domingo, 13 de marzo de 2011

A la mitad del foro Calderón y el quinto jinete del Apocalipsis León garcía Soler


Las filtraciones de Wikileaks desbordaron el charco de nuestra empantanada política. La ira es locura temporal, decían los clásicos latinos. Y la iracunda respuesta de Felipe Calderón al informe proconsular del embajador Carlos Pascual desquició los frágiles restos de nuestra tradicional política exterior. Aunque en realidad no hubo tal injerencia en asuntos internos en el calificativo aplicado a los sucesores potenciales del presidente Calderón: Los prospectos del PAN son grises, en ocasiones el propio partido parece preocupado sobre la mejor manera de reforzar, dice en carta cifrada a Hillary Clinton. Seguramente con el sello de for your eyes only.

Después del encuentro en la Casa Blanca con Barack Obama, Felipe Calderón desestimó su pública denuncia en la prensa de allá. Buen trato y elogios del que manda allá y de sus colaboradores calmaron la ira del valiente que combate al crimen organizado. Nada lo alteró la malhadada denuncia del plan Rápido y furioso, mediante el cual agentes del gobierno vecino enviaron miles de armas de alto poder a los capos del narco mexicano para seguirles la pista. Presas de la ira o simplemente sonámbulos, los de la transición en presente continuo siguieron su marcha a la locura, prosiguieron su diálogo en las ruinas de nuestra mestiza torre de Babel. Cómo no ver la atinada coincidencia entre el gris del que previno Pascual y la tormentosa advertencia hecha a los panistas por Felipe Calderón: no se ve claro; no está en juego nada más el partido, hay que encontrar un candidato ciudadano, aunque no sea militante.

Gustavo Madero dijo que no era así, era asado. Pero no atinó a decir lo que, a su muy lerdo saber y entender, quiso decir su jefe político, al que reduce a militante del común. Una vez enturbiado lo de la grisura vista y prevista por el procónsul Pascual y el señor presidente Calderón, Gustavo Madero se retrató junto a Jesús Ortega y hubo declaración conjunta para poner en marcha la consulta popular que resolverá afirmativamente la propuesta de lanzar un candidato común, ¿un candidato ciudadano?, en coalición PAN-PRD. Se trata de impedir que gane el PRI. Y ahí hubo atinada coincidencia con Felipe Calderón. En este año de 2011 está en juego la elección presidencial de 2012. Y con ella la salvación o la condena eterna por haber hecho posible el retorno del PRI a Los Pinos. Al poder, liso y llano. A la imposible repetición del pasado. A la pesadilla coincidente que agita el sueño de Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador, reacios compañeros de lecho, esos que dicen hace la política.

No al candidato común. No a la alianza con el PAN y con el PRI. Que son lo mismo, dice el estratega de Nacajuca, en el acelerado discurso de la salvación de la República obedeciendo al pueblo. Y el desconcierto arrastra a Alejandro Encinas, cuya formación dialéctica lo lleva a decir en voz alta que lo del estado de México conducirá fatalmente a la izquierda a contender con dos candidatos, separados, divididos. Fracturados, en la elección presidencial de 2012. Pero el materialismo histórico tiene en México calambures huastecos y desmesuras tropicales: Sólo el perro que va adelante sabe a quién le va ladrando y por qué; y nada más Andrés Manuel López Obrador sabe por qué denunció públicamente que eso del aspirante no necesariamente panista era para hacer a Elba Esther Gordillo candidata del PAN y próxima inquilina de Los Pinos.

