martes, 12 de mayo de 2009

Se abrió de capa

Rafael Segovia
8 May. 09

Los panistas anuncian su entrada en liza, después de haber estado aprendiendo artes marciales de sus compañeros y rivales, y especializarse en corrupción, que por lo visto se está convirtiendo en una práctica nacional, tan pronto como media una designación gubernamental. Nos encontramos con unos hombres y mujeres para quienes el dinero lo arregla todo, pero más que todo los problemas legales. A veces son problemas minúsculos como poner un expediente encima de otro para que pase antes, y algunos desmedidos, como soltar a un delincuente al comprarse su libertad. Por todas partes, pero ahora con los panistas, la corrupción avanza, en algunas ocasiones reptando y en otras dando pasos de gigante.

El nuevo secretario de Educación asombra cuando en Elba Esther, así con h intercalada, dueña y señora del sindicato de maestros, descubre "a una dama". No debe haber descubierto muchas en su vida, aunque los panistas descubren lo más recóndito de las personas. Nos asombra aún más con una interpretación inesperada del dinero -porque se esperaba todo lo contrario de una persona como él- cuando dice que no se va a meter en qué hace la buena señora de los fondos sindicales: que sólo se va a ocupar del dinero público. Así entienden la división de lo público y lo privado en el PAN, y así lo entienden también los empresarios, y así vivimos en la corrupción metidos hasta el cuello.

En estas distinciones el dueño del Canal 11, en principio público aunque se maneja como una empresa privada, cambia de pronto los horarios. ¿Y el público? Bien, gracias. Resultó que había un grupo vestido de negro, criticón, por lo general muy agudo, simpático e intolerable para algunos. En momentos electorales de lo más molesto, también para algunos, cuando hemos visto cómo el PAN ha llevado a la práctica aquello de "el rey está desnudo". Lo repite la población de este país menos las agencias de encuestas y algunos periódicos - pocos- que le añaden al rey cuanto oropel encuentran.

Faltan dos meses para la gran cita electoral. De ser adversa al Presidente también lo será para el PRI que se ha cansado de recochinear desde que vieron acercarse la que pudiéramos llamar la gran cita del sexenio. De perderla, el señor Calderón habrá perdido todo. Puede uno preguntarse qué quería tan anunciado. Nunca empezó a lograrlo. No movió ni un dedo por lograr ese país
sin miseria, seguro, instruido, unido. Más bien nos hallamos con todo lo contrario, empezando con un partido que fomenta la inseguridad y a partir de ahí todo lo que se quiera. Quizás lo único compensatorio fue su viaje a la Gran Bretaña con su cena de gala, el frac y la banda de vaya usted a saber qué orden. Deseaba ser un huésped distinguido y lo logró.

Se trata ahora de que quienes le invitaron a cenar nos traten como a iguales, aunque no inviertan. Y, aunque suene mal, nos parezcamos a ellos en lo que hace a educación, atención médica, igualdad de las fortunas, escritores, políticos y, aunque tengan algún borrón que otro, en honestidad. Sabemos que nuestros nietos y biznietos no alcanzarán a ver un país así. Vale más vivir precavidos y sin ilusiones desmedidas: tampoco Inglaterra lo logró en un día, y para lograrlo primero tuvieron que darle un hachazo al rey.

Los países tienen el gobierno que merecen. Es un lugar común a pesar de ser una verdad. Cuando el PRI ya no podía más, cuando necesitaba descansar, no pudo transferir el poder al PRD. Algo se interpuso en la operación. Ese algo fue Elba Esther Gordillo, hay que recordar que el gobierno federal ya en una ocasión había cesado al secretario general para mandarlo a la cárcel sin más miramientos. Elba Esther aprendió y bien aprendida la (e)lección. Esta dama en primer lugar volcó a su sindicato en la elección de Calderón Hinojosa, donde destacó el caso de Tamaulipas. Otro que aprendió la lección fue el Presidente. Instruyó al nuevo secretario de Educación que no invadiera al feudo de la segunda dama -suponemos que la primera es otra- y que no tuviera ideas propias. Que los niños aprendan o no, que sean casi los últimos en las evaluaciones de la ONU es lo de menos ante los grandes problemas del Estado. Fue su error más evidente de gobierno. Haber confiado a su secretaria de Educación una vaga responsabilidad electoral, cuando era la única persona de su gobierno, era aceptar que con un conjunto de gañanes semianalfabetas podía enfrentar una situación imposible. Pero lo hizo y lo pagará. La inexperiencia política no puede aducirla como excusa.

Las acusaciones de Manlio Fabio sobre las giras triunfales del Presidente no tienen justificación posible: no sirven para nada. No hay político que no las haga, porque ante todo es la imagen que se haga de él y las esperanzas que en él se cifren. En los dos casos el Presidente va de perdedor.

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