viernes, 30 de marzo de 2012

Son las desaladoras, imbéciles… las desaladoras!

Álvaro Cepeda Neri


James Carville fue asesor de William Jefferson Clinton; hoy, de Hillary Clinton a quien, si Barack Obama se reelige, se le escapó para siempre la posibilidad de candidatearse a la Presidencia estadunidense. La frase “¡es la economía, estúpido!” (que en inglés es “It’s the economy, stupid!”) es de ese estratega y politólogo, y aunque muy sobada ya, no deja de ser ilustrativa para casos como el mexicano, donde los que nos desgobiernan (y ahora son los calderonistas, con desgobernadores de los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática), siguen sin resolver el gravísimo problema de la escasez de agua.
Más de la mitad del territorio, del centro al Norte, sufre la peor sequía. No menos de 40 millones de mexicanos sobreviven en los bordes del hambre, la sed, el desastre agrícola-ganadero y avícola, donde han muerto más de 1 millón de vacas, caballos, borregos, etcétera, por falta de agua, que el ineficiente y muy protagonista director de la Comisión Nacional del Agua, José Luis Luege Tamargo, ni supo prevenir ni sabe atender de fondo la cuestión.
Está enviando… ¡pipas!, en lugar de adquirir desaladoras y construir acueductos para purificar agua de ambos océanos. Puras estupideces, como el caso del desgobernador de Sonora, Guillermo Padrés Elías (en mala hora para los sonorenses, incluidos los panistas con sus excepciones), que insiste en robarse el agua del Valle del Yaqui, para surtir las necesidades comerciales de la capital, en lugar de poner en marcha los proyectos que le han presentado para instalar una en el municipio y puerto de Guaymas, y otra en Bahía de Kino.
La sequía convirtió en desierto a más de 3 mil 500 comunidades en 14 estados, informa la reportera Patricia Muñoz (La Jornada: 13 de marzo de 2012), conforme datos oficiales proporcionados por el titular de la Secretaría de Desarrollo Social, Heriberto Félix Guerra. Es para que el calderonismo invierta en estudios sobre poner en marcha una serie de desaladoras, para surtir de agua potable a las entidades; pues el cambio climático, la creciente demanda y la escasez del líquido, tiene a 40 millones de mexicanos sin más opción que emigrar, pero sin lugar a dónde trasladarse, porque lo han perdido todo. Y los gobernantes, entretenidos en la corrupción. Y el calderonismo, en su frente de guerra. Por su incompetencia, no tienen soluciones. Ni siquiera la que tienen en sus narices: las desaladoras.
Son imbéciles los funcionarios que han permitido los estragos y devastación que privan por falta de agua. Las desaladoras han probado su eficacia y eficiencia en varios países, encabezados por Israel (quienes con los canadienses tienen la tecnología) y sólo es cuestión de que los desgobernadores, para rescatar su estatus de gobernadores, y Felipe Calderón de inmediato se avoquen al problema cuya solución es ésa. Si no quieren seguir los funcionarios en Babia, entonces ha llegado el momento de quitarle las sales e impurezas al agua del mar y hacerla útil para el consumo humano, la agricultura y la ganadería.
Desde hace 24 años las sequías han ido en aumento y desde entonces las desaladoras eran la respuesta; pero la estupidez e imbecilidad política han impedido la solución.
*Periodista

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