lunes, 10 de mayo de 2010

Madres que no se festejan

Editorial EL UNIVERSAL

10 de mayo de 2010

2010-05-10


En este día se suele enaltecer el rol de las madres en este país, pero no todo es color de rosa cuando se trata de maternidad en México. El porcentaje de embarazos en menores de 20 años se mantiene en 18% —una de cada seis— desde 1990. Para una adolescente sin recursos económicos propios, ni una relación familiar o de pareja estable, tener un hijo no planeado no necesariamente es una bendición.

Para empezar, los embarazos en adolescentes son contraproducentes por cuestiones de salud. En ellas es mayor el riesgo de trastornos digestivos, abortos espontáneos, anemia, infecciones urinarias, hipertensión arterial gravídica, parto prematuro, entre otros padecimientos. Para el recién nacido se incrementan las posibilidades de ser concebido con bajo peso, mayor incidencia de muerte súbita y son más frecuentes las malformaciones congénitas.


Además, las madres menores de edad sufren estigmatización social, les resulta más difícil continuar con estudios o trabajos y sus hijos padecen las consecuencias de estos obstáculos.


El embarazo de menores de edad tiene relación con la pobreza, la baja escolaridad y el limitado acceso a los servicios de salud. Por ello son más comunes en zonas rurales. Si tomamos en cuenta esos indicadores el número de mujeres adolescentes con hijos tendría que haberse reducido en México en los últimos 20 años con el aumento en la información, la escolaridad y la cobertura de los servicios de salud; sin embargo, no fue así.


De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud 95% de las adolescentes conoce algún método anticonceptivo, pero 9 de cada 10 tuvieron su primera relación sexual sin protección. La demanda insatisfecha de anticonceptivos (mujeres expuestas a un embarazo que no usan esos métodos pese a su deseo de emplearlos) se incrementó de 26% en 1997 a 36% en 2006.


Lo anterior podría deberse a que los gobiernos locales y federal no han hecho lo suficiente en materia de educación sexual, como reconoció en septiembre pasado Patricia Uribe, directora del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva de la Secretaría de Salud.


En respuesta a este problema el gobierno federal aumentó el presupuesto desde 2006 para la compra de anticonceptivos y campañas de prevención, pero ¿será suficiente cuando aún hay gobiernos estatales renuentes a proporcionar información sexual a los alumnos? ¿Se puede con este sistema de salud y de educación? Urge por el bien de las madres en México que son menores, y sus hijos, hallar la respuesta cuanto antes.

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