sábado, 6 de diciembre de 2014

“México no será el mismo después de Ayotzinapa”, advierten en marcha padres de normalistas


La movilización en el Monumento a la Revolución. Foto: Xinhua
La movilización en el Monumento a la Revolución.
Foto: Xinhua
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- Miles de personas que participaron este sábado en distintas manifestaciones en la Ciudad de México, convergieron en el Monumento a la Revolución para exigir justicia por los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Organizaciones campesinas y estudiantiles, representantes de comunidades indígenas y sindicatos obreros marcharon detrás de los familiares de los normalistas desaparecidos para clamar la renuncia de Enrique Peña Nieto.
Momentos antes, líneas de granaderos bloquearon los accesos al Centro Histórico para impedir el arribo de manifestantes, ya que en el Zócalo el Gobierno del DF instaló la pista de hielo.
Ante la presencia de granaderos en la avenida Juárez, un contingente de maestros dio marcha atrás y se dirigió hacia el Monumento, donde los padres de los normalistas y voceros de organizaciones sociales realizaban un mitin.
Según la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), 34 contingentes provenientes de 28 estados de la República participaron en la toma simbólica de la ciudad este día.
Sobre un templete instalado en el Monumento a la Revolución, un orador tomó el micrófono y leyó en su celular un mensaje de los normalistas de Ayotzinapa dirigido a su compañero Alexander Mora Venancio, cuyos restos fueron identificados por peritos argentinos:
“Compañeros, a todos los que nos han apoyado, soy Alexander Mora Venancio. A través de esta voz les hablo. Soy uno de los 43 caídos del día 26 de septiembre a manos de este narcogobierno.
“Hoy 6 de diciembre le confirmaron los peritos argentinos a mi padre que uno de los fragmentos de los huesos encontrados me corresponde.
“Me siento orgulloso de ustedes, que han levantado mi voz, el coraje y mi espíritu libertario. No dejen a mi padre solo con mi pesar. Para él significo prácticamente todo. La esperanza y el orgullo, su trabajo y su dignidad.
“Te invito a que redobles tu lucha. Que mi muerte no sea en vano. Toma la mejor decisión pero no me olvides. Rectifica si es posible, pero no perdones. Este es mi mensaje.
“Hermanos, hasta la victoria. Soy Alexander Mora Venancio, del Pericón, municipio de Teconapa Guerrero”.
La multitud reunida en la explanada de la Plaza de la República quedó conmocionada.
Enseguida, el orador agregó:
“Vean cómo la existencia, cómo la vida de Alexander, un joven estudiante que soñó con ser maestro terminó en un fragmento de hueso y en un pedazo de molar. Les pregunto: ¿Esto puede quedar impune? ¿Vamos a dejarlo impune?”.
“¡No!”, respondieron los miles de manifestantes, quienes participaron este sábado en la toma simbólica de la Ciudad de México, un acto convocado en conmemoración de la entrada en la ciudad de las tropas zapatistas y villistas hace un siglo.
“No nos van a callar, no nos van a comprar, no nos van a silenciar”, advirtió el padre de un normalista.
“Queremos que el mensaje del día de hoy sea en un solo puño. Que Alexander vive y vivirá porque es el símbolo de la lucha generacional. Representa a los jóvenes, a los estudiantes”.
Un vocero de la asamblea interuniversitaria insistió en que la indignación seguirá y que “México no será lo mismo después de Ayotzinapa porque ya perdimos el miedo”. Añadió: “Ayotzinapa no es solo un grito de dolor”.
Infiltrados en movilización de maestros
Contingentes de maestros que “tomaron” las casetas de la carretera a Cuernavaca por la mañana, detuvieron a un grupo de 12 personas a quienes amarraron en cadena con una sola cuerda, les colgaron letreros que decían “infiltrados” y los llevaron hasta la avenida Chapultepec, detrás del edificio de Televisa, donde los “entregaron” a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF).
Los profesores, la mayor parte de ellos originarios de Guerrero, aseveraron que esta banda -cuyos integrantes llevaban el rostro cubierto- engañaba a los automovilistas pidiéndoles dinero para la causa de Ayotzinapa.
Inicialmente los maestros pensaron que se trataba de infiltrados del gobierno pagados para realizar destrozos y desprestigiar la protesta social, ya que uno de ellos aseguró ser militar.
Caminando en línea, con la cabeza hacia abajo, los 12 “infiltrados” -como les llamaban los profesores- afirmaron que habían sido contratados por un tal “Olaf” para exigir dinero a los automovilistas.
Provenientes de barrios pobres y algunos muy jóvenes, “Olaf” les prometió 400 pesos a cambio del trabajo.
“Independientemente de todo esto, consideramos que no deben de lucrar con la sangre de los caídos”, dijo una estudiante con el rostro cubierto.
“Se fueron dos personas en motonetas, con mochilas llenas de dinero. También violentaron los compañeros de Guerrero, les dijeron que no podían tomar la caseta porque no la iban a soltar hasta las 12 de la tarde”.
“De una u otra forma también son de barrio, están igual de jodidos que uno. Si corroboras las historias de ellos, te das cuenta que se aprovecharon de su necesidad”, sostuvo.
“Un amigo nos presentó”, dijo a Proceso.com uno de los 12 “infiltrados”.
“Andamos todos humillados, si hubiéramos sabido que así iba a acabar esto no lo hubiéramos hecho”, precisó, y agregó: “Nosotros no sabíamos que estábamos lucrando con esto”.
Otro joven, también con el rostro cubierto, explicó que los 12 utilizaban la violencia para exigir el pago de cuotas a los automovilistas. Por su parte, los estudiantes “abrimos las casetas y pedíamos una cooperación voluntaria”, detalló.

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