martes, 7 de abril de 2009

Canal 6 de Julio: televisión sin televisión

Luis Hernández Navarro
En la guerra de la información el Canal 6 de Julio se ha ganado un lugar destacado. En un país en el que la televisión es el medio a través del cual se informa la mayor cantidad de personas y en el que dos monopolios controlan la inmensa mayoría de los canales abiertos e importantes segmentos de la industria del entretenimiento, abrirse un espacio independiente en la producción y emisión de reportajes y documentales es tarea difícil.

En 20 años de vida, con recursos escasos, sostenidos por su público, ha producido más de medio centenar de videos documentales, vendido decenas de miles de copias y llegado, sin exageración, a millones de espectadores de todos los estratos sociales. Ha mostrado que es posible elaborar y difundir un mensaje audiovisual que circula de mano en mano con relativa eficacia, y que es factible producir con pocos recursos.

El Canal 6 de Julio es un colectivo audiovisual dedicado a la información alternativa. Es precursor de la comunicación visual independiente. ¿Alternativa e independiente de quién?: del Estado y sus medios de comunicación, así como de las grandes compañías de medios electrónicos privados. Nunca ha recibido dinero de la burocracia cultural mexicana ni ha negociado contenidos con nadie.

Una de sus tareas centrales consiste en elaborar y difundir masivamente documentales que desmienten las campañas propagandísticas oficiales sobre acontecimientos de la vida política nacional en los que la resistencia popular desempeña un papel importante. Ha establecido, además, un amplio y valioso acervo videográfico de los abusos del poder, integrado por miles de horas grabadas y compiladas. Es, por ello, un banco de imágenes excepcional.

La productora es una asociación civil autogestiva, sin estructura jerárquica acentuada, con una dinámica de trabajo más o menos horizontal. Sin embargo, no traslada esta horizontalidad a la producción cinematográfica, ya que el esquema de funcionamiento es vertical y jerarquizado. La realización de un documental no puede ser un proceso democrático.

El Canal 6 de Julio se formó en el contexto de la campaña electoral de Cuauhtémoc Cárdenas por la Presidencia de la República de 1988 y la lucha contra el fraude electoral. Su primera producción fue ¡Que renuncie!, crónica de las protestas contra la imposición de Carlos Salinas de Gortari como jefe del Ejecutivo. El documental se proyectó por primera ocasión en febrero de 1989, en el patio central de la Universidad Obrera de la ciudad de México.

El colectivo tiene como antecedente directo los trabajos realizados bajo el sello Redes Independientes de Cine y Televisión sobre la huelga en la universidad en 1987 y la gestación del cardenismo un año más tarde. Retomó una tradición de cine militante desarrollado por la Cooperativa de Cine Marginal y los documentales de Leobardo Aretche y Óscar Menéndez, que denuncia, revela y pone al descubierto la trama oculta que subyace a la “paz social” de los regímenes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido Acción Nacional (PAN).

El proyecto nació como una iniciativa de emergencia, improvisada y sin perspectivas serias de continuidad. “Se nos ocurrió formar el grupito inspirados en la experiencia de los casetes de audio que se llamaban Radio Qué Onda”, dice Carlos Mendoza, coordinador del canal. Cuajó gracias a donaciones, apoyos y trabajo gratuito de varias personas. Trabajó originalmente con equipos caseros de video de formato Betamax. Sus primeras obras tuvieron, por lo regular, un carácter urgente, destinado a proporcionar una información alternativa a la difundida por la televisión privada.
Al acompañar el cardenismo y sus primeras incursiones electorales como Partido de la Revolución Democrática (PRD), documentó, informó y alimentó un vigoroso movimiento político-social que, al institucionalizarse, perdió su capacidad transformadora. Quince años después de su fundación produjo el documental Democracia para imbéciles, que, según Mendoza, es “un trabajo marcado por la desesperanza y el desencanto”, en el que se retrata de cuerpo entero “un partido cuyos candidatos, en su mayoría, han traicionado el sentido profundo de la rebelión ciudadana de 1988 y tan sólo se disputan los puestos de elección popular como un medio para obtener beneficios personales”.

El Canal 6 de Julio ha elaborado una impresionante historia audiovisual de las luchas políticas y sociales de las recientes cuatro décadas. Sus documentales dan cuenta de la matanza de Tlaltelolco en 1968, el halconazo de 1971, el movimiento navista, el levantamiento del EZLN, el surgimiento de nuevos grupo armados, los fraudes electorales, la masacre de Acteal, la huelga en la UNAM de 1999, la lucha de Atenco, la matanza de Aguas Blancas, la muerte de Digna Ochoa, la situación de los derechos humanos en México, entre muchos otros conflictos. No hay otro colectivo con tal cantidad de materiales elaborados sobre la historia de los de abajo en México.

Estos trabajos han sido de enorme importancia para informar sobre movimientos populares a los que la televisión y la radio silencian, así como para educar a miles de activistas y crear una cultura política alternativa. Elaborados a caballo entre el periodismo electrónico y el ámbito cinematográfico, son una formidable herramienta para hacer lo que Mendoza llama “televisión sin televisión”. A pesar de ello, la izquierda partidaria lo ha hecho a un lado y ha preferido invertir millones de pesos en publicitarse en la televisión comercial.

La calidad de sus producciones es desigual. Sus trabajos más logrados retoman la mejor tradición del reportaje y la entrevista audiovisual que desarrollan con amenidad, buen humor, claridad expositiva, sobriedad y eficacia argumental. La fuerza de sus imágenes proporciona a los documentales contundencia visual.

A pesar de su precariedad institucional, es uno de los referentes éticos de la información en México. Uno de los guardianes más tesoneros de la memoria de la resistencia popular. El memorial de agravios de los pasados 40 años tiene en la productora una voz central. De ser cierto que la próxima revolución será televisada, el Canal 6 de Julio estará allí para contarla.

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