martes, 29 de septiembre de 2009

Astillero



Uso político del guano
¿Y si dicen sus papás que siempre sí?
Trife: sodianuncios para 2012
Julio Hernández López




El caso Guanito ha sido usado de manera experta para aumentar el desencanto ciudadano respecto a la política (desánimo necesario para que los alegremente enlodados sigan tomando decisiones sin participación popular) y, en especial, para dar más balas argumentales a la campaña permanente de erosión que se mantiene contra Andrés Manuel López Obrador. El presunto curso provisional anunciado ayer, luego de una plática de maravilloso convencimiento a cargo de Marcelo Ebrard (que así quedaría como el “bueno” de este episodio, el que con diálogo y habilidad consiguió lo que no quiso o no pudo hacer el original padre putativo, el doctor Frankestein López Obrador que nunca aceptó hablar con su forzada criatura), da continuidad a esas pautas generadoras de hartazgo social respecto a “lo político” y de rechazo a la “podredumbre” de todo lo relacionado con la izquierda pejista. Con un agregado peculiar: la noticia del súbito arrepentimiento condicionado de la oveja descarriada (el jijo pródigamente regado) desplazó con exactitud de relojero mediático el impacto negativo de la nueva decisión facciosa del tribunal electoral federal (felipillo, margarito y manliofábico, en proporciones cambiantes, según las necesidades de servicio) respecto a dos delegaciones del Distrito Federal.
El giro precario anunciado ayer en la reunión abismo (ni modo que cumbre) que sostuvieron Marcelo Ebrard y el ciudadano Rafael Acosta sirvió de inmediato para a avivar la campaña de endosamiento de las vergüenzas de Guanito a la cuenta de AMLO. Según las inmediatas interpretaciones del lumpenlance de ayer, Ebrard, es decir, López Obrador, habría amenazado, pagado o chantajeado al saltimbanqui de la banda en la frente para que aceptara una rendición mediante presiones casi mafiosas que le habrían inventado lánguidas razones médicas que desnudamente contrastan con la exhibición de tórax que un día antes había hecho la estrella de los canales en un evento de fisiculturismo. Doblarle la mano a Juanito, o hacerle pleonástica manita de cochino, mostraría, según esos guiones oficiales rápidamente repartidos en cabinas, estudios y salas de redacción, la ambición y rapacidad de los izquierdistas legítimos que son capaces de todo con tal de no soltar el pastel presupuestal y electoral de Iztapalapa.
Aunque, en realidad, el jefe delegacional electo de Iztapalapa sólo emitió ayer una declaración políticamente retirable en cualquier momento mediante la cual promete (aquel que no cumplió su promesa original) que pedirá licencia al cargo en 59 largos días y que se mantendrá siempre atento (lo cual jurídicamente le corresponde) a regresar al cargo en el momento en que crea que la beneficiada por esta fatigosa carambola electoral no esté trabajando bien, conforme al juicio del siempre acechante fiel de la balanza iztapalapense. Por lo pronto, con esa supuesta bandera blanca en retirada, el jaqueado Rafael Acosta gana tiempo, genera expectativas de arrepentimiento que le reinstalaría en los primeros niveles inducidos de popularidad en los medios felipizados, desactiva rabiosas oposiciones en su contra, provoca “adhesiones” de conmiseración política antizquierdista y se mantiene como guillotina política de alquiler para cualquier momento en que a sus promotores les convenga generar nuevos episodios de confusión y decepción.
Cierto es que el tono del ofrecimiento de solicitud de licencia hecho ayer da idea de que se está frente a una decisión irreversible, pero el juego redituable de Guanito es justamente el de lo imprevisible que acabe dañando a las figuras de “izquierda”.
Un Juanito nuevamente aceitado y “trabajado”, con la mano en la cintura (o en las metálicamente rellenables aberturas laterales del pantalón) les podría notificar en cualquier momento a los aplacados de hoy que había dicho su papá Emilio A. o Carlos S. o Felipe C. que siempre no, que no pediría licencia ni cumpliría su segunda promesa, ya fuera porque sus aparecidos males graves de salud tuviesen curación milagrosa (¡llévela, llévela, su Agua de Juanito; le cura de juanetes y le evita los infartos; como una oferta, como una novedá!) o porque su conciencia justiciera y revolucionaria le indicara que la pérfida Clarita y su Peje desalmado estuvieran actuando mal y se necesitara la reaparición de Súper Juanito Mejorado. ¿Qué tal si a la hora de la toma de protesta el personaje enviciado por los medios, sobre todo los electrónicos, toma la decisión de no pedir licencia y quedarse a vivir en el edificio delegacional, como ya lo había anunciado? Esa segunda burla ganaría titulares y le daría entrevistas y popularidad a quien ya se ha convertido en adicto a la fama que le han ofrecido para seguir golpeando al movimiento de resistencia civil que con López Obrador a la cabeza había logrado darle la vuelta de manera increíble a las aberraciones interesadas del tribunal electoral federal, que es el responsable verdadero del desorden y los peligros que hoy se viven en Iztapalapa.
Ayer mismo, ese tribunal decidió anunciar para 2012 que las televisoras podrán entrevistar “gratuitamente” a quien les dé la gana y que esa publicidad normalmente carísima no será contabilizada como gasto de campaña, siempre y cuando haya alguna excusa mínima, como darle micrófonos y reflectores en un programa deportivo a quien no tiene nada que hacer allí o cederle espacio, genuflexiones y solidaridad a algún invitado de ocasión (si es candidato presidencial amigo de la casa sería puritita coincidencia) a programas de cocina, variedades o temas familiares o realizar encuestas de opinión durante media hora a un ciudadano candidato que de pura casualidad fuera pasando en ese momento frente a algún noticiero nocturno. El Trife está anunciando con toda oportunidad los criterios fofos y complicitarios con los que actuará en 2012 (if). Sodi es un adelanto de lo que viene. Y el desenlace de las dos delegaciones capitalinas es una confirmación de que ese tribunal electoral federal no merece ninguna credibilidad. ¡Hasta mañana, con el rebote hondureño hasta acá!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

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