domingo, 18 de julio de 2010

El triunfo cultural de Carlos Monsiváis



La pluma de Carlos Monsiváis recorrió todos los temas posibles de reflexión. Su pensamiento crítico lo convirtió en la referencia obligada que ayudaba a comprender, a partir de la ironía y la reflexión cáustica, todo cuanto sucedía en el país y, especialmente, en la capital mexicana.

Sobre los derechos sexuales, la diversidad sexual y el VIH/sida, la voz de Carlos Monsiváis se dejó escuchar en reiteradas ocasiones. El combate a los prejuicios homofóbicos fue una de las múltiples causas que abrazó con ímpetu, pero su mirada siempre estuvo abierta a cuestionar la “moral” sexual mexicana en general.

En su última colaboración en el principal noticiario de Televisa criticó severamente la quema de libros de biología de la SEP en Guanajuato, por organizaciones ultraconservadoras que consideraron la información sobre sexualidad demasiado explícita para la niñez. Monsiváis se mofó en muchas ocaciones de la triunfal declaración del PAN cuando Vicente Fox asumió la presidencia, proclamando el hecho como el "triunfo cultural" de la derecha.

Aun en los temas más delicados, Monsiváis jamás tuvo miedo a las palabras. Las dominaba, las usaba a su antojo y en formas insospechadas. A manera de homenaje, transcribimos algunas muestras de la lucidez de su pensamiento.




De los crímenes de odio
“Los crímenes de odio se dirigen contra una persona y hacia lo que simboliza, representa y encarna, y son en este sentido acciones de furia contra la especie. Los victimarios no conocen previamente a la víctima y al liquidarla se sienten en posesión de ese poder sin límite, el exterminio del mal (en el vocabulario homicida el ma l es el comportamiento detestado y es la debilidad física y social de las víctimas. Los crímenes de odio más conocidos so los enderezados contra los gays, y este agravio histórico cobra cada año en México decenas de víctimas. Pero nada supera en número y en continuidad a los asesinatos de mueres solas, en especial jóvenes, lo que se llama justamente feminicidios, un término que corrige el patriarcal de homicidios, pero insuficiente para describir el fenómeno.”
(Libro Los mil y un velorios)

De la homofobia
“Por homofobia no se entiende las antipatías o las desconfianzas o los recelos morales que los gays suscitan, algo inevitable por enraizado y de muy difícil eliminación incluso entre los propios gays, sino la movilización activa del prejuicio, la beligerancia que cancela derechos y procede a partir de la negación radical de la humanidad de los disidentes sexuales.”
(Libro Los mil y un velorios)

“El ghetto gay, tan útil para el enaltecimiento de la norma, ve en el desprecio el primer reconocimiento público de existencia. Y también, para que el cielo de la heterosexualidad exista, se requiere fijar, con saña minuciosa, el infierno de los homosexuales, consistente en lo básico en búsquedas, desprecios y acoso social.”
(Del libro Salvador Novo. Lo marginal en el centro)

“Los homosexuales pertenecen entonces sin discusión a la contranatural, porque asumen, queriéndolo, el estigma de lo femenino. Según los guardianes de la Norma, un homosexual se degrada voluntariamente al asemejarse a las mujeres, y el registro público y privado de tal envilecimiento justifica la condena machista. El joto amenaza la continuidad de la especie y los valores fundamentales, y su impudicia lo lleva a exhibirse allí, donde era inexistente por invisible.”
(Del libro Salvador Novo. Lo marginal en el centro)

Sobre el feminismo
“Al feminismo la tendencia ha sido no verlo orgánicamente sino como suma de querellas: despenalización del aborto, igualdad de condiciones laborales, respuesta legal al problema de la violación, igualdad de condiciones jurídicas, en fin, los puntos hoy más destacados. Se piensa que resueltas más o menos estas disputas, el feminismo carecerá de cualquier sentido. Esta decisión de ver en el feminismo un sindicalismo que-no-se-atreve-a-decir-su-nombre se exhibe con claridad en el caso del aborto. Para defender la despenalización se arguyen razones económicas y sociales, pero casi nadie acepta como válido que una mujer decida abortar en pleno uso de sus recursos corporales. El derecho al cuerpo se maneja con mucha tibieza o de modo muy retórico, pero pocos creen en él como un derecho civil que debe ser constitucional”.
(El machete, mayo 1980)

La izquierda y los homosexuales
“A la izquierda en México la integran mexicanos. Esta brutal y legalista obviedad te describe de entrada una formación homofóbica, el odio/temor a lo diferente y la sensación de superioridad instantánea ante los “raros”, los “otros”. Si frente al feminismo, causa finalmente de masas, la izquierda no mostró mayor sensibilidad durante décadas, ante la existencia de una minoría invisibilizada no cabía esperar sino lo que se dio: burla, incomprensión, repugnancia ante el mero tratamiento del tema. (…) Los grabados de Posada sobre la redada en el baile de los 41 ratifican y sostienen una imagen popular: el homosexual es el señorito afeminado, el colmo del ocio de la clase alta que pervierte proletarios con su dinero. A esta imagen predominante se añade otra, servil y complementaria: el joto de burdel, el infortunado producto de una tragedia biológica. No hay términos medios. Y entre estas dos visiones, el aristócrata lascivo y decadente que abusa de la urgencia económica que acompaña a la virilidad popular, y la víctima infeliz de la biología que repta y se contonea patéticamente, la conclusión es drástica. La homosexualidad es anuncio de la desintegración burguesa o broma pesada del destino”
(El machete, mayo 1980)

