jueves, 16 de diciembre de 2010

El beso de “El Chupacabras” Índice político


Francisco Rodríguez

December 16, 2010

HA VUELTO A las andadas. Y ahora nos receta un tercer mamotreto con el que trata de justificar su desastroso sexenio, en su momento tan aplaudido por los mismos que hoy se deshacen en elogios a la fallida Administración calderoniana.

“El Chupacabras” está de regreso. Vuelve disminuido, eso sí. Simulando tener un poder del que carece y cargando todavía con las recientes acusaciones de que “se robó la mitad de la partida secreta (muchos miles de millones de pesos)” cual acusó Luis Téllez Kuenzler, lo mismo que aquella otra que le escupiera un arrepentido Miguel de la Madrid quien lo incriminó por robar, corromper y permitir que sus hermanos Raúl y Enrique se involucraran con el narcotráfico… aunque después se retractara, presionado por ese otro innombrable que es Emilio Gamboa Patrón.

Carlos Salinas de Gortari es “El Chupacabras”. De eso no hay duda.

De acuerdo a la Wikipedia, este malévolo y maléfico ser es una “criatura pequeña (de 1 metro de altura o menor tamaño), que presentaría piel verduzca y escamosa, ojos grandes y saltones, y cabeza ovalada…”. Es él. ¡Vade retro! Lo hemos visto todos con sus corbatas color esmeralda.

Viene ahora a distraernos. Gran maniobra de diversión que nos provoca carcajadas.

Como en película de Juan Orol –aquella arrabalera de Gangsters Vs. Charros, por ejemplo– “El Chupacabras” se enfrenta ahora a los inteleituales mexicanos. Casi casi igual que el gangster Johnny Carmenta –personaje del film producido en 1947– se tiene que enfrentar a Pancho Domínguez, el charro del arrabal, quien ha impuesto su ley en la ciudad, mientras la rumbera Rosa transita del gangster al charro, encendiendo la ya de por sí enconada rivalidad entre ambos.

“El Chupacabras”, claro, es Carmenta.

Sólo para ejemplificar, el inteleitual Jorge Castañeda es Domínguez.

Y Rosa, ¡ah Rosa!, es nuestra veleidosa sociedad.

Melodrama verdaderamente de arrabal. Orolesco.

Todos muy divertidos, hilarantes. Se lanzan dardos gramaticalmente oropelescos. Pistoletazos de salva. Piales fallidos. Nos distraen de lo importante.

“El Chupacabras” es malévolo. Lo es más con los inteleituales a quienes alguna vez cargó por todo el orbe para que lo aplaudieran.

Viva está en la memoria de muchos aquella tarde en Nueva York, cuando al salir de una reunión con el Consejo de las Américas, a cuyos integrantes había “vendido” las bondades que sólo él veía en el Tratado de Libre Comercio, Carlos Salinas subió a la limousine –una camioneta tipo Van– en la que se transportaban periodistas de la fuente económica y financiera, para pedirles su opinión sobre sus palabras y los efectos de éstas sobre los asistentes al evento, entre los que destacaba el patriarca Rockefeller.

Y antes de que ningún colega pronunciara una sola palabra, uno de esos inteleituales –¿Cordera?– se apresuraba a elogiar, cuando fue tajantemente interrumpido por quien hoy encarna a “El Chupacabras”.

– ¡Tú cállate! Quiero la opinión de los señores. A ti te traje para que aplaudieras…

Salinas usó y abusó de los inteleituales. Cierto: los convirtió en orgánicos. Al servicio del poder en turno. El caso más escandaloso, sin duda, el de Héctor Aguilar Camín, quien luego lo abjurara y traicionara desde las pantallas de Televisa, empresa a la que comenzó a servir por intercesión de Salinas.

Divierte como se desnudan unos a otros. Castañeda, el más encuerado. Más veleidoso y cambiante que la sociedad misma. Lopezportillista, castrista, cardenista, salinista… de todos ha renegado, luego de servirles y presumir su amistad… Así, hasta quedar, ahora, reducido a simple foxista.

