martes, 4 de enero de 2011

El lenguaje del 2011 Sergio Conde Varela Abogado


Después de 3 años tumultuosos, de dolor profundo, de miedo marcado, buena parte de los juarenses que todavía permanecemos en nuestra ciudad nos preguntamos qué va a pasar y cuándo va a terminar esta pesadilla atroz.

Con toda franqueza no lo sabemos y nos agitamos de manera nerviosa cuando se dan a conocer opiniones como la del ex secretario de la defensa el general Galván que a pregunta expresa sobre el mismo tema, contestó: “Esto no va a terminar sino en un periodo de 7 a 10 años”.

Como los terrícolas juarenses no están o no estamos armados como lo está la antisociedad, definitivamente debemos usar escudos protectores y emplear armas distintas de quienes han hecho que se cimbren de fea manera los cimientos que sostienen a Juárez.

Posiblemente la sugerencia que hacemos provocará no solo risas, sino carcajadas sarcásticas y se piensa que la sugerencia no es otra cosa que sueños guajiros o poemas de Díaz Mirón, pero esto no es así.

El lenguaje que proponemos y que podemos usar sin censura, debe salir de lo profundo del corazón de cada poblador de buena fe, de estas tierras. “Vamos a triunfar; la victoria es nuestra; el pasado quedó atrás; sólo vemos un futuro prometedor; tendrá que reinar la paz, pese a todo; la unión de todos es la mayor arma; no existen entre nosotros palabras de desaliento; el éxito nos aguarda y el triunfo es y será nuestro con la ayuda de Dios”. Estas frases son dardos de luz que siempre obtienen respuestas del universo con su uso constante, de una permanencia machacona y tenaz, fuerte.

Desde hace mucho tiempo, las tribunas y las palabras expresadas en ellas, han hecho que los pueblos venzan a sus dificultades y obtengan en tiempos breves conquistas manifiestas que dejan boquiabiertos a quienes no conocen la fuerza del verbo.

Definitivamente en estos sucesos, no podemos bajar la cabeza y ver la tierra en lugar del horizonte. Tenemos derecho quienes poblamos estas tierras, a una paz duradera, a una justicia integral. Nuestras familias así lo piden, los hijos en ellas y los hijos de nuestros hijos así lo demandan.

Los juarenses debemos escribir en nuestros hogares y trabajos, en nuestras reuniones formales e informales, los discursos del éxito. La historia no sólo de la ciudad sino del país entero está atenta a lo que se produzca en las áreas que vivimos. Debemos usar el lenguaje del triunfo en el 2011 de manera constante y permanente.Comentar esos discursos con los nuestros, familiares, amigos, conocidos.

Posiblemente surja la pregunta: ¿Y eso para qué? A lo cual rápido contesto: “Para que nuestra fortalezas interiores salgan a la luz y formen una conciencia tal, que nadie, –subrayamos– nadie pueda detener.

En esto, en nuestro país, según nos cuentan amigos cercanos nuestros, hay estados como el de Yucatán que han hecho una barrera infranqueable que no ha permitido que las tribus de los sin escrúpulos destrocen y no permitan que se afecten vidas dedicadas al trabajo y al provecho en común.

Desde luego estas ideas no las sacamos de nuestras ocurrencias sino de la historia tanto nacional como extranjera.

Lo dicho por Martín Luther King en contra de la discriminación causó efectos contundentes y logró que la libertad se estableciera a favor de grandes masas poblacionales del vecino país; el impacto de Gandi en la India fue un ariete definitivo a favor de la libertad de los pueblos y las ideas de Justo Sierra en nuestro país, cayeron en suelo fértil para que toda una época se viera beneficiada educativamente por las mismas. Desde luego que a los tres citados, la historia les otorgó lugar de privilegio por ellas.

Es tiempo de que los fronterizos digamos que tenemos derecho a una vida mejor. Que los gobiernos cumplan con las normas que juraron respetar en beneficio del pueblo y que escuchen a un pueblo, el juarense, que ha sido chicoteado por los nuevos jinetes apocalípticos: la crisis, las injusticias, las muertes, el olvido oficial.

El nuevo lenguaje del 2011, será de vida, para una transformación total y positiva y… no hay más.

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