martes, 17 de enero de 2012

Hacia el narcofutbol...

Jorge Vergara, presidente de Chivas



Foto: Mexsport
Raúl Ochoa
2012-01-14
Edicion Mexico
El balompié mexicano, que a través de los años ha privilegiado el negocio por encima del deporte, los manejos turbios por encima de la transparencia, se contamina con dinero sucio del crimen organizado… El problema no es nuevo: así lo demuestran investigaciones realizadas por la PGR y la Femexfut. Lo cierto es que cada vez son más frecuentes los casos de personajes de la política, del mundo empresarial y del ámbito deportivo que, aliados con “socios” del crimen organizado, hacen su parte para corromper al deporte más popular del país.

Pionero de la generación de porteros-goleadores, René Higuita logró fama mundial como figura del futbol colombiano, pero también por sus excentricidades y escándalos dentro y fuera de las canchas.
Gran admirador del narcotraficante colombiano Pablo Escobar Gaviria, en 1991 Higuita lo visitó en la cárcel La Catedral para manifestarle su amistad incondicional.
Dos años después, el 4 de junio de 1993, Higuita volvió a la prisión. Esta vez el guardameta era el reo, acusado de violar la Ley Antisecuestro. De acuerdo con las autoridades colombianas, el jugador medió en la liberación de la hija del comerciante Luis Carlos Molina, presunto socio del jefe del cártel de Medellín. Por su intervención habría obtenido una recompensa de 50 mil dólares.
Luego de permanecer seis meses en la cárcel, Higuita recobró su libertad e incluso interpuso una demanda en contra del Estado colombiano, que tuvo que indemnizarlo. Una década después, en noviembre de 2004, quien inmortalizó la “jugada del escorpión” dio positivo por cocaína en un control antidopaje durante un encuentro entre su equipo, el Aucas, y el Olmedo ecuatoriano.
En México, para esas fechas la presencia del crimen organizado en el futbol era ya una realidad palpable: narcotraficantes como Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, y políticos y empresarios como Antonio Leaño Álvarez del Castillo, Jorge Vergara, Carlos Ahumada –expropietario de los equipos León y Santos–, Jorge Vázquez Mellado, Kléber Mayer, Jorge Rodríguez Marié y Jorge Hank Rhon, tuvieron o han tenido injerencia en los negocios futbolísticos.

El comienzo

El 26 de octubre de 2002 el narcotraficante de origen colombiano Jorge Mario Ríos Laverde, El Negro, fue detenido cuando conducía una camioneta de la Promotora Internacional Fut Soccer, propiedad del controvertido promotor Guillermo Lara Guadarrama, actual encargado de la concertación de los juegos amistosos de la Selección Mexicana de Futbol.
El Negro declaró que era empleado del promotor mexicano, quien en abril de 2007 (Proceso 1591) reconoció que tenía nexos laborales con el narcotraficante colombiano:
“Conmigo llegó un empresario que vive en México y es constructor. Me explicó: ‘soy exfutbolista’, y se identificó como Juan Carlos, de origen venezolano… a mí me interesa el negocio del futbol y tengo una oficina en Guadalajara. Él me presentó sus credenciales e íbamos a hacer una clínica de rehabilitación para nuestros jugadores en Guadalajara, otra en Ciudad Victoria con el doctor (Eduardo) Velázquez y una más con el doctor Nicolás Zarur.”
También reconoció que acudió al llamado de la esposa de Ríos Laverde y le envió un abogado “para ayudarlo”. Asimismo, dijo haberse enterado de primera mano por agentes del FBI de que el colombiano era uno de los hombres más buscados por esa agencia estadunidense. El Negro fue extraditado a Estados Unidos un día después de su detención.
Los problemas no cesaron para el promotor. El 11 de julio de 2003 otro escándalo del crimen organizado salpicó de nuevo su imagen, así como la del balompié mexicano: el futbolista colombiano Carlos Álvarez Maya, quien llegó al Necaxa –propiedad de Televisa– por medio del propio Lara, fue aprehendido en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México cuando pretendía llevar a su país 1 millón 28 mil 500 dólares, presuntamente producto del lavado de dinero.
El comisario Ricardo de los Ríos explicó entonces que ordenó un operativo con elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP) porque el jugador despertó sospechas: “mostraba nerviosismo y sudaba copiosamente”.
Lara se reconoció impotente:
“Álvarez Maya tenía dos años fuera del Necaxa. Salió del equipo cuando se le rompió el tendón de Aquiles. Después del contrato cada individuo es libre de hacer lo que se le antoje. No puedo ser tutor ni responsable de toda la gente, ni del Necaxa ni de la Federación Mexicana de Futbol ni de nadie. Si al señor lo detuvieron, es problema de él; además, ya es mayor de edad”. (Proceso 1591.)
Álvarez Maya reconoció ante las autoridades que el dinero que intentaba llevar a su país pertenecía a una persona a la que únicamente señaló por su apodo: El Negro.

