sábado, 17 de enero de 2009

Las familias. Alejandro Encinas

A colación del Encuentro Mundial de las Familias que la jerarquía católica realiza en nuestro país, vale la pena hacer una reflexión sobre el tema, aún más cuando los profundos cambios demográficos, económicos, sociales y del desarrollo urbano han transformado sustancialmente la noción y la composición tradicional de los núcleos familiares.
Ante la visión imperante en este encuentro, en el sentido de insistir que la familia tradicional o natural es el único modelo moralmente aceptable, la realidad muestra que no existe un único modelo de familia, y si bien la familia nuclear es la más numerosa en México, existen otros tipos, como lo demuestran los datos del INEG para el 2000: 68% del total de los hogares en México son de tipo nuclear; en tanto, los hogares formados por una persona han alcanzado 7% nacional y el número de hogares encabezados por mujeres representa uno de cada cinco. A lo que habría que sumar los cambios en la composición familiar derivados de la migración o de la formación de familias diversas.


Nuestro país ha experimentado una creciente diversificación de los modos de convivencia doméstica que han llevado a una revisión y un replanteamiento de las posiciones ideológicas y del papel de las instituciones y las políticas públicas en materia de equidad de género, combate a la discriminación y a la violencia contra la mujer y los infantes, integración familiar y reconocimiento a la diversidad, para atender las nuevas realidades en la composición de las familias mexicanas, dejando atrás las visiones moralistas y unilaterales. Incluso la izquierda ha superado la vieja concepción marxista que consideraba la familia como una institución burguesa.


Así, en la izquierda mexicana hemos reconocido que la familia en México es la base fundamental del tejido social y juega un papel de cohesión y solidaridad que nos diferencia de otras sociedades. Prueba de ello son, por ejemplo, los programas sociales impulsados en el GDF, los cuales, desde los apoyos a adultos mayores, a madres solteras, a personas con discapacidad, a jóvenes en situación de riesgo, enfrentaron los problemas de desintegración familiar y contribuyeron con los beneficiarios de estos programas a reinsertarse en su núcleo familiar.


También se ha puesto en el centro de esta discusión la necesidad de dejar atrás el modelo autoritario que representa la familia tradicional con predominio paterno y masculino que subordina a mujeres e hijos; niega a sus integrantes su capacidad de desarrollo personal, les impone roles, tolera la violencia y la discriminación entre éstos e incluso los excluye del patrimonio familiar. Una sociedad que se precie de democrática requiere una familia que supere el papel de subordinación de sus miembros y sea la simiente de una sociedad equitativa.


Por ello, dentro de las tentaciones autoritarias y el tufo conservador que permea a nuestra sociedad, no dejan de ser preocupantes las declaraciones de Felipe Calderón, quien, en medio de evocaciones religiosas, en especial a San Felipe de Jesús, reivindica la llamada familia tradicional, la cual considera es la única que puede garantizar un núcleo sólido y con valores, ya que de nueva cuenta se reitera el abandono del carácter laico del Estado, pero en particular porque esa visión niega la existencia en México de distintas formas de integración de núcleos de convivencia familiar a las que el Estado debe reconocer derechos y otorgar garantías legales plenas.


Las familias mexicanas son diversas, por lo que es inadmisible que a estas alturas del siglo XXI se pretenda imponer la noción de familia natural como modelo único. El Estado y la sociedad deben garantizar en todos los órdenes el respeto a la pluralidad, la diversidad y la privacidad de las personas para integrar el modelo familiar que satisfaga sus intereses y convicciones. La necia realidad continúa demostrando cuán diversos somos.




aencinas@economia.unam.mx

Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM

Desfiladero...Jaime Avilès

■ ¿Narcotráfico o rebelión?

