miércoles, 27 de octubre de 2010

Al borde del precipicio José Ignacio Gallardo Baquier Analista político


¿En verdad vamos por el camino correcto? Cuando escucho hablar al presidente de México de que la estrategia implantada por su gobierno para combatir al crimen organizado va en el rumbo correcto no puedo más que preguntarme a cuál camino se refiere. Si el camino es la devastación de nuestra querida ciudad, si el rumbo es provocar el colapso de esta otrora pujante comunidad, sí, coincido con el Presidente, vamos precisamente en el camino correcto.

Pero si lo que se pretendía era restablecer la paz social, la armonía entre los ciudadanos y el dinamismo de nuestra querida Ciudad Juárez, definitivamente no, no podemos hablar de que vamos avanzando en la resolución de los grandes problemas que enfrentamos desde hace casi tres años en esta frontera.

Es más, parece que ni siquiera se ha empezado por conocer en su totalidad todos los factores que están generando la inédita crisis que en estos momentos atravesamos. Este fallido intento de rescate encabezado por las tres instancias de gobierno se inició sin todavía saber cómo se va a terminar.

Las cifras son frías y muy evidentes, y tal vez en este caso nos den claridad sobre la penumbra en la que nos encontramos. En el 2007 se registraron poco más de 300 ejecuciones en esta frontera, cuando se inicia el Operativo Conjunto Chihuahua en el 2008 la cifra de ejecutados se elevó por encima de los 1600, el año 2009 cerró con más de 2600 muertes, para finales de este mes de octubre se estará rebasando el cierre del año pasado, lo que nos indica que con toda seguridad 2010 cerrará siendo el año más violento para mi querida Juárez, en lo que va del sexenio calderonista y en su historia reciente.

Cuando se solicita la intervención del gobierno federal ante el fracaso de las instancias municipal y estatal y ante lo delicado de la situación, se pensaba que con su llegada entraríamos en una pronunciada disminución de la violencia que se desbordaba en las calles; sin embargo. los meses y los años han pasado y de manera alarmante vemos el efecto contrario al esperado.

Las muertes se han multiplicado exponencialmente, las ejecuciones se han vuelto cada día más innecesariamente despiadadas y más estúpidamente crueles. El éxodo de juarenses es ya incuantificable al igual que las millonarias pérdidas del empresariado local. Locales vacíos, comercios incendiados, pánico y estrés colectivo, depresión generalizada, marchas de ciudadanos encolerizados, pero el gobierno federal insiste en su discurso triunfalista, de que vamos en el rumbo correcto.

Una cascada de perturbantes hechos tiene presa a esta región; apenas estábamos comentando el apoyo ciudadano a la marcha encabezada por la comunidad de médicos en donde manifestaron su hartazgo por la situación que los tiene contra la pared, cuando nos despertamos el sábado con una nueva masacre, ahora en Horizontes del Sur. Muchos no pueden creer que de nuevo el infierno se haga presente ante una población que aún no se repone del horror que se vive con tragedias como la de Villas de Salvárcar, una comunidad que continúa sufriendo y aunque no se repone aún de las anteriores injusticias, ya está recibiendo una más.

¿Es este el camino correcto? ¿Para qué? ¿Para quiénes? Porque es más que claro que para los juarenses no. A dónde pretenden llevarnos por este camino. A un callejón sin salida, a una trampa, a un despeñadero ¿a dónde? ¿Qué entiende el presidente por camino correcto?

Los que no nos hemos marchado de esta frontera estamos muy preocupados cuando el presidente Calderón dice que ni un paso atrás en esta absurda y costosa guerra. Afirma un día sí y otro también que los operativos continuarán con paso redoblado, pésele a quien le pese, no importando los daños colaterales, que por cierto para él parecen no significar mayor importancia. Lo más delicado es que los juarenses ya no podemos dar un solo paso más al frente, porque aquí estamos al borde...del precipicio.

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