viernes, 6 de agosto de 2010

El Rechazo





“¿Por qué no nos quiere ya el pueblo?

¿Qué le hemos hecho?

Siempre le hemos servido. Ésta ingratitud me duele”.

Candidato del PRI a una gubernatura,

en conversación privada con periodistas.








I

El epígrafe corresponde a un prominente priísta que, en tras una larga carrera como diputado federal y local (varias veces) y delegado del PRI en varios de los 31 Estados Unidos Mexicanos, quería ser gobernador de una entidad federativa importante.

El citado político, quien accedió a analizar con candidez y honestidad intelectual poco usual con algunos columnistas a quienes considera, paradójicamente, sus amigos y/o confidentes, no ocultó su asombro y, a la vez, su rencor por una conducta electoral que considera ingrata.

Relató como el gobernador priísta saliente tampoco parece haber superado su pasmo y asombro por la derrota. También platicó acerca de la misma reacción de Beatriz Paredes y otros “gallones” –así los describió-- del priísmo se resistían a aceptar el desenlace de los comicios del 4 de julio.

La “nomenklatura” –narraba-- se sentía muy convencida, incluso triunfalista, de que esas elecciones serían una demostración de que la ciudadanía quiere que el PRI vuelva al poder en condiciones de gran mandato, con “carro completo” y todo, desencantados del PAN.

Más no. Desde el domingo (ese 4 de julio) por la noche, “(Beatriz) me habló un par de veces para decirme que eran “inaceptables” los informes que estaba recibiendo en su oficina en el sentido de que íbamos parejo con el PAN, primero, y después, atrás de éste.


II

Francamente, afirmó éste candidato, “(Beatriz) me pareció histérica”. Luego –relató-- le hablaron varios personajes del Comité Ejecutivo Nacional del PRI y también el gobernador del Estado, “a quien sentí notoriamente alterado y hasta desesperado”.

Mencionó que en las últimas llamadas del gobernador, éste “casi casi me culpó a mí de que no estuviésemos ganando” y que se estaba viendo “forzado” a “revivir” un “plan B” que no había preparado del todo porque confiaba en la victoria. “Ésta nunca nos sonrió”.

El “Plan B” –ya lo habría adivinado el caro leyente-- es “soltar a los mapaches” en las palabras del candidato priísta fallido, pero el exceso de confianza del gobernador en el triunfo electoral le hizo pensar que no sería necesario incurrir en “las artes de siempre”. Decía que la gente lo amaba.

“De todos modos, teníamos brigadas, durante todo el día de la votación, para “embarazar” urnas, intimnidar o jalonear a funcionarios de casillas que no eran de los nuestros, coaccionar votantes y comprar votos, aunque esto último es lo más costosa de toda operación electoral”.

A nuestro interlocutor se le inquirió si él estaba seguro de que ganaría la elección y su respuesta fue afirmativa. “Yo no oa veía difícil”, comentó. “Diíficl, difícil, Veracruz…” En Veracruz, afirmó, “el PRI ganó entre comillas con las artes de siempre”. Añadió: “Eso lo sabemos todos”.


III

Dijo: “Pero les puedo decir que ningún gobernador priísta, ningún candidato priísta estaba preparado mentalmente, emocionalmente, para ser derrotado… Tampoco estábamos preparados, definitivamente no lo estamos, para la experiencia del rechazo del electorado al PRI”.

“En el CEN persiste, creo yo, una especie de estupor”, describió. “No podemos creer que, como en Veracruz y otros Estados, la ciudadanía le haya dado las espaldas al PRI, nos haya escamoteado lo que pensábamos era una probabilidad ya pro forma de que tuviéramos carro completo”.

Eso es traumático en los Estados (en los) que perdimos, pero especialmente en uno como Veracruz, en donde aunque el PRI haya ganado como ganó, a nuestro modo, la gente nos rechazó. Ese rechazo fue el abstencionismo y en muchos votos para el PAN, que creíamos en la lona”.

Nuestro personaje sostiene que en la cúpula priísta hay mucha preocupación, pues la sucesión presidencial, que antes del 4 de julio “ya dábamos por segura de obtener en 2012, se nos presenta muy complicada. Ya no estamos tan seguros de volver a la Presidencia.

Para éste político, éste rechazo no es tan traumático como el del 2000, pero sí lo considera injusto y una “ingratitud” del pueblo. “El PRI siempre ha trabajado por el pueblo; ha hecho mucho por él”. Y más: Los priístas nos sentimos orgullosos de lo que hemos hecho por éste país”.

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