■ El informe del Pentágono

■ Cartas sobre Palestina

David Brooks, corresponsal de La Jornada en Nueva York, publicó ayer un reporte del Pentágono acerca de los “peligros mundiales a futuro más preocupantes” para Estados Unidos. El texto afirma que en cualquiera de los próximos 25 años, dos países podrían sufrir un “colapso” como el que en 1992 acabó con Yugoslavia. Estos serían Pakistán y México.

Nuestro compañero agrega que el informe fue preparado para los altos mandos militares y encargados de la “toma de decisiones” civiles en asuntos de seguridad nacional, e insiste en que, “en términos de escenarios del peor caso para las Fuerzas Conjuntas, y de hecho para el mundo”, Pakistán y México estarían en riesgo de sufrir “un colapso rápido y repentino”.

Comparado con el de Pakistán, según los analistas del Pentágono, el caso de México es “menos probable, pero el gobierno (mexicano), sus políticos, la policía y la infraestructura judicial están todos bajo asalto y presionados de manera sostenida por bandas criminales y cárteles de la droga”. Esta forma de ver las cosas, como todos sabemos, es tramposa e insuficiente.

Primero: el auge del narcotráfico en nuestro país es el fruto más notable y jugoso del modelo de destrucción neoliberal que nos fue impuesto en 1982 y que ha traído consigo toda clase de retrocesos políticos, económicos, sociales y humanitarios (léase fraudes electorales, regímenes saqueadores, libertad de prensa restringida, devaluaciones, inflación, desempleo, migraciones masivas y violencia y miseria extrema en proporciones inéditas).

Segundo: es falso que “el gobierno, sus políticos, la policía y la infraestructura judicial” estén “presionados de manera sostenida por los cárteles de la droga”. Todo lo contrario: en todos los niveles de gobierno, políticos, policías y jueces forman parte de los cárteles y comparten o disputan su fortuna con ellos. De allí el baño de sangre que vive el país y que sigue extendiéndose en forma incontenible.

Pero el Pentágono soslaya un factor clave: los grandes empresarios constituyen, de hecho, una auténtica organización criminal que se roba las elecciones y apoya a gobiernos inútiles (como los de Zedillo, Fox y Calderón) a cambio de privilegios que les permiten multiplicar exponencialmente sus riquezas mientras el resto de la población se hunde y, en parte, busca alivio a sus problemas en el extranjero y/o en el narcotráfico.

Es imposible que los generales del Pentágono aprecien la realidad mexicana bajo esta óptica. Como bien señala David Brooks, su reporte es “para los altos mandos militares y (los) encargados de la toma de decisiones civiles en asuntos de seguridad nacional”. En otras palabras, lo que han hecho ha sido advertir a los encargados de las fuerzas armadas y a los políticos estadunidenses que los cárteles mexicanos poseen ya tal poderío que en cualquier momento se justificaría una intervención de los marines en nuestras tierras (como lo explicó Luis Javier Garrido en su atinado artículo de ayer).

Felipe Calderón sueña con ello. Hace dos años, no lo olvidemos, intentó derogar (mediante la bancada panista de San Lázaro) la Ley Nacional de Neutralidad que prohíbe el ingreso de tropas extranjeras a territorio mexicano. No lo logró, pero hoy cuenta con el plan Mérida, que le regaló George WC, y que pronto administrará Obama. ¿Y luego?

Como lo demostró Yugoslavia, la desintegración de un país (o de un imperio como el de la Unión Soviética) no la para nadie. Cuando las cosas se pudren desde adentro ya no hay nada que hacer. En 1989, Bush padre bombardeó e invadió Panamá, encarceló al presidente Manuel Antonio Noriega y arrasó con los bancos y negocios de pantalla que servían para lavar el dinero del narcotráfico colombiano. ¿Qué sucedió entonces? El narcotráfico colombiano se mudó a México, estableció nuevos y mayores mecanismos financieros de lavado, y el narco mexicano se convirtió en la sexta mafia más poderosa del planeta.

