lunes, 30 de agosto de 2010

¿Qué nos espera? De La Redacción EL DIARIO de Cd. Juarez...

Aun cuando no es nueva ni sorprendente la información derivada del reporte presentado por el Observatorio de Seguridad y Convivencia Ciudadanas (esfuerzo interinstitucional de la UACJ, el gobierno municipal y la Organización Panamericana de la Salud), acerca de que un estimado de 230 mil personas han huido de la ciudad en los últimos dos años por la inseguridad y la violencia, al conjuntarse con otra serie de datos que se dieron a conocer durante la semana que termina permiten vislumbrar un escenario aun menos atractivo para la ya de por sí aporreada localidad en la que vivimos.

Aisladas, en el transcurso de los días anteriores se publicaron notas informativas que dieron cuenta de que la economía estadounidense –de la que en gran medida depende la juarense– creció en el segundo trimestre del año menos de lo estimado por el gobierno norteamericano, mientras que las ganancias corporativas casi se extinguieron, lo que confirma que la recuperación económica está perdiendo impulso.

La AMAC local respondió a lo anterior indicando que es muy claro que este año la industria maquiladora juarense no tendrá los niveles de producción que tuvo siquiera el año pasado, cuando el sector ya se encontraba en crisis, mientras Desarrollo Económico del Norte reiteró lo que durante años hemos subrayado: que urge una nueva estrategia para esta ciudad, que no se base en la economía de EU para poder desarrollarse sin tal dependencia.

Del lado mexicano, el INEGI dio a conocer que en julio pasado la tasa de desocupación a nivel nacional fue de 5.7 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA), la más elevada desde enero del presente año.

Entre los detalles de esa información económica se desgranó que el 74.7 por ciento de tan elevada tasa de desocupados (tres de cada cuatro) se registró entre las personas con mayor nivel de instrucción académica, esto es, que el desempleo le está pegando más duro a los universitarios, cuando apenas el viernes pasado se graduaban –la mayoría con honores o promedios arriba del 8.5– más de mil egresados de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.

Pero aún hubo más notas relacionadas: por segundo trimestre consecutivo se rompió el récord de mexicanos que laboran en la economía informal, al ascender en junio a 12.8 millones de personas, que equivalen al 28.8 por ciento del total de la población ocupada, también de acuerdo con otra información divulgada por el INEGI, lo cual indica que casi uno de cada tres mexicanos obtienen su sustento del autoempleo, con sus changarros o vendimias que en esta frontera es uno de los escenarios más vistos.

Comentaba al respecto un analista que es evidente que parte del motor de generación de empleo no descansa en las políticas oficiales, sino en la válvula de escape que representa la informalidad.

En contraste con lo anterior, también por estos días, a pesar de que concretamente entrará en vigor a mediados de septiembre, comenzaron a sentirse en la ciudad las consecuencias del decreto que restringe el uso de dólares en efectivo como una medida orientada a combatir el lavado de dinero.

El Gobierno del Estado ya comenzó a rechazar los pagos de los contribuyentes en moneda estadounidense, en tanto que Caminos y Puentes Federales pretendió hacer lo mismo en el cruce Santa Fe pero dos días después dio marcha atrás al darse cuenta de lo negativo de esta medida.

A mediados de semana, la Comisión Permanente del Congreso de la Unión se vio obligada a demandar al presidente Felipe Calderón que derogue el citado decreto, en tanto no se establezca un régimen de excepción a personas físicas y morales de la franja fronteriza y de regiones de intensa actividad turística, que son las que han resultado más perjudicadas y lo serán más en cuanto comience a aplicarse de manera completa la normatividad a partir del 13 de septiembre.

Junto con las noticias mencionadas, que no auguran nada bueno para Ciudad Juárez, de manera oficial el viernes pasado el primer mandatario de la Nación, al clausurar sus Diálogos por la Seguridad, advirtió que se intensificará la violencia por causa de la guerra contra la criminalidad, cuando en carne propia los fronterizos ya no ven la puerta al sentir cómo cada día más la inseguridad estrecha el cerco en su entorno, al grado de que en estos momentos no hay algún juarense no se haya visto tocado por alguna arista de esta insoportable situación.

