sábado, 18 de junio de 2011

AMLO, alternativa sin sangre

Lilia Arellano


Estado de los ESTADOS

“Si me engañas una vez, tuya es la culpa; si me engañas dos, es mía”:
Anaxágoras

“Gane quien gane en el 2012 la guerra irregular contra los cárteles del narcotráfico y su estrategia continuará como hasta ahora”. Tal es el axioma que la administración de Barack Obama comenzó a introducir en la psique de la población mexicana ante el actual entorno electoral que apunta a que ningún aspirante del partido en el poder, el PAN, puede ganar los comicios federales del 2011 y que, aparentemente, el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, va en caballo de hacienda. Pero hay un factor que quieren ocultar y que fue patente en el propio territorio estadounidense hace apenas unos días: el Movimiento de Renovación Nacional (Morena) que encabeza Andrés Manuel López Obrador y el cada vez más amplio respaldo que recibe no sólo en México, sino allende a sus fronteras.

En estos momentos, un axioma más real es: “gane el PRI o el PAN en el 2012 la guerra contra el narco seguirá como hasta ahora; si gana el movimiento popular de izquierdas de AMLO habrá un cambio radical”. Este viraje sería o será profundo, no sólo en cuanto al seguimiento y cumplimiento de los lineamientos de la iniciativa Mérida o “Plan México”, sino en toda la relación del próximo gobierno mexicano con la siguiente administración federal de Estados Unidos, con Barack Obama en el poder o sin él.

El hecho duro patentizado este jueves es que lo mismo Enrique Peña Nieto que Manlio Fabio Beltrones, los más viables candidatos del PRI y sus satélites a la elección presidencial del 2012, han ido hasta Washington a asegurarles a los legisladores estadounidenses que cuenten con ellos para seguir la guerra de Estados Unidos contra las drogas en territorio mexicano, que no hay problema en que las decenas de miles de muertos sean mexicanos, que al fin y al cabo contamos con más de cien millones de habitantes.

Por supuesto que los anteriores señalamientos no son textuales, pero es lo que se infiere de las dos últimas visitas del actual gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, a Estados Unidos, y de la reciente participación del líder del PRI en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, en el marco de la 50 reunión interparlamentaria realizada en Washington esta semana.

Al concluir dicho evento, el mensaje fue fuerte y claro: “la lucha contra los cárteles de la droga continuará gane quien gane en el 2012”.

Los legisladores de México y Estados Unidos cerraron filas esta semana para garantizar la continuidad de batalla contra el crimen organizado hacia ambos lados de la frontera, sin importarles los resultados de los comicios presidenciales de ambos países el próximo año, sino sólo atentos al escenario geopolítico de guerra que han ido conformado en la última década, precisamente en el desarrollo de las dos últimas administraciones federales panistas.

La conclusión de los legisladores federales de los dos países fue que la seguridad compartida, la lucha contra los cárteles de la droga, los desencuentros del tráfico de armas y dinero y el futuro de la Iniciativa Mérida (Plan México) depende de su lucha en común contra la amenaza internacional del crimen organizado.

Al festinar el pacto logrado en el Capitolio, Manlio Fabio Beltrones, subrayó que “nuestros colegas (en el Congreso de Estados Unidos) entendieron que esta lucha no es de un año, ni de un sexenio —el mismo discurso de Calderón en sus últimas visitas a Washington—, sino que es ahora y para siempre, hasta que se gane este combate. Gane quien gane en 2012 no habrá la posibilidad de dar un solo paso atrás”.

Tras la difusión de dicho pacto, de inmediato la consultora estadounidense Stratfor, quien desde el pasado mes de mayo se evidenció como vocera no oficiosa de la administración de Barack Obama al responder a las recriminaciones de Felipe Calderón contra el gobierno estadounidense, difundió un análisis que sigue esas mismas líneas y que sin duda alguna será ampliamente reproducido por los medios de comunicación mexicanos.

La firma en materia de seguridad advierte en su último despacho que “el próximo presidente de México tendrá un mínimo de margen de maniobra en lo que respecta a la estrategia contra el crimen organizado, y lo más sano será continuar con la campaña de “mano dura” en contra de los cárteles de la droga”.

Eso es lo primordial, lo que responde a los intereses de la Casa Blanca, del Departamento de Estado y del Pentágono. Las decenas de miles de muertos, de desaparecidos, la ruptura del orden Constitucional mexicano, la soberanía nacional de México, los altísimos costos financieros para los contribuyentes, el sacrificio del desarrollo económico y generacional de su población, todo eso pasa a segundo y tercer plano en un escenario en el que sólo importa el aseguramiento del abasto de las dosis de droga que necesita la adicta masa estadounidense y las ganancias en miles de millones de dólares que le deja el lavado de dinero a su sistema financiero, y que logra mantener a flote su deteriorada economía.

Stratfor pretende sustentar que “la evolución del mundo del narcotráfico en la última década, en la que ha habido rupturas entre líderes de organizaciones criminales y han surgido nuevos cárteles, haría casi imposible que las nuevas autoridades federales buscaran un pacto con los jefes de la mafia mexicana en el afán de disminuir la ola de violencia que azota al país”, por lo que para esa firma todo intento por modificar el actual status quo será inútil y condenado al fracaso, lo que es totalmente falso. Y no sólo eso, sino que critica “la retórica” de los políticos (de oposición) de atacar la estrategia de seguridad de Felipe Calderón, la cual, dice, “puede ser efectiva en explotar el descontento ciudadano dada la situación que atraviesa México, y también para que los partidos de oposición obtengan votos… Pero esa atmósfera (de violencia) dicta que sin importar quien gane las elecciones del 2012, el nuevo Presidente tendrá sólo la opción de mantener la campaña contra los cárteles”, con lo que su finalidad política y estratégica es obvia: seguir la guerra en México, cueste lo que cueste, gane quien gane las elecciones presidenciales próximas.

Para Stratfor ese es el destino manifiesto de México y no hay salida. Pero al igual que los antiguos sofistas —en su acepción de charlatanes— de la época clásica antigua, sus determinantes y funestas conclusiones son erradas porque sus sustentos también lo son: sostiene por ejemplo que “en un entorno de violencia generada por la lucha entre los cárteles de la droga, la reducción de operativos de la Policía Federal y el Ejército contra estas organizaciones no frenaría los enfrentamientos entre grupos rivales”. ¿Por qué no? Simple: porque un cambio en al estrategia seguida por Felipe Calderón de atacar a diestra a siniestra a los cárteles de la droga y proteger a uno sólo, el Cártel de Sinaloa, que comanda “el narcotraficante más poderoso de la historia” como han revestido los reportes propagandísticos a Joaquín “El Chapo” Guzmán, complicaría el escenario de guerra que han estado construyendo desde hace más de cuatro años y que tiene entrampado a México en su totalidad, y lo mantiene al servicio de los intereses militares y económicos de Estados Unidos.

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