domingo, 17 de octubre de 2010

Un agónico espera ayuda Arturo Mendoza Díaz Catedrático y Analista político


Por muchos motivos puede decirse que Juárez es un pueblo en agonía, en cuanto a que la vida colectiva en sus diversas modalidades es hostigada sin misericordia hasta el grado de exterminarla o hacerla desaparecer del entorno urbano.

Los sucesos diarios son elocuentes: Por acá, la terminal de la Ruta 5A es atacada en una acción que causa destrucción y muerte. Cuatro camiones son rafagueados y después se les prende fuego, mientras que el checador y el velador son agredidos y el primero muere.

Así, el miércoles un chofer llegó a emprender sus labores y encontró su unidad carbonizada. Tristemente, se subió a ella para mirarla por última vez. Las expresiones que entonces se oyeron fueron más que un discurso: “Siento mucho coraje”. “¿Hasta cuándo va a parar esto?”

Más allá, un lote de autos usados en el que a un empleado se le halló muerto con un tiro en la cabeza es abandonado porque resultó imposible seguir operando. Sus propietarios pasaban por una situación peor que la de estar entre la espada y la pared.

Según trascendió hasta llegar a ser del dominio público, por un lado estaban pagando una cuota de 10 mil pesos semanales a un grupo delictivo que los extorsionaba, pero por otro, los antagonistas de ese grupo los acusaron de apoyar a aquéllos. Y como ya no les dejaron para dónde hacerse, el lote fue cerrado, a lo que siguió una desbandada de 140 comerciantes que a su vez afectará a una infinidad de trabajadores, como lavadores de vehículos, carroceros, mecánicos y empleados de yonques y refaccionarias.

Por supuesto, la afectación no se limita a esos casos. Numerosos médicos cerraron sus consultorios por los asaltos, secuestros y asesinatos, lo cual lastimará a la población. Además algunas escuelas, como la Preparatoria de El Chamizal, se están quedando sin alumnos.

Ciertamente, a pesar de todo hay grandeza de ánimo, y esto no es sólo por la acogida hacia un encuentro internacional de futbol entre las selecciones de México y Venezuela ni por el júbilo que hubo cuando los mineros chilenos fueron rescatados.

No, de cualquier forma no todo es desconsuelo. En Juárez la vida fluye, aferrada y generosa, en muchas personas que jamás abandonarán el barco, esta nave en la que surcan el ahora proceloso mar de una realidad llena de olas sangrientas, sobresaltos y relámpagos de armas de alto poder.

Nuestra comunidad se afianza a la vida como a un clavo ardiendo, y se encuentra esperando un rescate que debe llegar por diferentes flancos y de modo oportuno. Por eso mira con interés los esfuerzos que se llevan a cabo y que tienden hacia su redención.

El gobernador Duarte, a pesar de que el presidente Calderón dijo que el problema no es económico, cuando se le pidió que se instale en Juárez un régimen fiscal de excepción, ha machacado en la Ciudad de México la necesidad reinante de ese trato fiscal.

Porque, en efecto, el desastre originado por la inseguridad pone de manifiesto la falta de una atención similar a la que se da a entidades federativas asoladas por terremotos o sequías. Ello, aunque la acción del crimen organizado devastó a Juárez más de lo que lo hubiera hecho un sismo regular.

Esa cruzada que ha emprendido Duarte, más allá de la justificación que le da sustento, tiene visos de llegar a un buen fin por la sinergia que existe para que cristalice, puesto que hasta el Congreso local ha tomado cartas en el asunto, sin distingos partidistas.

Su materialización, por lo tanto, entra dentro de lo factible, no obstante que ése sería nada más uno de los flancos en la lucha para lograr el resurgimiento de Juárez. Después de todo una amnistía fiscal es distinta al afrontamiento de la inseguridad.

Ésta, como se dice, es otra historia cuya naturaleza, aparte de llenar de sangre las calles citadinas y generar angustia, “espanta” a los inversionistas. Y eso sin olvidar lo relativo al hecho de que la violencia “mata” la actividad económica que ya se halla establecida.

Tal circunstancia hace necesario que ese otro lado del problema se afronte de una manera ágil. En esto concordamos con el ex presidente colombiano César Gaviria, acerca de que en México la guerra contra el crimen organizado no se está dando a la velocidad correcta. Yo diría que va a paso de tortuga.



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