miércoles, 25 de mayo de 2016

Ahora resulta que el salinista Luis H. Álvarez fue un prócer

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Desde Ricardo Anaya, hasta Felipe Calderón y Margarita Zavala. La cúpula del PAN rindió homenaje este martes a su líder moral, Luis H. Álvarez, quien falleció la semana pasada.
El presidente nacional del partido, Ricardo Anaya, dio el siguiente mensaje:
Nos reunimos hoy aquí en el Comité Ejecutivo Nacional, como lo hicimos apenas hace unos días en la tierra de Don Luis, a recordar con Don Luis que este traje que traemos puesto es prestado.
No sabemos ni el día ni la hora, pero todos lo vamos a entregar. Lo importante es entregarlo como lo entregó Don Luis: con la frente en alto, con la cara limpia, con la profunda satisfacción del deber cumplido, así lo entregó un extraordinario mexicano, hombre ejemplar para mi generación, Don Luis H. Álvarez.
A su familia, aquí reunida, un abrazo cariñoso, solidario, a su hija Blanca, a su hijo Luis. De manera muy especial a todos sus nietos, pero particularmente a su nieta Blanca, a su esposo, que lo hicieron feliz, con quien Don Luis en León, Guanajuato, pasó alegre sus últimos días.
Y a toda su familia, su entrañable familia aquí reunida, la familia que tanto lo quiso y que tanto lo quiere, su familia del Partido Acción Nacional.
Aquí en este mismo auditorio se celebró la presentación del último libro que escribió Don Luis, su correspondencia con el fundador, su correspondencia con Gómez Morin.
Y ese día en la presencia de Don Luis, yo recordaba aquella frase de Carlos, de Castillo Peraza que decía, efectivamente, que a Don Manuel, Don Luis le causaba fascinación.
Hace 60 años que se conocieron Don Luis y Don Manuel y se 60 años después Don Luis nos sigue causando fascinación.
Nos causa fascinación el recuerdo de su matrimonio ejemplar y leal con Doña Blanquita. Nos causa fascinación el recuerdo de las caravanas, ya referidas, desde Chihuahua en su lucha valiente y vigorosa por democratizar a México. Nos causa fascinación el recuerdo de su campaña presidencial con aquella anécdota que también se ha referido, que Germán Martínez nos recordó hace algunos días, el encarcelamiento de Don Luis en Jalpa, Zacatecas, porque como ha dicho Germán, había cometido el gravísimo delito de ser el candidato presidencial del Partido Acción Nacional.
Nos causa fascinación el recuerdo de su mirada penetrante, de su sonrisa luminosa y amable, su generosidad, su valentía, pero sobre todo su congruencia.
Hay un episodio en la vida de Don Luis que pinta de cuerpo entero el nivel de congruencia, la estatura moral de Don Luis: 1986, su huelga de hambre en el Parque Lerdo, 41 días.
Yo quiero recordar con ustedes el contexto, porque el contexto nos permite entender la grandeza del acto.
Para el 86, Don Luis ya lo había sido prácticamente todo, había sido candidato a Presidente de la República, candidato a Gobernador, candidato a Senador, alcalde, buen alcalde, alcalde ejemplar de Chihuahua capital y decide participar en un proceso interno democrático para ser nuevamente nuestro candidato a Gobernador en el estado de Chihuahua.
Con esas credenciales bajo el brazo se presenta Don Luis al proceso interno y se enfrenta a un joven que a la postre resultaría talentosísimo, pero que en ese momento era un joven de 35 años con sólo tres años de militancia en Acción Nacional. Y en ese proceso interno, democrático, el joven Pancho Barrio le gana la elección a Don Luis H. Álvarez y ahí es donde se manifiesta en toda su dimensión la grandeza de Don Luis, porque Don Luis no solamente acepta el resultado y se suma a la campaña de Pancho.
La fase final, en la víspera de la elección, Don Luis emprende una huelga de hambre 41 días, estaba dispuesto a dar la vida por defender la democracia en la creía, estaba dispuesto a dar la vida por defender el triunfo democrático y legítimo de su joven compañero de partido que apenas unas semanas antes lo había derrotado en un proceso interno. De ese tamaño era Don Luis H. Álvarez, ya quisiéramos hoy en Acción Nacional una pequeñísima fracción de la generosidad, de la entrega, de la limpieza de corazón de Don Luis H. Álvarez.
Y qué bueno, como ha dicho Javier Corral, que lo convencieron de suspender la huelga de hambre, porque faltaban 30 años, 30 años provechosos e indispensables para nuestro país.
Y por cierto, la democracia interna del partido en la que creía profundamente Don Luis resultó sabia, porque Pancho Barrio repitió como candidato a Gobernador y fue electo Gobernador. Y casi un cuarto de siglo después de su toma de protesta nos seguimos sintiendo profundamente orgullosos del gobierno de Pancho Barrio.
Y el propio Don Luis al año siguiente, 1987, fue electo presidente nacional de nuestro partido.
En esa histórica sesión de Consejo, muchos de aquí lo vivieron, quien fue el orador responsable de presentar a Don Luis, fue otro orador extraordinario, Don Guillermo Prieto Luján.
La revista La Nación, aquel número, retoma íntegro el discurso de Don Guillermo Prieto Luján, un discurso sin desperdicio, un discurso que vale la pena releer. Pero sobre todo, un discurso que casi tres décadas después podemos suscribir con Guillermo Prieto Luján.
Escribió Don Guillermo Prieto Luján:
Es una línea su vida sin torceduras, sin desviaciones, es una sola conducta, honesta, generosa y entregada. Es una sola actitud, abierta, franca, leal.
Casi tres décadas después podemos volverlo a decir, con Don Guillermo Prieto Luján.
Y estoy convencido, el mejor homenaje que le podemos hoy hacer a Don Luis es seguir luchando con su ejemplo por limpiar a nuestro país, pero empezando por la casa, por la tierra de Don Luis, empezando por Chihuahua, llevando al Gobierno de Chihuahua a un hombre honesto, a un hombre valiente, a un hombre congruente.
Estoy convencido, Don Luis quería con todo su corazón verte Gobernador de Chihuahua, estimado amigo, Javier Corral Jurado.
Queridas amigas y amigos,
Se ha ido un gigante, se ha ido un hombre enorme. En la presentación de sus memorias, Enrique Krauze lo llamó el Quijote de la democracia, el Quijote mexicano de la democracia, el Quijote chihuahuense de la democracia.
Ese Quijote que ahora mismo, allá desde lo alto aún cabalga en su reencuentro con Blanquita, descanse en paz y viva para siempre Don Luis Héctor Álvarez.
¡Viva Don Luis!
¡Viva Don Luis!
¡Viva Don Luis!

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