Como vemos, no es que pretendamos erigirnos en agoreros de desastres, pero el horizonte próximo que se distingue para esta frontera es absolutamente alarmante, lo que podría escucharse reiterativo porque, en la actualidad, las condiciones en que vivimos en realidad ya lo son. Entonces, ¿qué más podemos esperar? ¿Los signos de los tiempos nos indican que no hemos llegado todavía al fondo del pozo y que las circunstancias se tornarán aun más difíciles? ¿Cuánto más?

Si la quinta parte de la población de esta ciudad –los 230 mil que reporta el estudio interinstitucional– ha optado por el exilio en los últimos dos años, ha sido precisamente porque la conjunción de violencia y crisis económica los ha ahuyentado. A estas alturas todavía hay juarenses –los que pueden, de acuerdo con su situación patrimonial y laboral– que cada día salen despavoridos con sus bártulos hacia otras partes del estado o del país, o bien, se atreven a irse indocumentados a algún lugar de Estados Unidos.

En ese despoblamiento paulatino de Juárez incidió el estallido de la violencia pero también los golpes que la desaceleración y la crisis financiera de EU propinaron a la industria maquiladora local, que vivió la más terrible coyuntura de desempleo jamás vista en esta región.

Los datos presentados líneas atrás prevén otra desaceleración económica en EU, por lo que ya sabemos que cuando el vecino estornuda acá sufrimos de pulmonía. Es decir, que podría volverse a registrar otra crisis dentro de la crisis aún vigente, con todos los agravantes de mayor desempleo –que, como vimos, ahorita ya alcanza niveles récord–, más crecimiento de la economía informal, menor acceso a la educación –en el ciclo escolar que acaba de iniciar la tercera parte de los alumnos de las escuelas particulares desertó–, más salidas de fronterizos, peor deterioro en el tejido social, el disparo en la cifra de los ni-nis, que a su vez engrosarían las filas del crimen organizado… junto con el augurio de Calderón de que se recrudecerá la violencia.

Algunos juarenses que aún bregamos en el día a día entre la inseguridad y el miedo aquí en la ciudad, observamos con gran inquietud esos indicios porque, entre otras inferencias que se derivan se halla la de que, a mayor crisis y violencia con menor población, crecen las posibilidades de que quienes todavía seguimos acá seamos víctimas de alguna de las caras del delito. Si ya de por sí, dicen algunos…

En los últimos dos años los hábitos de vida de los juarenses que aún permanecen en la ciudad se han modificado sustancialmente, por lo que es de suponer que cambiarán todavía más. De acuerdo con el estudio de la UACJ-Municipio-OPS, el 83 por ciento de los residentes dejaron de dar información por teléfono, tres cuartas partes no hablan con desconocidos, un porcentaje similar dejó de salir por las noches, la mitad ya no carga efectivo, no permite salir a los menores a las calles y cortó su asistencia a eventos públicos.

Hemos observado, además, que los fronterizos han optado por encerrarse en sus calles y fraccionamientos aun por encima de lo que dispone la autoridad municipal. Como van las cosas, al rato nos confinaremos a piedra y lodo, saliendo sólo para trabajar y adquirir lo indispensable. Si ahorita ya somos rehenes en nuestras propias viviendas, todo parece indicar que lo seremos en mayor medida.

Vaya, que el mismo gobierno municipal lo ha advertido así al anunciar la cancelación del evento masivo tradicional tras el Grito de la noche del 15 de septiembre, y ha pedido a los juarenses que vean la ceremonia por televisión desde la seguridad de sus propias casas, cuando se celebra precisamente el bicentenario del inicio de la Independencia.

Para los residentes de esta frontera, que a estas alturas ya casi han visto y soportado todo, tal vez ni irónico o increíble les resulte la invitación que está haciendo el Consulado de México en El Paso, para que vayan a celebrar la fiesta más mexicana de todas a una ciudad del extranjero…

Un indicativo del miedo de los fronterizos a salir será el Sexto Festival Internacional Chihuahua, cuyos eventos que se extienden todo el mes de septiembre arrancan con la semana.

Cierto es que todos estamos expuestos a la violencia desmedida, pero si las condiciones se tornan como se vislumbran, una de las actividades que mayor riesgo enfrentaría es la del periodismo, ya afectada por las constantes intimidaciones a los trabajadores de la comunicación confirmadas en días pasados por los correspondientes relatores de la ONU y de la OEA.