Salinas y los inteleituales divierten. Distraen. ¿Quién se acuerda de las masacres? ¿Del Estado fallido? Horas y horas de comentarios radiofónicos. Preciosos minutos de la televisión. Espacios y más espacios de comentarios escritos. Todo para un divertimento. Una distracción.

¿Qué nos importan Salinas y los inteleituales? ¿Qué aportan todos ellos para reencauzar el desmadre que es hoy el país que se le ha deshecho en las manos a Felipe Calderón? Nada. Eso y lo que se le unta al queso son lo mismo.

A final de cuentas, el único que de verdad debería estar preocupado por esta reaparición de “El Chupacabras” es Marcelo Ebrard.

Porque tienen razón los perredistas. Al jefe de gobierno de la capital nacional, ya lo besó Salinas. Y ese beso es peor que el beso de El Diablo. Es el beso de “El Chupacabras”.

¡Ay Dios!

Índice Flamígero: Y en otra pista del circo de los Hermanos Calderón –él, claro, y Cocoa–, el desafuero de Godoy Toscano. Risible. Sobre todo por las cómicas piruetas de los perredistas, ¿o no?

www.indicepolitico.com / pacorodriguez@journalist.com

Vázquez Mota regala iPads, Fernández Noroña regala libros...


*Que los obispos del país empezarán a recibir el regalo de Navidad que les prometió la coordinadora panista de la Cámara de Diputados, Josefina Vázquez Mota, en la pasada reunión de noviembre: un iPad para cada uno de los más de 80 integrantes de la Conferencia del Episcopado Mexicano.





El regalo de Noroña

Jura que pagó alrededor de 200 pesos por ejemplar. “Me dieron un descuento de 20%”. Aun así, es un gasto considerable, al menos, 64 mil pesos.


Francisco Garfias

“No es nada personal”, le dijo Gerardo Fernández Noroña al panista César Nava, cuando le obsequió el libro Los señores del narco, de la periodista Anabel Hernández, que pretende destapar la presunta complicidad del gobierno federal con el crimen organizado.

El diputado del PT no sólo le regaló a Nava el libro de Anabel. También le tocó a Josefina Vázquez Mota, quien cortésmente le dio las gracias y se lo quedó. Otros 300 legisladores recibieron el obsequio. En total, adquirió 320 ejemplares que, en librería, cuestan 270 pesos cada uno.

Pero Noroña jura que pagó alrededor de 200 pesos por ejemplar. “Me dieron un descuento de 20 por ciento”, explicó. Aun así, es un gasto considerable. Desembolsó, por lo menos, 64 mil pesos.

Al polémico legislador lo habíamos visto recorrer curul por curul para entregar el libro a sus compañeros diputados. No hizo excepciones. Lo regaló a priistas, perredistas, convergentes, verdes, petistas y a algunos periodistas y fotógrafos que se arremolinaron cuando se paró junto al Corral de la Ignominia.

En la bancada del PAN fue donde más se entretuvo. Unos le pedían que les dedicara el libro; otros de plano lo mandaban a volar. “Ya lo tenemos”, rechazaban. Algunos más ni lo volteaban a ver. ¿Por qué tan generoso? “Es una denuncia brutal”, repuso. La firmas en la portada iban y venían. Parecía el autor. “Me queda claro que ya tengo que escribir el mío”, amenazó.

