jueves, 25 de marzo de 2010

Los secretos de Maciel

Lydia Cacho
Plan B
25 de marzo de 2010


Ante miles de denuncias por setenta años de abusos sexuales a niños y niñas por parte de sacerdotes católicos, el Papa Benedicto XVI pidió perdón públicamente y el Obispo de Irlanda renunció. Pero ahora que la Iglesia católica ha dado el mea culpa la pregunta que se hacen las familias de las víctimas es ¿pagará la Iglesia la reparación del daño de todos los niños abusados, no solamente en Irlanda?

Quien crea que a “los niños se les olvida el abuso” se equivoca y contribuye al estrés postraumático de las víctimas. Otra cosa muy diferente es que puedan sanar el abuso con ayuda especializada. Está claro que no todos los niños abusados se convierten en abusadores, pero un porcentaje sí lo hace, porque desarrolla una desviación que tiene menos que ver con la sexualidad y más con el abuso de poder erotizado hacia la infancia.

En términos generales los pedófilos, como estos sacerdotes, tienen una fascinación con el poder de controlar a otros seres humanos. En la mayoría de casos son tiernos y amables con sus víctimas.

Un psiquiatra me dijo que si alguien se hubiera atrevido a hacer un perfil psiquiátrico a Maciel, no habría adquirido el poder que tuvo. A los pedófilos los expertos los definen como hombres con personalidad narcisista (a menudo presumen de sus actividades pedófilas, e incluso a mayor edad se dejan ver en lugares públicos rodeados de niñas y niños) Tienen claras preferencias de género, la mayoría son heterosexuales que elijen niñas, pero si no pueden, entonces abusarán de niños accesibles, bellos y delicados. Los pedófilos buscan empleos y situaciones para estar con infantes; generalmente tienen prestigio o respeto en su comunidad. Desarrollan redes sociales fuertes (incursionan en grupos masculinos sólidos, sectas, iglesias, grupos deportivos que les den estatus) Coleccionan objetos (los pedófilos guardan fotos de sus víctimas, juguetes e incluso videos o diarios de los abusos). Está claro que no todos los Legionarios son abusadores, pero sí han sido encubridores y tienen una responsabilidad social. Resarcir el daño a los niños abusados pasa necesariamente por pedirles perdón, pero también por darles la terapia necesaria para que introyecten la idea de que lo que vivieron no lo merecían y jamás deben reproducirlo. Hacer política está bien, pero resarcir el daño y asegurar que no vuelva a suceder es lo verdaderamente trascendental ¿Para cuándo?

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