viernes, 12 de diciembre de 2014

Almirante encorajinado .- Julio Hernández López

Soberón reprocha
Advertencias de Sedena y Semar
Ficrea, un ejemplo

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"SIN SUSTENTO", DECLARACIONES DE MURILLO: EXPERTOS. Rigoberto Vargas, de la asociación Mexicanos Unidos, y los científicos Jorge Montemayor Aldrete y Pablo Ugalde Vélez, ayer en conferencia de prensa. Los especialistas afirmaron, en relación con la versión presentada el 7 de noviembre por el procurador Jesús Murillo Karam sobre los normalistas desaparecidos, que se hubiesen necesitado un promedio de 33 toneladas de troncos de árboles de unas cuatro pulgadas de diámetro para cremar 43 cadáveresFoto Yazmín Ortega Cortés


E
s institucionalmente inaceptable, políticamente invasivo, socialmente peligroso y claramente amenazador el mensaje de temporada navideña que el almirante Vidal Francisco Soberón Sanz emitió este miércoles en conferencia de prensa. El máximo jefe operativo del cuerpo armado federal que se especializa en acciones relevantes (algunas de ellas con apoyo o participación de agentes estadunidenses, según denuncia periodística hecha en el país vecino) se ha declarado bajo enojo y coraje a causa, en primera instancia, de ciudadanos que a su juicio son manipulados políticamente para realizar o convalidar protestas y manifestaciones que el mando marino considera injustas e irritantes y, en segundo plano, de esos entes manipuladores que a su personal criterio buscan fines distintos a los que la sociedad merece, auténticos peligros para México.
Las palabras del secretario de Marina, el almirante Soberón Sanz, han ido más allá de las que días atrás pronunció el secretario de la Defensa Nacional, el general Salvador Cienfuegos, reunido también con periodistas en razón del cierre de año. El titular de la Sedena insistió en la tesis de que la crisis nacional es un problema de Estado, no de gobierno, y advirtió que frente a los incomprensibles acontecimientos de Iguala, que han hecho reflexionar a la sociedad toda y han cimbrado al país, la mentira, el reproche, la crítica infundada, la violencia y la intolerancia, poco abonan. El pasado 20 de noviembre, al recibir una condecoración de manos de Enrique Peña Nieto, el propio general Cienfuegos había dado a conocer su tesis del Estado como responsable, pero no el gobierno, e incluso hizo ver que para el país hay dos caminos: el de la desunión reflejado y marcado por la violencia, y la crítica infundada que lleva a la inestabilidad, no soluciona problemas, sólo los agrava.
La irrupción abierta del secretario de la Defensa Nacional en terrenos de valoración política que no corresponden a la jurisdicción castrense (¿quién decide, y bajo cuáles criterios, cuándo la crítica es infundada y cuándo determinados actos públicos no abonan a la salud republicana?) fue superada por el almirante Soberón, quien abiertamente ha etiquetado de manera negativa, reconociendo que en sus juicios hay coraje y enojo, a quienes hoy realizan protestas públicas por la desaparición de normalistas rurales de Ayotzinapa. Recuérdese que Soberón fue secretario particular del anterior secretario de Marina, Mariano Francisco Saynez Mendoza, durante la guerra contra el narcotráfico, y que su ascenso al almirantazgo, como escalón para llegar a la secretaría, le fue concedido el 20 de noviembre de 2012, apenas unos días antes de ser nombrado en la Semar.
El destape declarativo de los dos funcionarios de las fuerzas armadas mexicanas no ha producido ninguna corrección de parte del civil que oficialmente manda en esos cuerpos y designó a sus titulares. Ha de suponerse, por tanto, que las consideraciones y advertencias de Cienfuegos y Soberón corresponden a una postura compartida por Enrique Peña Nieto, a quien pareciera aceptable que en apoyo a su endeble situación en Los Pinos se produzcan esas piezas discursivas, politizadas y no institucionales sino grupales. La otra hipótesis es peor: que esos mandos estén actuando por su cuenta e incluso con ánimo derogatorio contra el civil que no mete orden.
Así pues, coraje y enojo son características virtuosas en los guerreros que defienden a su patria frente a embates extranjeros, pero de ninguna manera pueden ni deben ser los ánimos motores contra ciudadanos mexicanos que protestan de manera aún menor a la proporción de los agravios acumulados, el más notable y reciente el de Ayotzinapa (y el de Tlatlaya, por señalar otro).
Endurecer el discurso, como anticipación del endurecimiento del puño, no es ni será la vía adecuada para atender una justificada indignación nacional que hasta el presidente de la suprema corte de justicia, Juan Silva Meza, reconoció ayer al rendir un informe de labores frente a Peña Nieto (también dijo el ministro presidente, ante Osorio Chong y los titulares de Sedena y Semar, que en circunstancias como las actuales debemos preferir la fortaleza institucional al desorden, y las vías democráticas al uso de la fuerza legítima). En ese contexto, mejor sería que Sedena y Semar se abstuvieran de hacer consideraciones políticas, entendieran en términos democráticos el proceso actual de irritación social, eliminaran el coraje y el enojo en su toma de decisiones, e incluso que se colocaran en civilizada disposición de un mayor escrutinio público, en particular cuando crecen las exigencias de que instalaciones militares y actuar de mandos castrenses sean revisados en función de los acontecimientos de Iguala.
El arribo del peso a la línea de los 15 por dólar redobla las preocupaciones de quienes han visto caer en picada el discurso y la política económica de la administración Peña-Videgaray. El prendido general de alerta (el precio del barril de petróleo, a la baja, y el billete estadunidense al alza respecto al nuestro, todo en medio de incumplimiento de metas, desaceleración, corrupción, ineficacia e inseguridad) hace a muchos mexicanos recordar conmociones anteriores.
Algunos de esos mexicanos ya están en absoluta crisis. Es el caso de los 6 mil ahorradores que confiaron cantidades promedio de un millón de pesos a una sociedad financiera popular denominada Ficrea, que el pasado 7 de noviembre fue intervenida por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. Los depósitos fueron congelados, a causa de irregularidades cometidas por los directivos del fideicomiso, y la autoridad no inicia procesos legales contra los responsables, pero tampoco nos da una fecha cierta para que nos sea devuelto nuestro dinero, ganado legítimamente y de forma honesta. Hay quejas contra el director de la CNBV, Jaime González Aguadé, por su soberbia e indiferencia (aquí puede leerse una relatoría hecha por uno de los ahorradores http://bit.ly/1smT0JA ) ¡Hasta el próximo lunes!
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