De la Revolución Cubana
“En 1962, entrevistado por Lee Lockwood, el comandante Fidel Castro expresó su desconfianza categórica hacia los homosexuales. Pronto se consideró oficialmente a la homosexualidad como “delito ideológico” y a mitad de los sesenta se creó el UMAP (Unidad Militar de Ayuda a la Producción), especie de campos de trabajos forzados para “lacras sociales”. El UMAP duró algunos años, aprovisionado por continuas redadas de “antisociales”, homosexuales, católicos recalcitrantes, Testigos de Jehová, vagos. En su insospechable alegato revolucionario, En Cuba, Ernesto Cardenal transcribe una declaración del obispo de La Habana, Francisco Oves, a propósito de unos seminaristas que en la isla de Pinos trabajan en una unidad de lacra social, en canteras de mármol: ‘Son prácticamente trabajos forzados —dice Oves— En condiciones muy duras. Es muy molesto para ellos estar con homosexuales, rateros y otros tipos antisociales’. Cardenal también recoge el testimonio de un católico y un marxista a este respecto.”
(El machete, mayo 1980)

De la Revolución Mexicana
“Aunque sin equivalente en lo mínimo a los edictos de la Revolución Soviética y la Revolución Cubana, la Revolución Mexicana (sus intérpretes sociales y culturales) emite el ideal del Hombre Nuevo, consistente en lo básico en la suma de equivalentes civiles de la conducta ideal de los militares: valentía (ya no suicida), arrojo, fe en el Pueblo, virilidad sin mancha, desprecio a la debilidad o la blandenguería. Del paisaje mítico de Recios Varones, se desprende el mito nacional y nacionalista, el Mexicano Macho hasta las Cachas que la industria cultural prodiga y cuyas resonancias aún ahora son tan costosas y trágicas. Para juzgar el grado de inquina contra lo diferente, conviene examinar la forja legendaria del machismo muy dependiente, a partir de los años treinta, de la industrialización del folclor revolucionario: Si me han de matar mañana, que me maten de una vez”.
(Debate feminista, octubre 1997)

Las mujeres y el poder
“El poder, tratándose de mujeres, siempre es emblemático en algún nivel. Un hombre jamás representa a su género: una mujer lo hace de manera casi inevitable porque al ser secretaria de Estado, gobernadora o senadora, es una excepción o una concesión a la demografía, y la excepcionalidad le confiere un perfil simbólico”.
(Debate feminista, abril 2000)

“El poder necesita ejercerse, y entre las mujeres, ese conjunto mayoritario tratado como minoría, la meta y el medio de las transformaciones requeridas es el empoderamiento, vocablo que me resulta disonante y que ya es inevitable. El empoderamiento es la acción colectiva sin la cual no se produce el cambio, es la distribución más democrática de los poderes en la sociedad”.
(Debate feminista, abril 2000)

De la experiencia gay
“El gay que se urbaniza atraviesa el espacio secreto y público a la vez, donde la “raza maldita” se reconoce gracias a la mirada posesiva y la mirada braguetera, y a partir de allí se palpa febrilmente, sitúa su identidad con el apoyo inevitable de la burla y el choteo, se asegura de su lugar en la sociedad atendiendo a los atropellos policiacos, usa del melodrama como intermediación literaria, y si no va al límite es porque, en los convenios de su cultura formativa, el límite ha sido su punto de partida”.
(Debate feminista, octubre 2000)

“El gay está al tanto de lo que es porque le gusta lo prohibido. Al inscribir su impulso en la esfera de la fatalidad, no lo que es sino lo que debió ser, el gay pobre o de provincia ignora sus derechos básicos, y se considera inmerso en una pesadilla. ¿Qué aniquilamiento de las pretensiones más adecuado que el hacinamiento en baños de vapor, en cines de segunda o tercera, en las calles y avenidas que son ghettos ambulantes’ La sordidez es el más vindicativo de los clósets, y son precisamente la pena y el gozo que de allí se desprenden los que evitan la observación racional del deseo”.
(Debate feminista, octubre 2000)

Sobre el sida
“Conmemoramos el intransferible sentido de la pérdida, y celebramos la decisión de politizar cada día más la lucha, de refrendar el sitio de la solidaridad en nuestras vidas. Todos los presentes, estoy seguro, en los años del sida hemos conocido la desolación irreparable y hemos reconstruido nuestro sentido ético, al comprobar cuán escasamente preparados nos hallábamos para las crisis extremas, las oleadas de miedo, las presiones del moralismo salvaje con su cauda de linchamientos. Y todos, también, hemos advertido con alegría compromisos inesperados y la acción humanista de personas, de grupos, de sectores.”
(Palabras pronunciada en la VII Caminata Nocturna Silenciosa en memoria de los fallecidos a causa del sida. 1994, Hemiciclo a Juárez)

“Los amigos muertos se adueñan de la memoria convertidos en imágenes circulares, rostros, gestos, frases, escenas cuya calidad memorable ahora aquilatamos. De ellos, de los desaparecidos en las brumas hirientes de la plaga, vamos sabiendo lo que nos negó la cercanía: la firmeza y la coherencia de sus actitudes, el estilo de vivir mucho más armonioso de lo que jamás supusimos, la delicadeza de su trato, la generosidad. Los amigos muertos son el diálogo incesante y la melancolía de las conversaciones pendientes. Y son la certeza de que, si es verdad la metafísica, se encuentran ahora, con su mirada entrenadísima y la experiencia cinegética, en la esquina del Más Allá y la Lujuria Pendiente.”
(Perfil de La Jornada. Noviembre de 1994)

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