miércoles, 8 de julio de 2009

El llamado de Calderón a acuerdos es “pedirle chichi” al PRI: Juan Guerra

De la Redacción

La caída de Germán Martínez como dirigente nacional panista generó entre el sector político reacciones diversas sobre sus alcances y lo que implicará la sonada derrota panista del domingo.

Si para el gobernador mexiquense de extracción priísta, Enrique Peña Nieto, ello no debe implicar que el PRI haga a un lado al presidente Felipe Calderón, para el diputado tricolor Samuel Aguilar el panismo está obligado radicalmente a cambiar su forma de hacer política.

En el panismo sostuvieron que el retroceso no es responsabilidad exclusiva de Calderón y de Martínez, y subrayaron que el jefe del Ejecutivo siempre ha asumido sus responsabilidades “tremendamente” y los costos de su presidencia.

José Espina justificó la decisión del dirigente nacional del blanquiazul de renunciar, y la atribuyó a un conjunto de errores cometidos en el partido.

El diputado perredista Juan Guerra consideró que el llamado de Felipe Calderón a las fuerzas políticas para llegar a acuerdos “es pedirle chichi al PRI”, partido al que ahora le pide ayuda después de que durante toda la campaña electoral usó a los cuerpos policiacos y los grupos de impartición de justicia en contra del tricolor y de toda la oposición.

Al ser entrevistado sobre las secuelas de la elección, Peña Nieto indicó que “el hecho de que se haya modificado la composición camaral no significa que se tenga que sustituir o hacer de lado a quien hoy tiene una gran responsabilidad, específicamente el Ejecutivo”.

El mandatario mexiquense aclaró que, ahora más que nunca, los gobiernos y diputados priístas electos en los comicios del pasado domingo deberán responder a la exigencia social para corresponder a la confianza ciudadana.

Peña Nieto rechazó que los buenos resultados del PRI a escala nacional sean producto de la popularidad que le han dado sus constantes apariciones en televisión:

“No hay efectos Peña. Aquí no hay más que la expresión de la ciudadanía en favor de un partido de forma mayoritaria”, indicó.

Entre los legisladores del PRI las opiniones se dividieron, pues mientras el presidente de la Cámara de Diputados, César Duarte, consideró que el 5 de julio ya quedó atrás y hay que darle la vuelta a la página y retomar los problemas del país, el senador Carlos Lozano afirmó que el llamado del Ejecutivo llegó tarde.
Hace muchos meses, dijo, tendría que haberse puesto de acuerdo con la oposición, y lo que ahora se requiere es que Calderón reflexione, por fin escuche y haga cambios en el gabinete, “a fin de que entre gente con mucho más oficio y conocimiento, y menos cuates y cuotas”.

El legislador priísta Samuel Aguilar advirtió que el panismo está obligado a modificar profundamente su forma de hacer política, porque en caso contrario Calderón terminará aislado y anulado al finalizar su mandato.

Expuso que la debacle del panismo sí “es responsabilidad única de Felipe Calderón y su camarilla”, entre quienes se encuentran Germán Martínez, Antonio Solá y el “inútil cuñado incomodo –del Ejecutivo– Juan Ignacio Zavala; nadie en su sano juicio puede imaginar que la estrategia electoral del partido en el gobierno sea ajena a la aprobación del Presidente”.

En su oportunidad, el panista José Espina dijo que en algunos lugares donde gobierna el PAN hubo soberbia, y en otros falta de sensibilidad. “Nos alejamos de los principios que nos dieron origen”, precisaron.

Gerardo Priego, diputado panista, dijo que Calderón está en “jaque. Tenemos que evitar el jaque mate; tenemos tres años para hacerlo. Me parece que el hecho de que se haya designado a 70 por ciento de los candidatos propició un rechazo de la población”.

John Ackerman, del Instituto de Investigaciones Jurídicas, señaló que el PRI, que hoy se coloca como ganador, no es un partido distinto y, por el contrario, su posición se explica por el “mantenimiento de la compra y coacción del voto, de las viejas prácticas clientelares, además del apoyo de las televisoras”.

Sin embargo, añadió, la victoria del PRI implica una gran responsabilidad y también un “gran riesgo”, porque se volverá corresponsable del ejercicio gubernamental. Si en los próximos tres años su actuación no convence a la ciudadanía, se expondrá “a perder en 2012”, agregó.

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