Los Gastos Mas Estúpidos del Gobierno: PRI PAN

A todos parejo-Hernández

La Familia Michoacana-Ahumada

Economía de guerra-Rocha

Isabel Miranda-Helguera

Los señores del narco-Fisgón

AMLO-MEC, debatir Julio Hernández López

Astillero
Insurgencias anunciadas
La Familia, ¿narcoguerrilla?
Una causa social
La guerra electoral contra La Familia Michoacana está entrando en una fase de insurgencia como la advertida meses atrás por analistas y funcionarios estadunidenses. Al intento de aniquilamiento lanzado por Los Pinos en días pasados contra lo que se ha dicho que era una fiesta o reunión de mandos de la mencionada Familia se ha levantado una protesta abierta de ciudadanos que, a diferencia de lo sucedido, por ejemplo, en Monterrey, han concurrido a manifestaciones públicas con la cara descubierta y con notable participación de mujeres y niños. Ya antes se había advertido aquí lo que ahora se confirma: la peculiar organización michoacana tiene base social, un cierto sentido político y una clara estrategia de comunicación mediática, todo mezclado en un discutible batidillo de religiosidad, narcotráfico, autodefensa y, ahora, aires de reivindicación popular, al grado que uno de sus máximos jefes, Servando Gómez, apodado La Tuta, además de arengar a sus seguidores cual si de un batallón popular se tratara, se ha permitido la licencia académica de precisar: “...estamos en una causa justa, una causa social”.
La eventualidad de que La Familia se convierta en una narcoguerrilla metería al gobierno calderonista en un escenario aún más complicado, pues hasta ahora las confrontaciones con los cárteles tradicionales han parecido firmemente definidas en términos, por un lado, de delincuentes que desean mantener la viabilidad de su negocio enervante y, por el otro, de representantes armados de un Estado que desea restablecer un supuesto orden jurídico en el país. Ni siquiera el famoso Mayo Zambada ha dado, en la famosa y controvertida entrevista con Julio Scherer para Proceso, notas o tonos que busquen darle a la actividad de los narcotraficantes una presunta justificación política o ideológica, mucho menos el sentido de la reivindicación social. Pero no faltan los ingredientes para elaborar proclamas de ese corte, pues en el fondo del problema del narcotráfico está la brutal injusticia social, caracterizada por la falta de empleos, seguridad social y oportunidades de ascenso, frente al brutal, ostentoso y subversivo enriquecimiento de unas cuantas familias o, abriendo el abanico, de un segmento reducido de la sociedad que se beneficia groseramente de la desigualdad nacional y con ello genera resentimientos, sublevación y venganzas.
Porque así fuera de verdad su esencia, o porque las circunstancias le han colocado en esa tesitura, la mencionada Familia Michoacana parece encaminada a intentar la fabricación de ese estandarte rebelde. Al estilo de las guerrillas tradicionales, en Michoacán se han producido, después del gran ataque federal centrado en Apatzingán pero extendido a más de una docena de municipios, asaltos a bancos y a negocios con disponibilidad de dinero en efectivo, en un aparente aprovisionamiento forzado de recursos para continuar lo que La Tuta planteó, según una grabación dada a conocer ayer por Carlos Loret de Mola, como una suerte de resistencia popular que en caso de sostenerse podría llevar a los gobiernos, el mexicano y el estadunidense, a desatar una embestida proporcional al grado de peligro que plantea esa insurgencia, tal como Hillary Clinton advirtió el pasado 9 de septiembre, al hablar ante el Consejo de Relaciones Exteriores en Washington: “En México y Centroamérica, la amenaza del tráfico está en algunos casos transformándose en una causa común que nosotros consideramos como una insurgencia”.
Desde luego, las pinceladas de la Clinton tienen como objeto la creación de condiciones que faciliten la mayor injerencia de Estados Unidos en los asuntos de su vecino en llamas (un caso que impulsó a la jefa de la diplomacia gringa a hablar de “insurgencia” fue el estallido de un automóvil con explosivos en Ciudad Juárez). Equiparar a México con Colombia, y hablar de “insurgencia”, en el sentido de movimientos armados que buscan hacerse de un territorio y propiciar cambios de gobierno, ayuda a los propósitos de intervención abierta que ya se han manifestado durante el obamismo (el embajador Carlos Pascual es un impúdico opinante frecuente sobre asuntos internos de México, y Wikileaks ha confirmado el grado de control que las fuerzas gringas tienen sobre episodios clave de la “guerra” calderonista), pero que serán más fuertes a partir del rediseño del poder estadunidense con los triunfos del conservadurismo “asustado” por lo que pasa en el patio trasero y molesto por exabruptos de Calderón como aquella fanfarronería en el Capitolio al exigir que se cambiaran leyes de ese país para frenar el paso de armas a México. La Familia de los Republicanos tendrá en la de Michoacán un pretexto más para impulsar el asalto abierto de México.
Astillas
Marcelo Ebrard respondió “¿Por qué no?” a la pregunta de Carlos Puig, en W Radio, sobre la posibilidad de debatir con Andrés Manuel López Obrador, y con ello abrió la posibilidad de una confrontación de ideas y proyectos que desde ahora divide a la comunidad de izquierda. En un sondeo tuitero realizado ayer por este tecleador, la gran mayoría de los opinantes consideraron que el tabasqueño debe aceptar la propuesta del capitalino, y que un debate profundo y respetuoso podría ayudar al reposicionamiento de las opciones electorales correspondientes a esa franja ideológica. Pero otros, los menos, estiman que la de Ebrard es una propuesta envenenada, que pretende llevar a AMLO a una exposición de la que sus persistentes impugnadores mediáticos seleccionen o manipulen pasajes para continuar con la larga campaña de desgaste...
Especial prudencia deberían tener los padres de víctimas de la violencia criminal cuando son llevados por políticos en el poder a escenarios en que el drama individual o familiar es convertido en materia de discursos y nada disfrazados lucimientos de los mismos que por indolencia, incapacidad o irresponsabilidad deberían estar en el banquillo de los acusados institucionales, y no en el tapanco o la mesa de las ceremonias complacientes... ¡Hasta mañana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

