martes, 9 de marzo de 2010

¿Democracia o dictadura?

Editorial EL UNIVERSAL

09 de marzo de 2010


2010-03-09

El mensaje a los políticos es muy claro: son ustedes los que no funcionan. Así lo revela la última encuesta de Berumen y Asociados, publicada hoy en estas páginas, sobre la percepción que los mexicanos tienen de la democracia. Los ciudadanos distinguen entre los actores y el sistema. Los escándalos de los políticos, su falta de ética y su apego a la inmovilidad aún no echan a perder la aspiración de las personas por un espacio público regido por las libertades.


Desde 2002 se elabora esta encuesta y nunca los resultados parecieron tan intrigantes. “¿Se encuentra satisfecho o insatisfecho con el funcionamiento de la democracia?”, el 69% responde que no. Es el nivel de insatisfacción más alto en ocho años. Sin embargo, la ciudadanía está menos dispuesta que nunca a admitir una dictadura: sólo 32% favorece esa alternativa. Sigue siendo un porcentaje alto, aunque no tanto si tomamos en cuenta que hace cinco años esa opción fue la elegida por la mitad de los encuestados.



Hay en paralelo una disminución en la confianza del voto. Entre 2002 y 2005 70% creía que su voto era definitivo. Esta vez solamente 59% considera que el sufragio puede cambiar a México. Acaso se trata del fin de la ingenuidad política: algo además del voto ha de contarse para vivir en un país democrático. Lo relevante es que la gente no está conforme con la conducción de nuestras instituciones. Apoya, eso sí, la división de poderes, la pluralidad, la equidad electoral, los pesos y los contrapesos.



Cabe preguntarse si llegará el punto en que el descrédito entre los participantes de la vida pública contamine también el prestigio de la pluralidad política. Ya hay un dato alarmante que subió en esta encuesta: uno de cada diez considera que en México no hay democracia, ni siquiera una disfuncional.



Dicho de una vez, la democracia todavía goza de buena salud pero falta que sus operadores —en todos los niveles— se pongan a la altura de ese aprecio. Los abusos de poder, la corrupción, las promesas de campaña incumplidas y los pleitos entre partidos son las principales razones que esgrimen las personas ante la pregunta abierta de cuál es la principal falla de la democracia en México. Aunque le de la espalda, el estamento político conoce la ruta que armonizaría eficacia en el gobierno con representación democrática y ejercicio de las libertades ciudadanas. Habrá que ver si deciden tomarla o nos arruinan la existencia encaminando al país de vuelta al autoritarismo.



El peligro de no evolucionar radica en que el descrédito que puede seguir cayendo sobre las instituciones. Y si tal eventualidad se profundiza, lo que sigue es la ventaja para que unos cuantos autoritarios justifiquen la exclusión de todos los demás.



¿Llegará el tiempo en que el ciudadano prefiera una dictadura efectiva antes que una democracia fallida? Si seguimos decepcionando a la población podríamos averiguarlo. Nadie sensato habría permitirse llegar a ese punto.

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