martes, 25 de noviembre de 2008

Serpientes y Escaleras. Salvador García Soto

Generales en la mira


“Pasó por un momento de crisis depresiva atentando contra su vida”, fue el reporte oficial de la Sedena, pero la vox pópuli afirma que al general lo mataron


A su estilo, con todo el sigilo y la discreción castrense, sin reflectores ni publicidad, en la Defensa Nacional han iniciado sus propias operaciones de “limpieza” para detectar y remover a militares involucrados con el narcotráfico.
El caso más sonado recientemente fue el del general Roberto Aguilera, quien fungiera como responsable de inteligencia antinarcóticos de la Sedena en el sexenio foxista y a quien se dio de baja en julio pasado, tras detectarse que realizó algunas detenciones de narcotraficantes de las que no informó al Ejército ni a sus mandos superiores. El general Aguilera, cercano al ex titular de la Defensa, Gerardo Clemente Vega, y al ex procurador Rafael Macedo, causó baja y fuentes militares aseguran que actualmente está detenido en el campo militar número 1, donde lo procesan tribunales castrenses.


Otro militar de alto rango al que le pegó de rebote la civil Operación Limpieza que se lleva a cabo en la PGR y la Secretaría de Seguridad Pública federal fue el general brigadier Carlos Fernando Luque, quien tiene parentesco familiar con Miguel Colorado Jiménez, ex militar, ex funcionario de la SIEDO y principal acusado de la red de infiltrados que daba información a los cárteles de la droga.


Aunque no hay sobre él ninguna acusación que lo vincule con el narcotráfico —precisamos que el general Luque sigue en activo—, tras la detención y encarcelamiento de su cuñado Miguel Colorado, al general lo removieron de la zona militar de Oaxaca y lo enviaron a un puesto administrativo al edificio de la Sedena. Al mismo tiempo se abrió una investigación y al general lo interrogaron en el Campo Marte sobre las actividades de su cuñado, aunque en la Defensa aclaran que no hay, hasta el momento, ningún señalamiento o acusación sobre él.


Hay un caso bastante extraño que se inscribe en el contexto de esta misma guerra contra el narcotráfico y las “limpias” internas que se llevan a cabo en la Defensa. El general Jorge Alberto Cárdenas, quien era comandante de la 10 región militar, ubicada en Mérida, Yucatán, “se suicidó” hace una semana, según la versión oficial de la Sedena.


El general Cárdenas venía de un recorrido de Progreso a la ciudad de Mérida, cuando de repente en el trayecto pidió al chofer que detuviera la camioneta en que viajaba para hacer del baño. Iba acompañado por cinco escoltas, se alejó de la camioneta para hacer sus necesidades y de pronto se dio un tiro a unos cuantos metros del vehículo.


“Pasó por un momento de crisis depresiva atentando contra su vida”, fue el reporte oficial de la Sedena, pero en Mérida, donde la gente está muy sensible desde la conmoción de los decapitados y la presencia de Los Zetas, la vox pópuli afirma que al general lo mataron.


Llama la atención, en la versión oficial del suicidio, que los cinco guardias del general no lo acompañaron cuando se bajó del vehículo, puesto que la violencia del narcotráfico ha aumentado en esa entidad a raíz de que se volvió territorio de Los Zetas. ¿Es normal que dejaran al jefe de la zona militar bajarse en un tramo carretero solo a merced de cualquiera que le estuviera siguiendo los pasos?



NOTAS INDISCRETAS... ¿Y la austeridad, apás? Habría que preguntarles a los consejeros del IFE. Mientras en el discurso su presidente, Leonardo Valdés, habla de “austeridad y manejo eficiente de recursos”, en los hechos nadie se explica por qué los consejeros acaban de estrenar, en plena recesión económica, camionetas Toyota modelo 2009, con valor cada una de 350 mil pesos. Eso sin contar que, sin causa aparente, en el IFE les dio por remodelar la barda perimetral que rodea al edificio cuando la actual está en buenas condiciones. En un año electoral y con la exigencia ciudadana de que se gaste menos en el órgano electoral, ¿no habrá otra cosa más productiva en qué gastar el presupuesto?... En el mitin del domingo de Andrés Manuel López Obrador hubo dos cosas interesantes: la primera, que los fieles seguidores lopezobradoristas están más enojados con Los Chuchos que con el gobierno de Calderón, y la segunda, que AMLO cada vez se ve más alejado de Marcelo Ebrard. Cuando el líder arengaba contra el gobierno, PRI o PAN, el grito de sus seguidores era: “¡Fuera Los Chuchos, fuera Los Chuchos!”. Y sobre Marcelo, con su pista de hielo, su rampa de nieve, un árbol gigante de Navidad y hasta una cabañita de Santa, sólo le dejó a AMLO un rinconcito del Zócalo para sus protestas. ¿Será que el espíritu navideño de Marcelo ya se antepuso al espíritu de lucha?... Escalera doble de los dados. Pinta bien la semana.

No hay comentarios: