martes, 15 de diciembre de 2015

“De cómo una portada del ¡Hola! se convirtió en un gran escándalo”

"Parecía una inocente portada de una revista del corazón", tras la cual hubo "meses de investigación y comprobaciones".

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Por Gumersindo Lafuente (publicado originalmente en ElDiario.es y retomado con autorización del autor)
Todo empezó en el supermercado un sábado de mayo de 2013. El periodista mexicano Rafael Cabrera esperaba en la cola de las cajas cuando se fijó en la portada de la nueva edición de la revista ¡Hola!. Allí aparecía Angélica Rivera, posando en exclusiva como primera dama. Pero lo que llamó la atención del reportero no fue la imagen de la actriz, mujer del flamante nuevo presidente de México, Enrique Peña Nieto. Lo que captó su curiosidad fue el escenario.
El reportaje estaba hecho en lo que la propia Angélica describía a lo largo de la entrevista como “su verdadera casa” cuando era preguntada por su vida en Los Pinos, la residencia oficial del presidente. A partir de ahí empezaron a suscitarse los interrogantes, sobre todo cuando después de las primeras pesquisas, se pudo establecer que la lujosa vivienda de blanquísima fachada está situada en las Lomas de Chapultepec, una de las zonas más caras de la capital mexicana y que el valor de la propiedad podía estimarse en cerca de los siete millones de dólares.
Pero todo empezó a complicarse mucho más cuando a las dudas sobre la capacidad económica de la pareja presidencial para adquirir tal propiedad, se sumó la certeza de quela vivienda no estaba a nombre ni de Enrique Peña ni de Angélica Rivera ni de ninguno de sus seis hijos. En el registro de la propiedad la finca figuraba a nombre de Ingeniería Inmobiliaria del Centro, una empresa del Grupo Higa, propiedad del empresario Juan Armando Hinojosa Cantú, contratista habitual del Estado y amigo de Enrique Peña Nieto. El escándalo estaba servido.
Pasaron los meses y se sucedieron las pesquisas, al final el destino quiso que la historia acabase siendo investigada por cuatro aguerridos reporteros, el propio Rafael Cabrera, Daniel Lizárraga, Irving Huerta y Sebastián Barragán, reunidos al fin por Carmen Aristegui en su equipo de investigación de la emisora de radio MVS. Y ahí comienza la segunda parte del enredo. Lo que en principio era un caso de posible corrupción de la primera autoridad del país, se acabó convirtiendo también en una tremenda operación de censura.
Lo que parecía una inocente portada de una revista del corazón se transformó tras meses de investigación y comprobaciones, en La casa blanca de Peña Nieto, un reportaje que jamás se llegó a emitir en la cadena de radio de la que era estrella Carmen Aristegui, pero que cuando se publicó en su sitio web, Aristegui Noticias, al tiempo que en otros medios mexicanos independientes, un 9 de noviembre de 2014, terminó con la propia Aristegui, sus cuatro reporteros y el resto del equipo -hasta 25 personas- en la calle.
Esta historia oscura de corrupción y censura se ha convertido ahora en un espléndido libro editado por Grijalbo en México y presentado en la reciente Feria de Guadalajara. Allí estaban sus cuatro autores y Carmen Aristegui, la que fue su jefa, hablando del caso, disfrutando de los diversos premios obtenidos por la investigación (El Nacional de Periodismo y el de la Fundación Gabriel García Márquez, entre otros), pero sin poder trabajar de nuevo en ninguna emisora de radio o televisión de México, tal es la capacidad de intimidación que el actual Gobierno tiene sobre los empresarios del sector.
El libro, además de un jugoso repaso por las entretelas del poder de Peña Nieto, es también una lección de investigación periodística y un motivo más para la indignación que se ha ido contagiando en buena parte de la sociedad mexicana durante los último años, coronados ahora por los escándalos de corrupción, las graves violaciones de los derechos humanos, la increíble fuga del Chapo Guzmán y las intimidaciones, agresiones y asesinatos de periodistas.
México se enfrenta a un momento histórico. Igual que en España prendió la mecha del 15-M y estamos a punto de darle un giro al bipartidismo hegemónico, allí nos miran con un poco de envidia y con la esperanza de que los movimientos ciudadanos que sí existen, terminen en algún momento por convertirse en alternativa al poder recientemente recuperado por el PRI.

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