AMLO en Chihuahua Capital, 15 Dic 2010 (fotos).

Moreira, líder priísta Miguel Ángel Granados Chapa Periodista


Distrito Federal– Emilio Gamboa aceptó dirigir, se supuso que sólo durante unos meses, el sector popular del PRI en el entendido de que sería sólo una estación de paso hacia la presidencia nacional del PRI, que ejercería cuando concluyera, en marzo, el periodo para el que fue elegida Beatriz Paredes. Pero anteayer martes, en la oficina misma que ocupa ya no a título provisional, el ex secretario privado de Miguel de la Madrid se sumó a la candidatura del gobernador Humberto Moreira, que será el único aspirante a encabezar el PRI en los próximos cuatro años, incluido el tan remoto y ya próximo 2012.

El partido que se muestra como imbatible de cara al proceso electoral de ese año, ha comenzado a vivir de nuevo la uniformidad que resulta de una conducción superior, acatada por todos, como la ejercida durante décadas por el Presidente de la República. Cuando ese partido perdió el Poder Ejecutivo y con él la posición angular que regulaba el funcionamiento del PRI, se hizo necesario que el liderazgo nacional priísta se disputara entre representantes de polos de influencia y de poder diferentes. De ese modo, en 2002 contendieron por la presidencia nacional Beatriz Paredes y Roberto Madrazo, acompañados respectivamente, como candidatos a secretarios generales, por Javier Guerrero y Elba Ester Gordillo. Diestro en el manejo de elecciones cuyo resultado modelaba de antemano, Madrazo se impuso a Paredes, y aunque ella denunció las triquiñuelas que gobernadores amigos del tabasqueño –como José Murat, de Oaxaca– perpetraron en su contra, se avino a la derrota, en espera de tiempos mejores.

Esos llegaron cinco años después, cuando la elección de nuevos liderazgos se realizó ya no en consulta abierta sino con delegados en una asamblea nacional, la cuarta extraordinaria. Esta vez, su compañero de fórmula era un hombre de poder, Jesús Murilo Karam, y no sólo un militante aguerrido como el coahuilense Guerrero. La tlaxcalteca venció al sinaloense Enrique Jackson, que había sido un poderoso líder senatorial en el primer sexenio del gobierno panista, y a quien acompañó como candidata a la secretaría general la diputada quintanarroense Sara Latife Ruiz.

