domingo, 11 de abril de 2010

Antonio Díaz Soto y Gama . Intelectual revolucionario.


Antonio Díaz Soto y Gama inicia a la edad de veinte años su destacada trayectoria política al fundar el Partido Liberal Potosino con Camilo Arriaga y los hermanos Flores Magón, en 1900. Este partido fue la primera organización civil dedicada a combatir a la dictadura de Porfirio Díaz. Una vez triunfante la Revolución de 1910, Soto y Gama participa en la creación de la Casa del Obrero Mundial, y luego se integra al zapatismo, donde desempeñó un destacado papel junto al Caudillo del Sur. A principios de los veinte, ya como líder del Partido Nacional Agrarista y brillante parlamentario, colabora estrechamente con el presidente Álvaro Obregón en la puesta en marcha de un ambicioso proyecto de reparto agrario. A la muerte de Obregón, Soto y Gama se separa del círculo revolucionario y participa activamente a favor de los candidatos presidenciales opositores Villarreal, Almazán y Padilla. Ya en su madurez,  es un crítico implacable del sistema priísta y de sus políticas en materia agraria. Falleció en la ciudad de México en 1967.

 Historia del agrarismo en México , de Soto y Gama, recoge su visión acerca de los orígenes y la evolución de los problemas agrarios del país, así como las posturas al respecto de pensadores, activistas y gobernantes. Obra inédita, escrita a principios de los cuarenta por encargo del secretario de Educación, Octavio Véjar Vázquez, inexplicablemente desapareció despues de ser entregado a su destinatario. Pedro Castro descubrió los manuscritos originales en el archivo de la familia, y realizó una extensa labor, consistente en ordenarlos y transcribirlos. En ellos se revela una inigualable cultura historica y legal, y la experiencia personal de Soto y Gama como promotor del agrarismo. Sin duda imagino ganar para su causa a los lectores de este trabajo con su llameante retórica, como la que escuchóa Convención de Aguascalientes, cuando él calificó a la bandera nacional como “ese estandarte que al final de cuentas no es más que el triunfo de la reacción clerical encabezada por Iturbide”.

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