martes, 9 de agosto de 2011

Escenarios inéditos rumbo al Estado fascista



Jorge Canto Alcocer


Durante los últimos días, una cauda de noticias venidas desde el Occidente y el Norte de nuestra sufrida patria parecen conducirnos hacia un escenario no visto con anterioridad, aunque sí advertido por quienes estamos comprometidos con el progreso social, económico, pero sobre todo humano de México: el dominio absoluto de la ultraderecha.
A las escandalosas revelaciones de Wikileaks sobre las agitadas actuaciones electorales del cardenal Juan Sandoval contra Andrés Manuel en 2006 le ha seguido la divulgación del inmoral homenaje que a su sucia persona realizará el gobierno del Estado de Jalisco el viernes próximo. Premiar desde el gobierno y con dinero público a un delincuente electoral justamente días después de darse a conocer su delito es no sólo el colmo del cinismo, sino una advertencia de lo que veremos en las siguientes semanas.
La confirmación de los rumores sobre una inédita alianza entre el PRI y el PAN en alrededor de 40 municipios michoacanos, confesada por los dirigentes panistas como una estrategia para frenar a cualquier costo al PRD, también propaga a voz en cuello lo que es un secreto a voces y que ha sido denunciado por la izquierda consecuente desde hace más de dos décadas: la conformación del PRIAN como una mafia electoral que ha establecido el pleno secuestro de la democracia y ha maquillado de una alternancia ficticia sus prácticas fraudulentas. Por si quedaran aún algunas dudas, el neopriísta PANAL de la camaleónica Elba Esther, que ya ha adelantado abiertamente su apoyo a la candidatura presidencial de Peña Nieto, en la entidad michoacana dará su respaldo al candidato panista, casi seguramente la hermana del usurpador.
Las noticias de Nuevo León son también espectaculares y novedosas. Su gobernador Rodrigo Medina, a quien prácticamente sólo sostiene un hilito en su frágil silla, ha sufrido ya un golpe de Estado técnico, al ser excluido contra toda lógica y práctica contemporánea de una reunión de seguridad, protagonizada por los mandos militares y las camarillas empresariales. En el desarticulado Estado norteño, el poder político tradicional parece difuminarse ya por completo, y los hombres del dinero se manejan con descaro al margen de la ley, impulsando una política de feroz represión muy al estilo del Estado judío, incluyendo por supuesto la participación de “instructores” israelitas, es decir, terroristas y criminales con patente de corso.
Delincuentes de sotana premiados por un Estado que cada día abjura con mayor desvergüenza de su laicismo; alianzas inmorales y antidemocráticas entre partidos políticos supuestamente confrontados; establecimiento de marcos represivos militares y paramilitares en ausencia del Estado de Derecho, son signos graves, crecientes y ominosos sobre el futuro.
La conjura contra el pueblo mexicano se teje de un modo cada vez más firme, y en ella parecen quedar atrapados incluso algunos de los movimientos políticos que presumen de progresistas y comprometidos. De nuevo el movimiento popular dirigido por Andrés Manuel parece condenado al aislamiento y la exclusión. No debemos permitirlo.


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