En la integración de la fórmula ganadora se advirtió por vez primera la influencia del gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto. Aunque Murillo Karam contaba con una personalidad y una trayectoria propias, especialmente a partir de su paso por la gubernatura de Hidalgo, su inclusión en la fórmula encabezada por Beatriz Paredes obedeció a su vínculo con Peña Nieto. El hidalguense había sido pieza determinante en la elección del mexiquense, dos años atrás, cuando había surgido entre ellos una relación que se ha mantiene desde entonces.

Después de esas experiencias de elegir dirigentes del partido (o al candidato presidencial) entre más de un aspirante, que reflejaron y causaron divisiones internas, el PRI resolvió volver a la antigua fórmula del candidato de unidad, lo que fue posible por el creciente poder interno de Peña Nieto, que buscó asumir un papel determinante en la renovación del liderazgo priísta. De allí resultó la sorpresiva decisión del gobernador de Coahuila de anticipar el fin de su sexenio y presentarse como candidato a suceder a Paredes. Si hubo resistencia de la propia Beatriz y de Manlio Fabio Beltrones, entre quienes se había dibujado el ascenso de Emilio Gamboa, esa reticencia ha quedado anulada. Moreira será el próximo líder nacional priísta. No habrá ni siquiera ilusos que vean en la participación misma un mérito, o mañosos que busquen negociar una posición menor aspirando al cargo principal.

A pesar de esa certidumbre, Moreira hará campaña de enero al comienzo de marzo. Para ello en las próximas semanas pedirá licencia a su cargo de gobernador, y será reemplazado por un interino, lo que a su vez hará menos ostentosa la elección del diputado Rubén Moreira, hermano del para entonces ya líder nacional priísta, como candidato a gobernador (a menos que los apoyos a quien todavía lo es se hayan condicionado a que deponga su decisión de hacerse suceder por su propio hermano).

Humberto Moreira, profesor normalista, ha recorrido una carrera política breve, casi toda desarrollada en Coahuila, si bien trabajó entre 1988 y 1994 como mando medio en la Secretaría de Educación pública. Allí fue, entre otros cargos, secretario particular de Gilberto Guevara Niebla, subsecretario de educación básica. De regreso en su tierra, fue secretario de educación con el gobernador Rogelio Montemayor y luego alcalde de Saltillo, de donde pasó en 2005 al gobierno del estado, al que llegó en elecciones muy competidas en que su adversario panista fue Jorge Zermeño, actual embajador en Madrid.

El antipanismo virulento ha sido una característica de Moreira. Ha sido crítico ácido del presidente Calderón, en especial por su estrategia contra el crimen organizado. Pero en ese mismo terreno de la seguridad pública no ha sido un gobernante eficaz. Durante su quinquenio se han multiplicado las desapariciones de personas, algunas de ellas secuestradas en busca de una ganancia económica, pero las más sin que se conozca reclamo alguno de sus captores, sin que se sepa quiénes son y, por ende, sin que se castigue a los perpetradores ni se localice a las víctimas.

Los añorantes del priísmo, que lo supongan renovado por que sus figuras refulgentes en los próximos años son menores de cincuenta años, contarán con la biografía de Moreira y de Peña Nieto como insumos imprescindibles para su reflexión.

La hondura de Honduras Lorenzo Meyer ANALISTA POLÍTICO


Distrito Federal– Información y Poder. La semana pasada el presidente norteamericano hizo un par de llamadas telefónicas a sus contrapartes de México y Turquía. Oficialmente, Barack Obama se comunicó con Calderón para felicitarle por los logros de la reunión sobre cambio climático en Cancún, y aprovechó para reprobar “la deplorable acción” del portal WikiLeaks (WL) por dar a conocer 250 mil documentos no públicos de la diplomacia norteamericana y que recogían, en el caso mexicano, desde la angustia de algunos de los encargados locales de la lucha contra los carteles del narcotráfico por un posible fracaso de esa política hasta críticas norteamericanas muy puntuales a la implementación de esa política. Ambos ejecutivos aseguraron al norteamericano que las filtraciones de información en nada afectaban la buena relación entre sus países, (The New York Times, 11 de diciembre).