Situémonos. ¿Obama invadiría México, encarcelaría a Calderón, bombardearía los centros de negocios de Santa Fe e Interlomas? Se antoja improbable. ¿Los marines patrullarían las calles de Ciudad Juárez, Tijuana, Durango, Torreón o Culiacán y detendrían la violencia? Suena ridículo. El tema del narcotráfico requiere soluciones de fondo, que no están en manos de Calderón y los neoliberales porque ellos son parte del problema. Éste se resolverá únicamente cuando el pueblo imponga un cambio radical de política y de políticos.

Todos lo sabemos: lo que tiene de cabeza a México es el agotamiento del ciclo económico de 100 años que a partir de 1810 y de 1910, reinventó al país, y que ahora, ante el evidente desastre del sistema y desde las perspectivas y programas de los movimientos sociales que se ensanchan por toda la República, volverá a sacudirlo todo. En el fondo, es eso lo que hace temer a los generales del Pentágono que, en cualquier momento, México sufra un colapso “rápido y repentino”.

Mosches y el antisionismo

Pocas pero sustanciosas cartas llegaron al buzón de esta columna acerca de la carnicería desatada en Palestina por el gobierno sionista de Tel Aviv. Al respecto, el poeta Eduardo Mosches ve el peligro de que “una indipensable posición antiosionista” pueda desviarse “hacia lo antijudío”, y expone cómo y por qué. Eduardo García Silva escribió un agudo ensayo titulado “¡No hay guerra en Israel”. “Como judío y lector habitual de La Jornada”, Daniel Zappi envió una reflexión llamada “¿Ética laica o ética ligth?”. Estos y otros textos ustedes pueden leerlos completos desde hoy en El Patín del Diablo (http://patindeldia.blogspot.com).

En ese mismo espacio hallarán las opiniones de María Cristina Sánchez Velasco, militante de la brigada 15 en defensa del petróleo, que exhorta al autor de Desfiladero a reconsiderar su postura de “ni un voto al PRD”, ya que podría ser “contraproducente”.

En otras cosas, al paro de pescadores contra el inflacionario precio del diesel podría agregarse un paro de trabajadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia en protesta por la destrucción de Teotihuacán, que auspicia el muñeco de la rosca, Enrique Peña Nieto, miembro quizá de la secta de fanáticos religiosos que hacen lo mismo en el parque de La Venta, Tabasco, en nombre de su dios.

Mientras, en Monterrey se espera de un momento a otro (y si no a otro) el destape de los candidatos a gobernador de Nuevo León, con una sorpresa: Natividad González Parás habría pactado con el PAN y el Panal para ayudarle a ganar a Fernando Elizondo, traicionando de esta forma al PRI, a cambio de un puesto en el gabinete calderónico… Y ya que estamos, ¿por qué la resistencia civil pacífica no convoca a una besada nacional en Guanajuato, donde El Yunque hecho ayuntamiento encarcelará a quienes se cariñen con la boca en la vía pública?

Guanajuato y la dictadura de las “buenas costumbres”

El episodio en torno al bando de policía y buen gobierno aprobado hace unos días por la mayoría panista del ayuntamiento de Guanajuato, y declarado en suspenso por el edil de esa capital, Eduardo Romero Hicks, tras las numerosas expresiones de protesta y hasta de burla que generó, constituye un ejemplo claro de la ideología y de los métodos de gobierno del partido que hoy detenta el poder federal. El reglamento referido imponía multas y penas de cárcel para comportamientos que algunas mentalidades cavernarias consideran ajenas a los “valores” y a la “civilidad” cuando se realizan en espacios públicos, como besarse, pronunciar “palabras altisonantes”, realizar manifestaciones, pedir limosna, dar orientación no solicitada a los turistas y, en general, “toda conducta que propicie el afeamiento de la ciudad”.

