lunes, 17 de enero de 2011

El Proyecto Alejandro Encinas . Carlos Presuel Salazar

Carlos Presuel Salazar

I
Más allá de su propia paternidad, el Proyecto Encinas aceleró importantes definiciones políticas:

1) en el gobierno federal llevó al presidente Calderón a concretar cambios urgentes en la lógica del proceso de sucesión;

2) a Andrés Manuel López Obrador le confirmó que Marcelo Ebrard es un gran operador y es ya un formidable adversario interno;

3) exhibió, una vez más, a los execrables “Chuchos” en su dramática orfandad de ideas y los mostró, por enésima ocasión, como expresión decadente de un pragmatismo al servicio de la derecha;

4) en el PAN, dejó clara que la única alianza posible será la de la declinación de su abanderado, probablemente Luis Felipe Bravo Mena, a favor de Alejandro Encinas (modelo Guerrero) en la parte alta de la campaña electoral;

y, 5) en el PRI, ajustó los plazos de la nominación y redujo a dos la terna tricolor: Alfredo del Mazo Maza y Eruviel Ávila. El resto: Videgaray, Nemer y Aguilar serán la tercería vía, en caso de polarización o escisión.

MARCELO: OPERADOR NATO

En términos de simple aritmética política, quien gana con la postulación de Alejandro Encinas es Andrés Manuel López Obrador; pero desde una perspectiva más abierta y menos sujeta a una agenda interna, quien vende como suyo el Proyecto Encinas es Marcelo Ebrard.

El jefe de gobierno capitalino operó con cada grupo de la conflictiva arena perredista y al final ganó importantes espacios en los medios que lo ubicaron como el artífice del acuerdo entre las izquierdas, que no es un logro menor. En otras palabras, Marcelo Ebrard tomó el control del proceso y dejó a la dirigencia formal del PRD en calidad de simple espectador.

Marcelo Ebrard es un convencido de la utilidad política de las alianzas, pero sabe que Alejandro Encinas no es Malova o Gabino Cué.

Encinas nunca entrará a Los Pinos para reconocer a Felipe Calderón a cambio de que el PAN le conceda su apoyo.

La única posibilidad real de alianza en el Estado de México con Encinas como abanderado de las izquierdas es que, en su momento, el previsible candidato panista, Luis Felipe Bravo Mena, decline a favor del perredista.

Y esto sólo ocurrirá si la contienda se encuentra en empate técnico y los votos del PAN pueden hacer la diferencia, de lo contrario, Acción Nacional llegará hasta el final.

Marcelo aventó el balón y el juego comenzó.

Desde la presidencia de la República acusaron recibo del mensaje y despejaron la estrategia electoral que viene, sobre un principio base: la creencia de que el proceso de sucesión es rescatable y que es perfectamente posible fracturar la ruta de acceso del PRI a Los Pinos.

Detrás de la candidatura de Alejandro Encinas por las izquierdas para el gobierno del Estado de México existe un proyecto para desacreditar el proceso electoral mexiquense y, por esa vía, apostar al descarrilamiento de la elección.

Se trata de exhibir la veta autoritaria de Enrique Peña Nieto.

UNA ESTRATEGIA CONTRA EL ÓRGANO ELECTORAL DEL ESTADO

El experimento forma parte de una acción envolvente del régimen ante la perspectiva de que la alianza PRD-PAN no cuaje.

Es una temprana estrategia de control de crisis frente a la previsible derrota del PAN y del frente de izquierdas.

Por ello, ambas agrupaciones “han mandado al diablo” al Instituto Electoral del Estado de México.

Emular a AMLO en este contexto confirma la situación crítica por la que atraviesa la pretensión oficial de parar, al costo que sea, a Enrique Peña Nieto.

UN EXPERIMENTO POLÍTICO

Visto en perspectiva, todo lo que de ahora en adelante se registre en el Estado de México no será otra cosa que un ensayo general, una suerte de experimento político para la elección presidencial del 2012, es decir, será un auténtico laboratorio de malas artes y de escenarios extremos.

En más de un sentido, la elección en el Estado de México reproducirá el modelo 2006 de guerra sucia, justo el que permitió a Calderón arribar a Los Pinos por la vía jurisdiccional.

EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS

En el año 2000, Andrés Manuel López Obrador movilizó a numerosos contingentes sociales gracias a su estrategia de confrontación legal.

En estricto sentido jurídico, no procedía su registro como candidato por razones de residencia.

Pero el fantasma del veto y su utilización como recurso de campaña, hizo inviable una aplicación rígida de la norma.

El primer apunte que debe formularse es que el registro de la candidatura de Alejandro Encinas está sujeto a la comprobación de su residencia.

La ley exige una antigüedad como residente de por lo menos cinco años en el estado, lo que Encinas no cumple, porque en 2006 todavía fungía como Jefe de Gobierno del Distrito Federal con residencia real en la delegación de Coyoacán, en la capital del país.

Jurídicamente hablando, es tan frágil la postulación de Alejandro Encinas que si las autoridades electorales se ciñen a la letra del postulado, entonces, no habrá candidato de las izquierdas.

Pero en este escenario, el costo político a pagar es muy elevado, se descalificaría de entrada el proceso electoral, porque previsiblemente el candidato de Acción Nacional se saldría también de la contienda.

El golpe sería directo a la imagen de Enrique Peña Nieto.

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