Nexos calientes

En 1993, Lara fue declarado persona non grata por la Federación Mexicana de Futbol (Femexfut). El motivo: un millonario fraude en agravio de la Selección nacional. Sin embargo, recobró inesperadamente su estatus de excelentísimo ciudadano, de la mano y bajo el cobijo de su amigo Justino Compeán, presidente de la Femexfut. Sus nexos se remontan a la época en que el federativo presidía el club Necaxa.
Dos meses después de la captura de El Negro, el periódico Reforma destacó: “Investigaciones de la PGR y autoridades de Estados Unidos revelan que existen nexos entre narcotraficantes y el futbol mexicano. Las autoridades relacionan al promotor de futbolistas Jorge Mario Ríos Laverde, El Negro, con el capo michoacano Armando Valencia Cornelio, El Maradona, detenido en agosto pasado en Jalisco, y con el colombiano Diego Montoya, prófugo de la justicia de su país”.
Mucho tiempo atrás, Amado Carrillo intentó comprar el estadio La Corregidora de Querétaro. El llamado Señor de los Cielos “era muy amigo del entonces candidato a gobernador de ese estado Fernando Ortiz Arana. El proyecto de compra-venta contaba con la aceptación del entonces gobernador Enrique Burgos, quien, advertido de la posibilidad de que este dinero proviniera del narcotráfico, asentó: ‘no hay ningún problema’”, documentó en su libro Desde Navolato vengo el periodista José Alfredo Andrade Bojórquez, quien desapareció extrañamente en 1999, después de presentar su obra (Proceso 1442).
Andrade Bojórquez hizo ante este semanario una grave acusación en contra de Antonio Leaño Álvarez del Castillo, empresario y líder político del estado de Jalisco:
“El 22 de noviembre de 1975 los Tecos dirigidos por los Leaño asesinaron a dos jóvenes jesuitas de la Asociación Católica de la Juventud (ACJM). Jamás se investigaron los hechos.”
El periodista añadió que la familia Leaño construyó “feudos de poder educativo, político, económico y hasta futbolístico (los Tecos, de la Universidad Autónoma de Guadalajara)”.
Luego del escándalo por espionaje telefónico en el que estuvieron involucrados el árbitro mundialista Felipe Ramos Rizo y el entonces presidente de la Comisión de Arbitraje, Edgardo Codesal en septiembre de 2003, la Procuraduría General de la República (PGR) emprendió una serie de investigaciones en el futbol nacional.
En su momento, el caso del empresario argentino Carlos Ahumada, acusado de lavado de dinero, dio origen a otra línea de investigación de la PGR, que en marzo de 2004 intervino a los equipos Santos y León, propiedad de Ahumada.
En junio de ese año la Femexfut decretó que los equipos Irapuato y Querétaro desaparecerían de la Primera División. La medida se adoptó porque existía la sospecha de que en esos clubes, propiedad de Kléber Mayer y de Jorge Vázquez Mellado, respectivamente, podía haber recursos provenientes del narcotráfico.

Infiltraciones

Una fotografía tomada el 9 de mayo de 2002 y publicada en agosto de 2004 por el diario Reforma marcó otro negro episodio para la Femexfut. En la gráfica aparece Enrique de la Garza, entonces presidente de la Primera División A, acompañado de José Tirso Hernández Félix El Tío, El Mecánico o El Tirso, presunto dueño del Irapuato, no obstante que ante la Femexfut Mayer fungía como presidente y dueño de la franquicia. Hernández Félix es señalado como presunto lavador y distribuidor de estupefacientes del cártel de Juárez.
En esa fotografía, tomada en el estadio Sergio León Chávez durante un juego del equipo Irapuato, de la Primera A, también aparece José Luis Barba, quien presuntamente vendió la franquicia del equipo Querétaro a los hermanos Vázquez Mellado.
En este turbio contexto incluso Jorge Vergara, dueño de las Chivas del Guadalajara, no sale bien librado. En mayo de 2003 el presidente del club peruano Universitario de Deportes, Alfredo González, solicitó a la DEA que investigara al empresario mexicano por presunto lavado de dinero, cuando éste intentaba comprar el equipo.
Un mes antes, el entonces subprocurador de Investigación Especializada enDelincuencia Organizada (SIEDO), José Luis Santiago Vasconcelos, reveló a este semanario que el cantautor Joan Sebastian –propietario del club Mineros de Real de la Plata, de la Segunda División–, al igual que empleados y funcionarios del gobierno de Morelos, entre ellos el gobernador Sergio Estrada Cajigal, estaban bajo investigación por delitos contra la salud (Proceso 1442).
Las sospechas de que el crimen organizado había penetrado en el ámbito del futbol condujeron a la PGR a una nueva línea de investigación, ahora en el estado de Morelos. Las indagatorias apuntaban al capitán Jorge Rodríguez Marié, propietario del desaparecido equipo Colibríes de Morelos y presunto piloto particular de Amado Carrillo Fuentes.
Los Colibríes de Morelos jugaron en la Primera División nacional de diciembre de 2002 a mediados de 2003. Tras su descenso, el equipo desapareció, al igual que su dueño, también propietario de Aerolíneas Internacionales. No obstante, desde su incursión en la Primera A –división de ascenso–, el club disponía de una infraestructura digna de un equipo de la máxima categoría: autobús propio, hotel para las concentraciones, escuela de futbol y fuerzas básicas.
A finales de 2008, elementos de la Agencia Federal de Investigación (AFI) y la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) irrumpieron en las instalaciones del club América, propiedad de Televisa, y detuvieron a los jugadores y directivos del equipo Mapaches.
Entre los aprehendidos estaba Wenceslao Álvarez, El Wencho o El Wenchis, presunto propietario del equipo, señalado como probable operador del grupo delictivo La Familia Michoacana. El equipo tenía su sede en Nueva Italia, Michoacán, y en sus dos meses de vida llamaron la atención las comodidades de las que disponían los jugadores: hoteles lujosos y un par de autobuses Mercedes Benz.
Desde hace un año la Primera División nacional tiene un nuevo integrante: Xolos de Tijuana. Al verdadero financiador de la franquicia, Jorge Hank Rhon, desde hace varios años se le vincula con el crimen organizado.

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