El bando, aunque políticamente inviable, como lo demostró el escándalo al que dio lugar, puso de manifiesto lo lejos que están dispuestos a llegar algunos segmentos del panismo en materia de provocaciones autoritarias, y obliga a preguntarse si tales segmentos realmente actúan por su cuenta o si realizan un sondeo sistemático de los ánimos sociales para detectar huecos en el desarrollo de la conciencia cívica del México moderno a fin de intentar una regresión política de grandes proporciones. Porque si bien la dirigencia nacional de los albiazules se deslindó con presteza del disparatado reglamento, ha guardado silencio ante otros hechos contrarios al espíritu de tolerancia y de respeto a la diversidad y a los derechos humanos y sociales conquistados por la ciudadanía en décadas recientes: hace un par de años, por ejemplo, el panismo guanajuatense intentó una reforma legal bárbara para penalizar la interrupción de embarazos producto de una violación, en lo que pretendió ser una respuesta a la despenalización del aborto emprendida por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal; el año pasado el gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, intentó financiar con fondos públicos la erección de un santuario cristero, y hace apenas unos días empezó en esta capital un cónclave que reúne a lo más reaccionario del catolicismo para defender lo que la jerarquía eclesiástica llama “valores familiares” –en realidad, un conjunto de preceptos orientados a imponer la sujeción a los dictados católicos en individuos y familias–, y que si bien fue desairado por el pontífice Benedicto XVI, contó nada menos que con la presencia militante del titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón Hinojosa. En todos esos casos, en los que se ha hecho ostentación de conservadurismo anacrónico, intolerancia, hipocresía y moralismo mojigato, la dirigencia de Acción Nacional ha guardado silencio o, peor aún, ha salido en defensa de tales posturas.

No resulta exagerado, por ello, suponer que el panismo gobernante no sólo pone en práctica los excesos más dañinos de la ideología neoliberal con métodos de control del poder heredados del priísmo jurásico, sino pretende operar un retroceso del país a los tiempos previos a la separación entre la Iglesia y el Estado y a las épocas en las que se intentaba regular la vida social por medio de los otrora célebres manuales de buenas costumbres.

Por fortuna, la reacción no ha corrido con mucho éxito en tales empeños y no pocas veces ha debido dar marcha atrás ante el rechazo social. Pero el partido gobernante y sus afiliados tendrían que darse cuenta, tras ocho años de ejercer la Presidencia y varios más de haber alcanzado sus primeras gubernaturas, que México está instalado en el siglo XXI y que los problemas nacionales del presente no están en un déficit de buenas costumbres, sino en la desigualdad, la pobreza, la impunidad, la corrupción, la crisis de representatividad y la falta de sentido de realidad que afecta a buena parte de los funcionarios.

AMLO apoyará a candidatos de PRD, PT y Convergencia

El Tule, Chih., 16 de enero. Andrés Manuel López Obrador dijo que en el proceso electoral de este año apoyará a los candidatos de PRD, PT y Convergencia, fuerzas que en 2006 integraron la coalición Por el Bien de Todos y, tras la contienda federal, se aglutinaron en el Frente Amplio Progresista (FAP).

El ex candidato presidencial dijo que analizará la situación que enfrenta cada uno de los partidos en referencia, por entidad y distrito electoral, y en cada entidad; sin embargo, destacó que en el movimiento que encabeza (ahora en defensa de la economía popular) participan miles de ciudadanos sin partido.

Durante su gira por el sur de Chihuahua, defendió la existencia del Frente Amplio Progresista y precisó que su apoyo será “a los tres partidos” de ese bloque, aunque reiteró que su esfuerzo va enfocado a la organización de los ciudadanos para que participen en el movimiento plural e incluyente que busca la transformación de México.

