sábado, 8 de marzo de 2014

Alabanzas al gobierno

Todos los días y a cualquier hora la radio y la televisión llenan de alabanzas a los gobernantes en turno, al Ejército, la Marina, la Cámara de Diputados y la de Senadores.  No solamente a través de los noticiarios, las loas provienen de campañas publicitarias que tienen el fin de proponer una imagen de renovación del país a partir de dos ejes: por una parte el regreso del PRI al poder ejecutivo; por otro y en consecuencia, debido a las reformas aprobadas en apenas un año.
Sin una ley que restrinja el derroche del subsidio disfrazado a medios audiovisuales, los gobiernos pagan por repeticiones de campañas que a su vez son elaboradas por empresas comerciales a costos muy elevados. Y eso desde el sexenio de Salinas de Gortari, quien hoy mueve los hilos tras bambalinas.  El despilfarro se ha ido acrecentando con los años gracias a la falta de control.
Según Ibope en 2010, de una lista de los primeros 16 anunciantes en medios, la Presidencia de la República fue el segundo: difundió 417 247 menciones a un costo de más de 8 mil millones de pesos. Le siguió la Cámara de Diputados en el número diez con 126 537 spots y un gasto de más de 2 mil millones de pesos.  El Senado de la República se refirió a sí mismo 82 813 veces, erogando casi dos mil millones de pesos para quedar en el número 14.
En lo que va de este sexenio, hemos visto campañas de las dos Cámaras, la Suprema Corte de Justicia, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la Secretaría de Salud, El recién creado Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), el IFE, el Ejército, la Marina, entre los más divulgados fuera de los que corresponden a la presidencia, firmados como Gobierno de la República.
En la urgencia por crear un clima favorable a las reformas, especialmente a la petrolera que enajena bienes de la nación, se desató una campaña propagandística de corte moderno, con un joven como protagonista, escenarios en movimiento. Una vez logrado el propósito de modificar la Constitución, ese mismo personaje se ufana de lo logrado en tan corto plazo: la reforma educativa, la de telecomunicaciones, la energética, la política, la fiscal, por lo cual debemos sentirnos orgullosos. Optimista el muchacho. Las máquinas son su entorno, el progreso su meta, mover a México la finalidad. En suma México estaba muerto, ahora vive, el PRI vino a levantarlo de entre los cadáveres. El planteamiento no sólo es falaz, conlleva alta dosis de soberbia y un sutil insulto a la ciudadanía.
La siguiente campaña que destaca por su agresividad es la que corresponde a la reforma energética. Utiliza la narración de historias breves para convencernos de que en el futuro habrá más empleos y mejor pagados, mayores cantidades de petróleo y gas más baratos. Cada spot maneja a una pareja: dos empleados, dos trabajadores de Pemex, matrimonios, una madre y su hija, un vendedor de gas y un ama de casa. Uno sabe, el otro ignora. Uno instruye y dice que “hay que informarse”; el otro, tonto y desinformado, asiente.

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