domingo, 18 de septiembre de 2011

“Nuestra felicidad” 201 años y 3 minutos después

Grito de ¿qué...?


Ricardo Andrade Jardí
“Nuestra felicidad” 201 años y 3 minutos después
Tres minutos, entre el “culero, culero, culero”, que venía de un Zócalo mal nutrido, cercado por las represivas fuerzas del orden del ilegítimo desgobierno de Fecal, fue la duración del evento que pretendía demagógicamente celebrar los 201 años del inicio de la insurgencia independentista con la que se intentó echar a los españoles colonialistas de un México que iniciaba la aventura de ser una nación libre y soberana. 201 años después nuestra libertad es aplastada por la lógica que impone el consumo yanqui; nuestra soberanía alimentaria es prácticamente inexistente y nuestra independencia cultural está sometida a la penetración acultural del vecino imperial, al grado de que el “grito de independencia” se festeja con una Coca-Cola en la mano.
Poco hay que celebrar con una independencia que hoy está sometida a la dependencia financiera de un sistema criminal, que terminará por aplastarnos, si no comprendemos de una buena vez que es insostenible “la lógica” de producción y consumo infinito en un ecosistema finito.
México, a 201 años de su “independencia”, será de los países que peor suerte tendrá en la anunciada caída de los modelos financieros como hoy los conocemos.
Somos una “nación” que en los últimos 70 años hemos cedido todas nuestras soberanías: alimentaria, energética, jurídica, tecnológica, agropecuaria, cultural... Una nación sometida a la dependencia de nuestro vecino norteño. Somos un país que hemos cambiado nuestros naturales recursos por los espejismos deslumbrantes que los europeos nos ofertan.
201 años después de que se diera el grito de Dolores que marcó la senda de la lucha de Independencia, México se encuentra entre los países con el mayor atraso educativo del continente, más del 68 por ciento de los ciudadanos que “saben leer” no son capaces de comprender una lectura simple. 42.1 por ciento de esos ciudadanos tienen dificultades para coordinar correctamente más de dos oraciones simples al tratar de exponer una idea. Mientras que 57.2 por ciento de estos analfabetos funcionales viven en zonas urbanas y el 39.9 aproximadamente son “maestros” o tienen la responsabilidad de “socializar conocimiento” frente a grupos de aprendizaje, que en muchos casos están mejor preparados que los supuestos maestros y facilitadores.
201 años después de iniciada la gesta independentista, la grandeza cultural o mejor dicho multicultural del territorio que comprende lo que hoy denominamos México, está en proceso de desaparición, fundamentalmente la cultura pos colonial del mestizaje, mientras las culturas indígenas son sometidas, sistemáticamente, al olvido oficial, aunque es posible que habiendo resistido más de 500 años el exterminio tengan más posibilidades de sobrevivir culturalmente las últimas, dado que su raíz de identidad se sostiene sobre bases que parecen en muchos casos incomprensibles para los mestizos que, absurdamente, aunque comprensible ante nuestros altos porcentajes de deficiencia educativa y nuestro bajo nivel de comprensión para entender, analizar y modificar los fenómenos científicos o sociológicos de nuestra realidad— sigamos suponiendo ser mejores los mestizos que los otros: “los pobres indios”. 201 años después de que el, excomulgado, cura Miguel Hidalgo abriera las puertas de la cárcel de Dolores con la consigna de que en una nueva nación: “nuestra justicia no puede ser la justicia de quienes nos oprimen”; la opresión de los ex colonizadores españoles está de nuevo presente apoderados de la banca y de una buena parte de las telecomunicaciones y los opresores anglosajones vuelven a ser dueños (ilegítimos) de nuestros recursos naturales.
201 años después bastan tres minutos para ver todo lo mucho que hemos perdido en nuestro lento caminar para ser una nación libre y soberana...
Ojalá, antes de que sea demasiado tarde, seamos capaces de entender para volver a empezar de cero a seguir el espíritu democrático de cuando la democracia no era una deudocracia, sino un ideal de libertad y fraternidad humana. Lo que nuestros independentistas consagraron al otorgarnos la que fuera nuestra primera Constitución nacional en la búsqueda de la libertad:
“Como el gobierno no se instituye para honra o interés particular de ninguna familia, de ningún hombre ni clase de hombres, sino para la protección y seguridad general de todos los ciudadanos, unidos voluntariamente en sociedad, éstos tienen el derecho incontestable a establecer el gobierno que más les convenga, alterarlo, modificarlo y abolirlo, cuando su felicidad lo requiera”.

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