Marcelo Ebrard ratificó su lealtad a Manuel Camacho, pero acató la voz de López Obrador: el movimiento soy yo. Aunque ambos coinciden en que será candidato a la Presidencia el mejor posicionado. ¿Alguien sabe, hay quien haya dicho en términos llanos qué es y cómo se reconoce el estar mejor posicionado? Sobre todo si las voces que hablan desde el llano, o a nombre de los mexicanos del común, gritan a todo pulmón que las encuestas y los arúspices que las interpretan son meros instrumentos al servicio de los dueños del poder, de la mafia, de los del dinero y sus cómplices. Según el oráculo, yo estoy en primer lugar, soy el preferido de las mayorías consultadas, diría, dice, Marcelo Ebrard. Pero invoca el acuerdo, el compromiso contraído con López Obrador y vuelve al redil.

Se acabó el cesarismo sexenal. Pero la sucesión subordina el ánimo de los aspirantes. Aunque salten a la palestra Santiago Creel, Josefina Vázquez Mota, Carlos Navarrete; o manos ajenas lancen a Juan Ramón de la Fuente. A quien pase por ahí y no se anime a responder con firmeza: Yo estoy absolutamente comprometido con la UNAM, mi respuesta es no; búsquense a otro, dijo el rector José Narro a quienes le preguntaron si aceptaría ser candidato a la Presidencia de la República. Pero el sentido común ha sido víctima del caos anarquizante; se ha envilecido el lenguaje político y emponzoñado el significado de la palabra: impera el sospechosismo, dirían los admiradores del barbarismo acuñado por Santiago Creel. Suspicacia, digamos, al escuchar al ríspido Manuel Espino decir que Calderón conspira para hacer a Marcelo Ebrard candidato a la Presidencia de la República.

Soy del PRD, no simple ciudadano, responde el jefe de Gobierno del DF. Y soy de izquierda, añadiría al criticar la iniciativa de reforma hacendaria presentada por el senador Manlio Fabio Beltrones: es un viejo proyecto nuestro, son ideas formuladas desde hace décadas por la izquierda, dice. Los devaneos del pluralismo, la obsesión calderoniana por evitar a toda costa una victoria electoral del PRI en 2012; el desprecio por las ideologías y la pobreza de ideas entre quienes se ocupan de la cosa pública: receta para el estallido social con el llano en llamas por la guerra contra el crimen; la impunidad; la corrupción; la intolerancia religiosa, clasista, racista; un sistema judicial y carcelario espejo de la realidad exterior: inequidad y otredad abismales.

No hay solidez económica o abundancia de reservas capaz de contener la rebelión de los miserables a los que se ofrece ayuda caritativa en lugar de una política social de Estado. En Túnez y Egipto hicieron la revolución y acabaron con viejas dictaduras multitudes de jóvenes sin empleo, con educación y sin esperanzas, armados con la información instantánea de la realidad que proporcionan los instrumentos de la red electrónica. Y con armas arrancadas a los pretorianos. En Libia se añadieron la locura del petróleo y del poder absoluto. No hay marcha atrás. Vale la pena citar la frase de Fidel Castro que ayer sábado reproduce Adolfo Gilly en La Jornada:

La revolución en el mundo árabe, que tanto temen Estados Unidos y la OTAN, es la de los que carecen de todos los derechos frente a los que ostentan todos los privilegios, llamada, por tanto, a ser más profunda que la que en 1789 se desató en Europa con la toma de la Bastilla.

Los diputados que habrán de debatir la iniciativa de reforma laboral, los senadores que debatirán la hacendaria, tienen que citar de inmediato al director de Pemex, la empresa con menor costo de producción entre las principales petroleras del mundo: 4.85 dólares por barril; con el aumento de precios del crudo, Pemex obtuvo en 2010 utilidades, antes de impuestos, por 49 mil 323 millones de dólares, más que Exxon, Chevron, Shell y Petrobras.

Y dicen que necesitan privatizarla; ofrecen contratos de riesgo al amparo de decretos elaborados por abogados huizacheros y de una clase dominante empeñada en la marcha de sonámbulos hacia el abismo.

Enlaces:

Los cables sobre México en WikiLeaks

Sitio especial de La Jornada sobre WikiLeaks

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