Como se ha difundido, el FAP surgió en septiembre de 2006 con la participación de los tres partidos que postularon a López Obrador en la elección presidencial de ese año; posteriormente, a la par de los conflictos internos en el PRD, las dirigencias de PT y Convergencia manifestaron que no irían junto con el partido del sol azteca en las elecciones intermedias de este año, pese a que sí se prevén algunas alianzas a nivel local. En tanto, el tabasqueño dijo la víspera que no busca ni aceptaría la postulación para ningún cargo de elección popular para este año porque los ciudadanos ya lo eligieron para cumplir con una responsabilidad y, además, porque no es su papel ir a San Lázaro en calidad de “levantadedos”.

López Obrador visitó este viernes municipios muy pequeños de esta entidad, marcada por el clima de inseguridad y operativos policiales y militares; recorrió ayuntamientos en los cuales no existe ningún comité del PRD, PT o Convergencia y también alcaldías en las que obtuvo, en 2006, apenas 10 o 20 votos.

“Aquí no hay comités del PRD, PT o Convergencia y ni han venido aquí los dirigentes de esos partidos que nos apoyan. Entonces, venimos a organizar a los ciudadanos”, dijo.

El político tabasqueño encabezó asambleas informativas en estas pequeñas alcaldías gobernadas por el PRI, dispersas entre sierras o llanos y donde caminos polvosos, de terracería, son la única forma de llegar a las zonas pobladas mayoritariamente por niños, mujeres y ancianos. Buena parte de la población económicamente activa ha migrado hacia el norte.

Desde las plazuelas y kioscos, habló de la situación del país y saludó uno a uno a los pocos ciudadanos que viven aquí, quienes se acercaron a escucharlo pese a las advertencias de algunos gobernantes locales sobre la presunta pérdida de apoyos para aquellos que atendieran el llamado del “presidente legítimo” de México. “Quesque si veníamos con el licenciado López Obrador nos van a borrar del (programa) Oportunidades”, dijo una mujer en el municipio de Balleza.

López Obrador concluirá su recorrido por todos los ayuntamientos del país en la primera quincena de marzo; han pasado dos años de giras semanales por todo el país. Más de mil 900 asambleas informativas, principalmente en plazas públicas, para alentar el movimiento que encabeza y criticar al gobierno “espurio” de Felipe Calderón, quien, expresó, a “empujones” ha actuado, aun cuando “nos copian nuestras propuestas, pero las copian mal”.

Por ejemplo, en lo relacionado con el plan anticrisis, que el tabasqueño ha denominado “en favor de la economía popular” y la administración federal nombró como “a favor de la economía familiar”.

El también ex jefe de gobierno visitará este fin de Semana ocho municipios más de esta entidad, acompañado por Bertha Luján, secretaria de Trabajo, y promotora en esta zona del “gobierno legítimo de México”.

Por lo pronto, se dio tiempo aquí, en El Tule, habitado por no más de 2 mil personas (el registro de electores es de mil 800), para conversar con la gente, y visitó, por ejemplo, en su domicilio a don Fermín Gutiérrez, campesino que acaba de cumplir 100 años de edad. El hombre, que se levanta todos los días a las cinco de la mañana a trabajar la tierra y “lee sin lentes”, se hallaba reposando cuando uno de los nietos pidió al político tabasqueño acudir donde se hallaba su abuelo. Ahí, sentados en el umbral del granero, López Obrador y el anciano conversaron un rato.

Este viernes, López Obrador y su comitiva fueron inspeccionados en el retén militar ubicado en el entronque Balleza, rumbo a Hidalgo del Parral. Los militares hicieron bajar a los pasajeros para revisar los vehículos.

El hecho ocurre una semana después de que el personal de seguridad del político tabasqueño fue detenido en Sinaloa bajo el argumento de revisar los permisos para la portación de armas fuera del Distrito Federal.

Al término del cateo, López Obrador subió nuevamente a su camioneta, no sin antes decir al militar encargado: “Le voy a dar una sugerencia: vayan a catear pero a Los Pinos; ahí está el jefe de la mafia, Felipe Calderón. Dígale eso a su general. Dígale que lo dije yo”.