martes, 1 de diciembre de 2009

Astillero


¡Felipe vive...!
Despecho activo
Actos de guerra
La segunda mitad
Julio Hernández López


Se equivocan quienes creen que Felipe Calderón está operativamente liquidado. Sin expectativas positivas y desfondado, el ocupador de Los Pinos está despechadamente disponible para cumplir los peores planes que se le ocurran, en un proceso de enfermizo revanchismo contra todo lo que a su entender le impidió cumplir las grandes tareas político-empresariales que en algún momento soñó. Despojado de ánimo y brújula desde la muerte de su fiel acompañante, Juan Camilo Mouriño, y políticamente acribillado en las elecciones del pasado julio, Calderón está, sin embargo, plenamente decidido a impulsar cuanta audacia o exceso le sea posible.
En esa lógica de deshauciado, el esposo de la señora Margarita da por perdido el primer trienio de su administración, considerándolo una especie de ensayo necesario, y se alista para un segundo tiempo de juego rudo, sin consideraciones ni tapujos. Ya el 2 de septiembre pasado, en Palacio Nacional, esbozó su decálogo del reformismo derechista descarnado y ahora, al “festejar” su primera mitad de máxima burocracia, ha enunciado el propósito de prestarse, como presunto promotor, a planes y modificaciones que pretenden diseñar un nuevo rostro institucional del país, una funcionalidad “corregida” y una modernidad altamente lucrativa para las elites.
Calderón, o quien haya tomado el control de él, está dispuesto a dar cuantos golpes de mano sean necesarios, al estilo de Luz y Fuerza del Centro, y a “avanzar” en el nuevo trazo de la República de las Desigualdades Institucionalizadas. Ya no tiene nada qué perder. Tampoco mucho qué ganar, pero le atrae la tentación de ser algún día ensalzado como un ecléctico del pinochetismo y el priísmo, un hombre de dura mano derecha que estuvo dispuesto a hacer “lo que era necesario”, aun dejando en el camino de lo inmediato la honra y el prestigio, prendas de empeño a cuenta de hipotéticas ganancias históricas de diazordacismo reivindicado.
Los proyectos reformistas que a Calderón le han encargado promover significan en varios casos declaraciones de guerra al segmento político e ideológico que no es derechista ni apático. Tufos de rapiña arroja la mención de las “adecuaciones” en el terreno de los energéticos y la “flexibilización” de contratos; secuestro de opciones de cierto refresco político entraña la tesis neoporfirista de la sí relección; retroceso social anuncian los amagos de cambios en la normatividad laboral; lo fiscal es ya una realidad de alta agresión a las mayorías del país; la continuidad de las sangrientas batallas ¿contra? el narcotráfico representa sangría económica en momentos de gran crisis y profundización del esquema de control social mediante las armas y de hundimiento de la legalidad y los derechos humanos bajo las botas bélicas.
No deberían engañarse los opositores a Calderón con el mantra de su desgaste extremo y eventual caída. Quienes le impusieron en la silla presidencial ya están desarrollando un plan alterno que en esencia transfiere cuotas de poder al PRI salinista y empuja al panista michoacano, que ya es políticamente inútil, a dejar el pellejo en la consecución de las polémicas “reformas”. Pero del otro lado no hay unidad, proyecto ni fuerza suficiente, convertida la izquierda en un aviso chucho de ocasión, en un pejeproyecto de obsesión electoral, en una dispersión regional encabezada por gobernadores metidos en la corrupción y la frivolidad, y en un movimiento social que resiste pero no tiene vertebración amplia y plural sino dependencia unipersonal y esperanzas posdatadas. Felipe vive... la desgracia sigue (hoy empieza la segunda mitad de la obra fallida; terrible fue la primera, peor podrá ser la venidera).
Astillas
Consideraciones del lector Alfonso Pérez: “El domingo en la noche busqué en la televisión noticias sobre la huelga de Bachilleres; nada. Los tipos de la tele sólo hablaban de las nalgas de Ale Guzmán, de los amoríos del Cuau Blanco, de los dichos de Calderón y de Juanito, del futbol y de los narcos. De los 120 mil estudiantes sin clases, nada. De los 6 mil trabajadores y maestros afectados por la ceguera de las autoridades de la SEP y Bachilleres, nada. De los 2 mil 800 trabajadores y maestros sin pago de su salario, nada”. Y es que “millones de mexicanos se alimentan de la porquería que aparece en la televisión y han perdido la capacidad de asombro y reflexión ante los hechos. A estos mexicanos les incomoda más que maten a las focas de Alaska que decenas de mujeres estén en huelga de hambre por haber perdido su fuente de trabajo; les molesta más que las nalgas de la Guzmán estén pudriéndose que miles de jóvenes no tengan dónde estudiar; les interesa más el títere de Juanito que la lucha de los sindicatos independientes de este país. Mientras los mexicanos sigamos consumiendo este tipo de televisión y radio, y no busquemos que estos medios hablen de los hechos que nos afectan como personas y ciudadanos, México seguirá siendo una república bananera”... Grover Arango escribe: “Hoy enhilaste un magnífico razonamiento que cumple, de manera impecable, con todas las normas de Aristóteles. Cuando afirmas ‘como el tribunal electoral federal, beltrónico y margarito, que fue el causante de los enredos kafkianos que han tenido como consecuencia la creación del monstruo delegacional de la banda en la testa’, utilizas, con otras palabras, la lógica del macho violento ante su mujer: ‘te pego porque me hiciste enojar. Tú tienes la culpa de lo que hago’”... Y, mientras Genaro Góngora Pimentel ha cerrado con gran dignidad su ciclo como ministro de la Corte, que incluso presidió (ministro único, voz distinta, sensibilidad social, luchador interno contra el derechismo y oficialismo dominantes), ¡hasta mañana, ya con dos nuevos ministros de la Supremamente Corta (muy probable que sea doble triunfo conservador, casi clerical), sin Shakira pasando frente a un gustoso Felipe, y con un secretario de Salud que no se vacuna porque está convaleciente!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

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