lunes, 27 de enero de 2014

Michoacán, fuera de control

Autodefensas patrullan Aguililla después de un enfrentamiento con Templarios. Foto: Miguel Dimayuga

El presidente Peña Nieto presumió en el Foro Económico Mundial que su estrategia para Michoacán ha frenado la violencia y que las policías locales podrían absorber a parte de las autodefensas civiles. Sin embargo, cuando funcionarios como Monte Alejandro Rubido y Alfredo Castillo repiten ese discurso, se les olvida que no están en Suiza y por lo tanto sus declaraciones optimistas de que ya terminó la violencia tienen como fondo la guerra abierta entre autodefensas y templarios.

APATZINGÁN, MICH.- El atardecer del martes 21, en la comunidad El Carrizo, Parácuaro, en los linderos con este municipio, presuntos integrantes de Los Caballeros Templarios intercambiaron disparos de manera intermitente con los grupos de autodefensa ciudadana desde las cuatro de la tarde hasta que anocheció. El enfrentamiento cesó cuando llegaron helicópteros artillados de la Policía Federal y provocaron la huida de los señalados como sicarios, que tenían un campamento instalado entre los matorrales.
Los vecinos de El Varal, Cancita y La Cofradía se refugiaron en sus casas al escuchar las ráfagas y no salieron sino hasta horas después, cuando el sol volvió a salir. Entonces se fueron de ahí con algunas pertenencias.
Ese martes por la noche, cuando aún se escuchaban detonaciones, en la capital del estado el secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad (SNS), Monte Alejandro Rubido, trataba de negar los hechos:
“No se ha dado ninguna situación de tensión de los grupos organizados que interactúan en la entidad. En todo este escenario creo que el resultado, sin echar campanas al vuelo, desde luego, es prudentemente optimista”, afirmó en una entrevista en el palacio de gobierno de Michoacán.
La mañana del miércoles 22, varios periodistas acudieron a El Carrizo para corroborar si ocurrió la balacera. Encontraron a un nutrido grupo de policías federales y soldados, así como a decenas de “autodefensas” armados y apostados en barricadas, quienes confirmaron la escaramuza con los templarios.
Varias familias huían de su comunidad en camionetas. También ellos, ajenos al tiroteo, manifestaron que la balacera paró “hasta que apareció el avión” (el helicóptero policiaco).
También ese día, mientras autodefensas y lugareños narraban el enfrentamiento con los sicarios, en un comunicado la Secretaría de Gobernación intentó minimizar la violencia. Se trató, dijo, de “disparos aislados de arma de fuego, sin que se haya producido enfrentamiento” y “sin que hasta el momento se tenga el registro de heridos ni de bajas”.
El jueves 23 por la tarde la situación se agravó. En la comunidad de Puerto del Quirreño, municipio de Aguililla, hubo otro tiroteo en el que murió un miembro de las autodefensas, Alejandro López Pinto, y otros cinco resultaron heridos. Son las primeras bajas de estas organizaciones desde que el gobierno de Enrique Peña Nieto cambió su estrategia con el envío de más policías y soldados, además de anunciar una inversión inicial de 3 mil millones de pesos en programas sociales para la zona del conflicto.
“Yo diría que lo que se les ha solicitado es que no hagan portación de sus armas. Y hasta donde yo tengo entendido, de acuerdo a la información que nos llega, esto se está cumpliendo”, señaló Rubido en la ocasión citada, enfatizando que sólo el Estado puede usar las armas para labores de seguridad pública.
Sin embargo, los dos enfrentamientos entre los templarios y las autodefensas ponen de manifiesto que éstos no han depuesto las armas, pero también que las fuerzas armadas federales no han conseguido controlar el estado.

