jueves, 10 de noviembre de 2016

Iglesia doblega a Peña Julio Hernández López

Astillero
Mexicanos ante el espejo
Es Trump, pero somos nosotros
Margarita: apuesta perdedora
Iglesia doblega a Peña
Julio Hernández López
Foto
LOS 400 PUEBLOS VUELVEN A REFORMA. Integrantes de los 400 Pueblos se manifestaron ayer en Paseo de la Reforma. Llevaban fotos de Miguel Ángel Yunes y de Donald Trump. Exigieron una reunión con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, para hablar sobre el incidente que involucró al dirigente del PAN, Ricardo Anaya, al gobernador electo de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, y a Santiago Creel, en junio pasadoFoto Jesús Villaseca
L
a espectacular victoria republicana en Estados Unidos ha puesto de golpe a México frente a su espejo. Junto a las implicaciones aberrantes del resultado favorable a Donald Trump, la estructura dominante de México y parte de la sociedad mexicana han sido colocadas en un diván de autoanálisis, luego de una larguísima temporada de complacencias y justificaciones que fueron acumulando las distorsiones suficientes para modelar este país, angustiado y derrotado por el desenlace de unos comicios ajenos.
Es Trump, pero somos nosotros. Grave el triunfo electoral de un personaje turbio y pernicioso en el vecino país, con evidentes consecuencias negativas para el mundo en general y para México muy en particular, pero todo ello se agrava por la debilidad largamente cultivada de un país, el nuestro, que hasta ahora (en gran parte de su población) se ha dedicado a sobrellevar sus desgracias, a aceptar la fatalidad de los gobiernos ineptos y corruptos, a ver pasar el desfile de agravios al interés nacional como si fueran cosa de otros, atenido al tutelar funcionamiento sabidamente maligno de un sistema político y económico que nos ha hundido y nos expone a peores circunstancias ante un huracán a la vista, de apellido Trump.
En todo caso, los términos exactos del desastre están por verse. Las primeras horas fueron aparatosas, con los mercados financieros mundiales tomando angustiada nota a la baja del vuelco estadunidense. A las siete de la mañana, José Antonio Meade y Agustín Carstens daban conferencia de prensa en México para no decir nada sustancioso, testigos del deslizamiento que luego se daría, ya con el dólar a más de 20 pesos. El desdibujado aparato diplomático mexicano anunciaba (nomás por anunciar) que los consulados en Estados Unidos se convertirían en espacios de defensa de los paisanos, cosa que nunca ha sucedido a lo largo de varios sexenios, convertidas esas representaciones en refugio para políticos sin acomodo local, fuente de negocios y frivolidades, pero nunca de atención real a los problemas de los pomposamente llamados compatriotas.
Por lo pronto, Peña Nieto juega a creerse secretamente triunfador porque fue empujado (por el otro presunto ganador, Luis Videgaray) a recibir con oportunidad al verdugo ahora victorioso, mientras las redes sociales y el cotilleo lo describen con ironía como forzado contribuyente hasta en términos físicos (cargando botes de mezcla, por ejemplo, o acarreando ladrillos) para la construcción del muro de la vergüenza. Ya habló el mexiquense con Trump y pronto podría darse una entrevista entre ambos (es de desearse que no sea nuevamente en Los Pinos, con la servidumbre local convertida en alfombra roja), así que los manejadores de imagen han hecho decir a Peña, con un aire que recuerda aquellas promesas lopezportillistas de defender el peso como un perro (mientras la devaluación era aprovechada por las élites), que se dedicará con toda su capacidad, auténticamente en cuerpo y alma, a velar por los intereses, derechos y bienestar de los mexicanos, donde quiera que se encuentren. Si lo va a hacer como hasta ahora lo ha hecho, en estos casi cuatro años de pesadilla (y no hay razón para pensar que vaya a ser distinto), esa palabrería quedará tan sólo en eso, en retórica de oportunidad, presagio de que poca resistencia real habrá ante el embate del republicano encarrerado.
Y algunos pretenden recomponer figura: la principal damnificada electoral 2018 es Margarita Zavala Gómez del Campo, la panista que apostó a ligar su figura a la de Hillary Clinton, suponiendo que ésta ganaría de calle y que la victoria femenina en Estados Unidos llamaría a los mexicanos a un mimetismo que hoy, en todo caso, condena a la esposa de Felipe Calderón a compartir suerte fracasada con la esposa de Bill Clinton; en ese contexto que ahora le es adverso, Zavala emitió un desafortunado video de solidaridad a larga distancia con los paisanos: no están solos, les dijo. El deslenguado Vicente Fox Quesada ha convertido las recurrentes críticas a Trump en un elogio de Peña Nieto, mediante un tuitdigno de enmarcarse como cumbre del oportunismo y la desmemoria instantánea: Las crisis abren oportunidades. Presidente Peña, fuiste acertado y visionario. Sólo tú invitaste al Presidente de USA. Videgaray acertó.
En otro tema: con manifestaciones callejeras, pronunciamientos abiertamente políticos y diplomacia vaticana a través de su nuevo representante en México, la Iglesia católica romana doblegó el extraño intento de Enrique Peña Nieto por dar rango constitucional al matrimonio entre personas del mismo sexo. Ayer, en la cámara federal de diputados, el voto mayoritario de PRI, PAN, Verde, Panal y Encuentro Social decidió en comisiones de trabajo no avanzar en la iniciativa que en ese sentido había presentado el mexiquense días antes de las elecciones del pasado junio, en un lance al que algunos observadores adjudicaron parte de la fermentación que acabó dando cinco gubernaturas a candidatos panistas, en algunos casos con presbíteros en abierta crítica al partido tricolor y exhortaciones a sufragar por partidos que no atentaran contra el orden familiar tradicional.
En apariencia fue una rebeldía o una desobediencia de los priístas de San Lázaro a una iniciativa proveniente de Los Pinos, con las excepciones del zacatecano Benjamín Medrano (en congruencia con el hecho de que es homosexual) y la yucateca Ivonne Ortega, priístas que votaron a favor de la iniciativa que por órdenes superiores deberían desechar. En realidad, el sepultar esa intención de modificar la Constitución para garantizar el matrimonio entre personas del mismo sexo fue la concreción de acuerdos para frenar el desatado activismo clerical.
Y, mientras el piloto mexicano de Fórmula Uno Sergio Pérez renunciaba ayer a su relación comercial con la fabricante de lentes Hawkers por la burla de ésta, mediante un tuit, al invitar a usar sus productos para que no se les noten los ojos hinchados mañana en la construcción del muro, ¡hasta mañana!
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