Es posible que, en efecto, develar lo que hasta hace poco Estados Unidos mantenía en secreto, no afecte la esencia de sus relaciones oficiales con el resto del mundo. Sin embargo, al poner en conocimiento del ciudadano común y “en tiempo real”, la forma y el contenido de la “alta política” norteamericana, en algo puede contribuir WL a modificar el entorno en que se desarrolla la política internacional, una arena desde hace mucho reservada a las minoría dirigentes.

Información es poder. Por ello y desde la perspectiva de los grupos o personas que manejan los aparatos del Estado, es fundamental limitar el conocimiento de algunos de los términos de sus negociaciones y acciones internas y externas. Si el ciudadano común tiene acceso a los contenidos de esos entendimientos, dentro y entre las élites del poder de cada país, puede acotarse la capacidad de manipulación de “los que mandan”.

La Relación Washington-Latinoamérica. En el caso de América Latina, la información hasta ahora difundida por WL –apenas una fracción del total– muestra con claridad el doble estándar que sistemáticamente ha manejado la gran potencia que desde el siglo XIX juega el papel hegemónico en nuestra región. Tomemos como ejemplo el caso de Honduras. Tras el golpe que los militares y una parte de la clase política dieron el 28 de junio del 2009 contra el presidente Manuel Zelaya aduciendo que se proponía llevar a cabo un referéndum ilegal para poder reelegirse, el embajador norteamericano en Tegucigalpa, Hugo Llorens, que para nada había mostrado simpatías por Zelaya, envió un informe a su gobierno el 31 de julio que, en su sumario decía:

Desde la perspectiva de la embajada, no hay ninguna duda que el ejército, la Suprema Corte y el Congreso Nacional, conspiraron el 28 de junio en lo que constituye un golpe ilegal e inconstitucional en contra del Ejecutivo. Aceptando, prima facie, que puede haber elementos para considerar que Zelaya pudiera haber cometido acciones ilegales e incluso hubiera podido haber violado la constitución, desde nuestra perspectiva es igualmente cierto que la toma del poder por Roberto Micheletti es ilegítima. En cualquier caso, es evidente que quizá la constitución misma tenga deficiencias para enfrentar posibles actos ilegales del presidente y para resolver conflictos entre los poderes.

El golpe de los militares hondureños se dio cuando estaba vigente un supuesto acuerdo histórico continental: aprovechar que la llamada “tercera ola democrática” había cubierto a casi todo el subcontinente latinoamericano para no volver a tolerar el derrocamiento por golpes militares de gobiernos legítimamente electos. Sin embargo, la posibilidad de hacer realidad ese posible vuelco histórico fue hecha a un lado por un Washington donde los conservadores republicanos se impusieron a un Obama que ha mostrado poco interés en lo que sucede al sur del río Bravo. El Departamento de Estado terminó por reconocer a Micheletti; después de todo, los golpistas hondureños representan a ojos de ciertos norteamericanos algo más importante que el arraigo de la democracia entre los vecinos del sur: la eliminación de un posible aliado de Hugo Chávez, el presidente de Venezuela que hoy es la obsesión de Estados Unidos porque le desafía en una región históricamente dominada por ellos.

Un derivado del análisis del embajador Llorens sobre la ilegitimidad del golpe militar contra Zelaya es que se mantiene abierta la cuestión de la legitimidad del gobierno que sucedió al de Micheletti desde enero: el presidido por Porfirio Lobo, producto de elecciones organizadas por los golpistas y en una atmósfera que no propició el juego electoral limpio.

