domingo, 6 de diciembre de 2009

Tres crisis en el horizonte

El despertar


José Agustín Ortiz Pinchetti
Si convenimos con la mayoría de los observadores en que el régimen de Calderón padece una múltiple crisis, la peor en 80 años, es justo preguntarnos qué nos espera en la siguiente mitad de sexenio. Alcanzo a ver tres crisis.

Crisis mayor del gobierno de Calderón: si se acelera su desgaste, varios fenómenos de ruptura dañarían la gobernabilidad y Calderón podría renunciar. Esto provocaría incertidumbre, lucha salvaje por el interinato, huída de capitales, desobediencia civil. Un desastre así podría suceder entre la segunda mitad de 2010, y la primera de 2011. Si este desastre se conjura (como sería de desearse), no escaparíamos a otras dos crisis.

Crisis mayor en las elecciones de 2012: aquí y en todas partes la sucesión del jefe de gobierno sacude, pero en este caso, la descomposición invita a la confrontación. Ninguna elección presidencial anterior se parecerá a ésta. Los priístas están seguros de regresar a Los Pinos. Sienten al PAN en debacle. A AMLO lo dan por muerto, a pesar de que los enterados saben que progresa su movimiento y que los partidos de izquierda están reunificándose. Quizás puedan retar al gobierno, al PRI y al PAN juntos. Si él o Marcelo Ebrard resultan candidatos, gran parte de la población apostaría al cambio. La oligarquía no quiere ceder y tratará de comprar o coaccionar el voto en favor del PRI y/o del PAN. De nuevo polarización y confrontación mucho peores que en 2006.
Gane quien gane, se las verá negras: los triunfadores encontrarán un país dividido, desorganizado y corrompido. Si gana el centro izquierda tendrán que soportar el sabotaje “de los emisarios del pasado”; si ganan los conservadores, se romperá toda expectativa de cambio y mejoría y se acabará la paciencia. En cualquier caso será muy difícil organizar un gobierno en estas condiciones.

¿Sería posible que las cosas fluyeran suavemente como quieren los priístas y panistas? No es fácil. Se necesita un milagro para recuperar la economía, sanear la operación institucional, ganar la guerra al narco y disolver la oposición obradorista La única forma de conjurar las crisis que nos amenazan sería mediante un acuerdo nacional para garantizar previamente elecciones libres y justas y un cambio en el rumbo del país. Lo veo impracticable en este momento, pero si el derrumbe continúa se puede convertir en incentivo y a la mejor despertamos al borde del abismo y pactamos antes de que sea demasiado tarde. Ya veremos.

jaorpin@yahoo.com.mx

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