viernes, 10 de junio de 2011

Astillero - Julio Hernández López

Las chapas de los debates
Hacienda define candidatos
Espejismo en Edomex
Maquillaje electoral
Julio Hernández López


En concreto, lo que están haciendo es tratar de promover un escenario electoral estabilizado que excluya al factor disonante, Andrés Manuel López Obrador. Montado en la plataforma artificial de su precandidatura oficiosa a la Presidencia de la República, el secretario federal de Hacienda ha desplegado una rara campaña de difusión de su nombre y figura mediante la continua emisión de disparates y, ahora, en un lance extraño, pues en los hechos contamina abiertamente su delicada tarea pública con sus desbordadas ambiciones personales, ese mismo secretario Cordero construye una suerte de foro político excluyente al que primero invitó al gobernador Enrique Peña Nieto y al que luego se sumó con buen ánimo el jefe del gobierno capitalino.
Técnicamente, la materia que convoca a los tres precandidatos es la evolución económica del país. Pero Cordero aprovecha su condición de secretario de Estado para generar la percepción de que es el aspirante oficial panista y que en esa condición puede usar recursos públicos para auspiciar una especie de cumbre civilizada de aspirantes a la Presidencia, debatiendo con su contraparte virtualmente definida, Enrique Peña Nieto, quien lleva la delantera en encuestas de opinión y mantiene en acción a un ejército de operadores políticos a su favor en todo el país. No porque lo hubieran invitado expresa y originalmente, sino porque se acomidió, el jefe del gobierno capitalino ha creído importante sumarse a ese escaparate de apariencias de triunfo en sus propios procesos internos: Cordero de Calderón-PAN, Peña Nieto de Salinas-PRI y Ebrard de Marcelo-Chuchos.
Son muchas las derivaciones partidistas y de corte electoral que genera la nueva ocurrencia del secretario Cordero, pero particularmente salta a la vista la ausencia del tabasqueño López Obrador. Lo menos que debería hacer el secretario de Hacienda, para no mostrarse parrtidario de ciertas facciones, sería convocar al abanico de quienes expresamente están buscando la candidatura de sus partidos, tanto los panistas y priístas como el perredista, petista y convergente, que probablemente rechazaría esa invitación manoseada, pero al que así no se dejaría en condición de destinatario de descortesías intencionales.
Respecto a otros debates, el realizado la noche de este miércoles entre candidatos al gobierno del estado de México mostró que no tienen profundidad pareja de análisis ni impacto real en la intención de voto de los ciudadanos porque solamente constituyen una vitrina pensada para aparentar equidad en la competencia y apertura política, mientras la aplastante maquinaria oficial y extraoficial del partido gobernante, el PRI, trabaja a nivel de tierra en la confección del gran fraude electoral que pasará por encima de todo.
Taimado espejismo de democracia o, cuando menos, de pluralidad disertante, cuya mayor resonancia posterior fueron los excesos de maquillaje mostrados en el rostro por el aspirante priísta, con sus chapitas ya famosas como confirmación de que constituyen lo más relevante del rostro de un presunto representante del Nuevo PRI, que en sus intervenciones del miércoles demostró contar con las prendas más distintivas del dinosaurismo clásico de su partido: cinismo torero para no responder a acusaciones ni enfrentar críticas directas, aire demagógico permanente, asumiéndose como el candidato de las propuestas, y una extraordinaria capacidad de mantenerse en lo superficial.
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VÍCTIMA INOCENTE. Una niña juega con una imagen que simula a una menor víctima de la guerra contra el crimen, durante el arribo de la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad a la ciudad de ChihuahuaFoto Víctor Camacho
Los opositores se repartieron el tiempo para confrontar al priísta y sus coloraciones marca Heidi y para pelear entre sí. Luis Felipe Bravo Mena dejó constancia de la reprogramación que le practicaron en esta nueva etapa de su campaña en fuga (respecto al SME y respecto a las versiones de que acabará declinando su postulación para cerrar el paso al peñanietismo y acabar ayudando a Encinas), pues por más bardas que le pusieran a los temas que debía abordar, él se construía la manera de saltarlas y aterrizar en su plataforma de consigna: atacar a Andrés Manuel López Obrador y vincular a Alejandro Encinas con todo lo negativo que se estuviera adjudicando al tabasqueño. No hubo sorpresa: tal como se preveía, Bravo Mena ha sido instruido desde la superioridad para pelear contra el par de ex jefes de gobierno capitalino antes mencionados, en un giro que pareciera negociación de última hora para ayudar en el último tramo al peñanietismo y cerrar el paso al pejismo.
Alejandro Encinas fue, a juicio de esta casa Caliente de apuestas astilladas, quien mejor llevó las cosas, elaborando en ciertos momentos pasajes de definición ideológica que sus adversarios siempre rehuyeron hacer en sus oportunidades, deseoso el priísta más de darse aire de gobernador inminente, sofocado entre tanto pragmatismo firmante de compromisos y desmemoriado de las culpas de su partido y de él mismo, y desdibujado por las ansias el yunquista que no reconoce serlo, quien tampoco se atrevió a hacer planteamiento y defensa de una genuina posición de derecha.
El perredista de permanente evocación navideña señaló incluso la insuficiencia del modelo supuestamente democrático que rige en el país y especialmente en el estado de México, supeditado el ejercicio concreto de la emisión del voto a las desigualdades, las manipulaciones y las trampas de un sistema político que, en los hechos, acaba suministrando al ciudadano la ilusión de que elige lo que las carretadas de dinero blanco y negro, la intensa manipulación mediática y los batallones de mapaches electorales ya prepararon y sirvieron.
Y, mientras la marcha por la paz avanza rumbo a su meta inmediata, Ciudad Juárez, entre letanías de dolor, simulación de autoridades y riesgos físicos, y en tanto se resuelven los asuntos del Hank priísta y las obsesiones electorales, que no justicieras, de Felipe Calderón, y del ahora ayunante Pablo Salazar, víctima de su criatura Sabines y de los odios contra el pejismo del mismo panista pinolero antes citado (presidente, en funciones, del comité nacional del PAN), ¡feliz fin de semana!

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