Y esto tiene repercusiones para México, cuyo gobierno, como el de Chile, decidió “normalizar” sus relaciones con el de Honduras y, de manera implícita, respaldar la política norteamericana frente a un golpe militar que no debía ser tolerado. Para sorpresa de todos, los documentos filtrados confirman que para Washington y para los gobiernos conservadores de América Latina hay objetivos más meritorios que el defender las reglas básicas de la democracia como, por ejemplo, neutralizar a Chávez “haiga sido como haiga sido”.

Los Terceros. El carácter de mayor potencia mundial, lleva a que la publicación de sus documentos revele no sólo sus actitudes y políticas hacia el resto del mundo, sino que, de rebote, también ponga en evidencia las verdaderas posiciones de terceros países. Por ejemplo, vía lo reportado por la embajada norteamericana en Madrid, podemos enterarnos de ciertas actitudes y políticas de España hacia América Latina. Así, nos hemos enterado que para la hoy ministra del Exterior de España, Chávez no es más que un “payaso” y un “bestia” aunque no un estúpido. Y por lo que se refiere al primer ministro español, José Luis Rodríguez Zapatero, éste le hizo saber a los diplomáticos norteamericanos que Venezuela era un desastre pero “lo que complicaba el escenario” era el apoyo interno que Chávez mantenía. Un resumen que el periódico español El País, (10 de diciembre), hace de las muchas caracterizaciones negativas que han hecho en tiempos recientes los encargados de la política exterior española ante los enviados norteamericanos en torno a los líderes latinoamericanos -Hugo Chávez, Fidel Castro, Daniel Ortega, Evo Morales, Rafael Correa o los esposos Kirchner-, muy pocos les merece respeto. De la izquierda el único presidente latinoamericano que sale bien librado a ojos de la diplomacia ibérica, es Lula, de Brasil.

Entre los socialistas españoles y la izquierda latinoamericana hay una brecha enorme, pero una gran coincidencia con Washington por lo que a la visión sobre nuestra región se refiere. Ello reafirma lo que ya se sospechaba. Por otro lado, al comparar las tan francas como duras opiniones de los políticos españoles en torno a sus contrapartes latinoamericanas de izquierda, no puede uno menos que reconocer los ecos de las opiniones vertidas en los despachos de los diplomáticos españoles a Madrid caracterizando a los líderes revolucionarios mexicanos, (Lorenzo Meyer, “El cactus y el olivo”, Océano, 2001).

La Diferencia entre el “Tiempo Real” y el Archivo. Justo cuando WL sigue en las primeras páginas salen a la luz documentos del gobierno norteamericano tan o más reveladores del carácter duro –brutal– de la política entre las naciones que no son actuales sino producto del proceso normal de desclasificación histórica. Se trata de un reporte de los Archivos Nacionales de Washington (ANW) titulado “La sombra de Hitler: los criminales de guerra nazis, la inteligencia de USA y la Guerra Fría” (The New York Times, 11 de diciembre). La investigación demuestra cómo, al final de la II Guerra Mundial, los servicios de contra inteligencia norteamericano violaron sus propias leyes y contravinieron su propia política oficial de exigir responsabilidad a los nazis y castigar sus crímenes y en cambio reclutaron a ex oficiales de la Gestapo y de las SS así como colaboradores de los nazis y les ayudaron a escapar de un justo castigo y a rehacer sus vidas.

El reporte de los ANW es más revelador de la doble moral de la política internacional que cualquier cosa filtrada hasta ahora por WL, pero el efecto político de tamaña violación de los principios más elementales de la decencia ha sido nulo. Y esto muestra la importancia de desenmascarar en “tiempo real” las incongruencias y abusos de los profesionales de la política. La estrategia de WL es una “conspiración” que busca el máximo impacto público posible para desenmascarar una “conspiración mayor”: una de las élites en contra de los intereses del ciudadano común, (The New York Times, 12 de diciembre). Vale la pena discutir el punto, sobre todo a la luz de la reacción de los gobiernos afectados.