martes, 21 de febrero de 2017

Josefina, tocada por la corrupción de Peña Nieto

Josefina Vázquez Mota, candidata del PAN al gobierno del Edomex. Foto: Germán Canseco

Vencoechea, asesor de priistas, su consultor
–El coordinador: poblano de El Yunque
–Muda ante corrupción, violencia, feminicidios…
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Derrumbada hasta el tercer lugar en las elecciones de 2012, la panista Josefina Vázquez Mota se esfumó de México y se refugió en Europa, un tiempo largo en Dublín. Su reaparición fue, como invitada de honor, a la asunción de Enrique Peña Nieto, y ya se sabe a cambio de qué: De más de mil millones de pesos para su proselitismo personal.
Ahora Vázquez Mota es, por “dedazo”, la candidata del Partido Acción Nacional (PAN) a la gubernatura del Estado de México, la entidad que ocupa el primer lugar en corrupción, donde tiene plena vigencia el principio político según el cual todo lo que puede comprarse con dinero resulta barato y cuyo más prominente representante es justamente quien le dio la millonada: Peña Nieto.
“¡No tengo ningún temor de enfrentar a los poderosos, a los que se quedan con todo y sólo reparten migajas!”, exclamó Vázquez Mota en el registro de su precandidatura en el PAN, el domingo 19, siendo parte ella misma de los que reciben “migajas” del poder priista, como son los mil 36 millones de pesos de dinero público que recibió directamente de Peña, acreditados por documentos exhibidos por la asociación civil Mexicanos contra la Corrupción.
Se trata de un inobjetable acto de corrupción política al más alto nivel: Peña dio la instrucción como presidente de la República, la ejecutó Luis Videgaray cuando era secretario de Hacienda y los recursos etiquetados al Instituto de Mexicanos en el Exterior los canalizó José Antonio Meade como canciller a la fundación Juntos Podemos, que preside Vázquez Mota.
¿A título de qué Peña le entregó más de mil millones de pesos a Vázquez Mota para que ésta, a su vez, los canalizara a organizaciones que supuestamente apoyan a los mexicanos en Estados Unidos? Sólo lo saben ella y Peña, y Videgaray y Meade, que pese al enroque en sus cargos están en la entraña de un entramado de maloliente corrupción.
¿Cuántos mexicanos en Estados Unidos se beneficiaron con los más de mil 36 millones de pesos que le fueron arrebatados a los consulados? ¿Se utilizó de manera honesta el dinero para ese fin o se usó para el disfrute de una burocracia en banquetes y viajes, como los que hizo Vázquez Mota a Estados Unidos para ayudar a mexicanos que ya abandonó? No se sabe, porque la panista no rinde cuentas, pero tampoco Peña, Videgaray y Meade.
Y es que la transparencia y la rendición de cuentas no son el fuerte de Vázquez Mota, quien nunca ha hecho público su patrimonio en su trayectoria como secretaria de Desarrollo Social y de Educación, así como diputada federal y candidata presidencial. Tras la campaña de 2012 sus excolaboradores decían que se quedó con deudas pero también con dinero, y nadie sabe de qué vive si no trabaja desde noviembre de 2011.
¿Pero qué tiene que ver Vázquez Mota con el Estado de México? Salvo que reside en el fraccionamiento La Herradura, municipio de Huixquilucan, nada: Ahí duerme, porque su vida la hace en la Ciudad de México –en Polanco– y fuera del país, pero desconoce su geografía y sus problemas, tanto que ha sido muda sobre la corrupción, la violencia, la inseguridad, los feminicidios y el gobierno corruptor de Eruviel Ávila.
No tiene el pulso de la sociedad –de las zonas urbanas y rurales de su inmenso territorio– ni conoce siquiera la vida interna del PAN del Estado de México. Su única prenda es sólo ser la más conocida de los prospectos para la candidatura, pero ser conocida no significa ser competitiva. Las encuestas, aun con su desprestigio, la ilustrarán.
Llama la atención que Vázquez Mota haya contratado como su estratega al colombiano Mauricio de Vencoechea, un consultor que sólo ha trabajado con políticos priistas de la talla de Emilio Gamboa, Manlio Fabio Beltrones y candidatos a gobernadores, no siempre con éxito, y que ponga en manos de expriistas la operación de tierra de su campaña.
Otro dato que desconcierta es que Josefina perfile como su coordinador de campaña a Eduardo Rivera Pérez, tan fuereño e ignorante del estado como ella, porque si bien nació en Toluca, toda su vida política la ha hecho en Puebla, donde fue alcalde de la capital en el mismo año y con los mismos mecanismos con los que ganó la gubernatura Rafael Moreno Valle, situados en bandos opuestos en el PAN.
Rivera Pérez es un militante juramentado de El Yunque, la organización secreta de ultraderecha que en el PAN del Estado de México tiene una presencia importante con los bravo boys, chocante anglicismo con el que se denomina a los discípulos de Luis Felipe Bravo Mena, el dos veces derrotado candidato de ese partido al gobierno del estado.
No es fortuita esta coincidencia: Bravo Mena fue testigo directísimo del inicio de la corrupción del PAN en el Estado de México –que luego se extendió a todo el país– como presidente nacional de ese partido, a principios del siglo y del milenio, cuando el exgobernador Arturo Montiel, tío de Peña, corrompió a 13 diputados que se declararon independientes.
Bravo Mena, quien sabe cómo fluyen los millones de pesos a líderes panistas, no sólo al diputado federal Ulises Ramírez –que de cacique del PAN planea volver a su origen priista–, hoy preside la Comisión Anticorrupción de ese partido que avala la corrupción política que representa el regalo de mil 36 millones de pesos de Peña a Vázquez Mota.
Con estas credenciales Vázquez Mota disputará la gubernatura ante el priista Alfredo del Mazo, primo de Peña, y Delfina Gómez, la candidata de Morena, en una campaña que definirá quién tiene autoridad moral y política para ofrecer un gobierno que combata la corrupción. Porque ¿cuándo se ha visto que un corrupto ataque la corrupción?
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado

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