de todo espacio para el diálogo que es elemento consustancial a la política. 

No lo son, porque el NO por sistema carece de propuesta alternativa y quien carece de propuesta no podrá convertirse en poder alternativo.

En realidad, estos “insurreccionales de la oposición extrema” son como balanza de un sólo brazo, es decir: algo absolutamente inútil.

¿Predicadores, inconformes, desesperados, desesperanzados? ¡Quizás!

Pero políticos de izquierda que influyen en los cambios sociales, que los determinan, que los hacen posibles. ¡Eso no son!

Seguirán siendo la inútil “oposición extrema”.

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