Frente a este nada hipotético panorama, si el presidente Calderón lo ha advertido es urgente entonces que él y su equipo redoblen las acciones y estrategias contenidas en la Operación Coordinada, que ya de por sí no han dado el resultado esperado por los juarenses, pero también es imperativo que las entrantes autoridades estatal y municipal se aboquen a la confección de planes emergentes para esta frontera, con el fin de ayudarla a no caer más en este oscuro pozo desde el que no se alcanza a ver la luz.

Hace mucho que esta situación trascendió los enfoques político-electoreros que se le han aplicado. Es más, en gran medida se halla así precisamente por causa de la miope y ramplona visión de quienes han tenido en sus manos las decisiones que podrían haber modificado el curso de lo que hoy padece Ciudad Juárez, por lo que los mandatarios de los tres niveles junto con legisladores locales y federales deben escuchar este SOS que lanza esta comunidad que ya no aguanta más.


Jueces sin rostro, una figura legal indispensable


Al término del Décimo Encuentro Nacional de Presidentes de Supremos Tribunales de Justicia y de Procuradores de Justicia del país, celebrado el viernes en Durango, estos funcionarios acordaron analizar la propuesta de implantar la figura de los jueces sin rostro para los juicios que se lleven a cabo por delitos del orden común de “alto impacto”.

De acuerdo con la información divulgada ayer en este medio, una comisión especializada de tribunales y procuradurías verá la factibilidad de establecer salas especiales en reclusorios destinados a juzgar a delincuentes de alta peligrosidad.

Resulta paradójico que mientras que a nivel nacional se discute la viabilidad de introducir esta figura en las leyes locales, según la nota informativa que se publica hoy en El Diario la misma fue desechada de la reforma al nuevo sistema de justicia penal aprobada en enero de este año, porque el juez sin rostro “choca” con este esquema garantista de Chihuahua, donde “todo queda a la vista, desde el procesado hasta el juzgador, pasando por el defensor y el agente del Ministerio Público”, de acuerdo con la declaración del presidente del STJE, Rodolfo Acosta Muñoz.

De veras que tanto los funcionarios judiciales como los legisladores locales vieron la tempestad y no se hincaron, al dejar de lado esta figura que tanta falta hace en el contexto actual de violencia.

Acosta Muñoz dice que él personalmente está en contra del juez sin rostro porque es incongruente con todo el modelo de justicia que pronto entrará en vigor en todo el país, donde “se transparenta” todo el procedimiento judicial.

Si el presidente del STJE se opone a estos juzgadores anónimos, entonces habría que preguntarle por qué a un año de que tres hombres que fueron detenidos y acusados de 211 asesinatos aún permanecen sin que se les finquen cargos y muchos menos han sido presentados ante un juez para someterlos a los juicios correspondientes.

Y como estos tres indiciados, hay otros más presos que sólo han sido señalados de haber cometido cientos de crímenes, pero no han sido juzgados por ello.

El garantismo y la apertura del esquema actual no responde a las circunstancias de violencia que vive la entidad, en donde se necesitan jueces que, sin arriesgar su seguridad personal, juzguen, sentencien y refundan en prisión a tantos individuos que presuntamente han cometido centenares de homicidios, y no que por el temor de ser atacados por el crimen organizado sólo les imputen cargos menores para que a la vuelta de unos meses regresen a las calles a seguir incrementando la cadena de inseguridad.

A principios de semana se comentaba en la columna De los Reporteros que, luego de que un juez federal sufrió un atentado en Nayarit, los juzgadores que despachan en la ciudad, tanto del fuero federal como del común, andan inquietos y temerosos, al grado de que algunos solicitaron protección policiaca especial.

Tanto los jueces como los agentes del Ministerio Público que cumplen con honestidad su función, deben ser protegidos en su identidad para que saquen adelante los numerosos procesos retrasados que, como lo hemos comentado frecuentemente en estos espacios, lo único que ocasionan es aumentar la percepción de impunidad con que se ve el nuevo sistema de justicia penal.

Por lo que se ve, la postura de Acosta Muñoz chocará con la del gobernador electo César Duarte, quien tanto en campaña como después de su triunfo en las urnas, adelantó que al asumir el poder promoverá diversas reformas en materia de seguridad, entre ellas la institución de los jueces sin rostro para darle agilidad a la impartición de la justicia.

Entre tantos faltantes y lagunas que han propiciado la situación actual, esa figura legal es una de las que se requieren en la presente coyuntura.

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