Cooptarlos, la propuesta

Desde que surgieron el 24 de febrero de 2013, los grupos de autodefensa ciudadana no han dejado de crecer y extenderse. Surgidos en los municipios de Tepalcatepec, Buenavista Tomatlán y Coalcomán, hoy tienen presencia armada en 72 comunidades de 32 municipios. Sus líderes calculan que ya tienen más de 10 mil integrantes.
El gobierno federal no sabe qué hacer con ellos, pero los utiliza para combatir a Los Caballeros Templarios en los terrenos más complicados, donde no entran soldados ni policías federales.
Desde Davos, Suiza, el miércoles 22 el presidente Enrique Peña Nieto tuvo que responder preguntas sobre los grupos de autodefensa ciudadana de Michoacán. Rechazó que su gobierno haya tenido responsabilidad alguna en su crecimiento tras los fallidos resultados de la estrategia militar y policiaca que puso en marcha en la entidad cuando asumió el cargo.
Sin poder explicar la presencia de esas organizaciones, negó que se encuentren armadas y al mismo tiempo invitó a sus integrantes a formar parte de las policías estatal y municipales.
“El Estado mexicano no puede ser permisivo ni tolerar la presencia de grupos, por más genuinos que sean en materia de querer defenderse o de autodefenderse (…) No puede estar de ninguna manera esta acción por encima de las capacidades y de atribución única que tiene el Estado mexicano”, dijo Peña Nieto en entrevista con CNN International. Insistió: “El Estado mexicano es el único responsable y el único con atribuciones para realmente establecer condiciones de seguridad” en Michoacán.
Y en la conferencia que ofreció en el Foro Económico Mundial, Peña Nieto fue cuestionado por la inseguridad en el país, lo que según agencias internacionales opacó la presentación de las reformas estructurales impulsadas por su gobierno el año pasado.
Al abundar sobre las autodefensas armadas en Michoacán, de plano convocó a sus miembros que “genuinamente” deseen participar en tareas de seguridad, para que ingresen a las corporaciones establecidas conforme a la ley, “pero a partir de acreditar vocación y capacidad y preparación para desempeñar tal actividad”.
Para Monte Alejandro Rubido, los grupos de autodefensa michoacanos ya no tienen justificación, porque las funciones de seguridad en el estado ya las asumió la Policía Federal. Pero para el comisionado federal para esa entidad, Alfredo Castillo, bien podrían convertirse en “policías rurales”, figura que existe desde la época de Benito Juárez y que se institucionalizó en el mandato del general Lázaro Cárdenas como un apoyo al Ejército.
“Lo que hemos estado haciendo con el llamado es solicitar que los que tengan vocación de servicio en temas de seguridad lo hagan por los cauces institucionales. En el caso de la Policía Federal hay un reglamento, y tiene otras condiciones, tal vez hasta unos estudios mayores, como preparatoria y demás. Pero en el caso de los cuerpos rurales tienen hasta su propio instructivo de actuación y existen las plazas donde podrían llegar a ser dados de alta; tienen servicio médico y alimentación.
“Es un tema que se está buscando, sobre todo poder asignarlos en estas regiones, pero bajo la supervisión del Estado mexicano”, dijo Castillo a corresponsales extranjeros, a los que atendió a puerta cerrada en la Ciudad de México el martes 21, según la versión estenográfica del encuentro.
Desde el martes 14, cuando los líderes de las autodefensas se reunieron con el gobernador del estado, Fausto Vallejo, con representantes del gobierno federal y mandos de la Sedena en la 43 zona militar, asentada en Apatzingán, se planteó la posibilidad de legalizar a las autodefensas como parte de la estrategia oficial de pacificación.
Pero esa noche, en Parácuaro y Nueva Italia, un contingente militar trató de desar­mar a un grupo de autodefensa. La población defendió a éstos y trató de recuperar sus armas, unos soldados se pusieron nerviosos y dispararon. Por lo menos tres civiles murieron y al final los soldados tuvieron que devolver las armas.
El líder de autodefensas Estanislao Beltrán dijo entonces a Proceso que estarían dispuestos a legalizarse, pero rechazó cualquier intento de desarme en tanto no se desmantelara a Los Caballeros Templarios. A partir de entonces bajaron un poco sus rifles de asalto en las barricadas que habilitaron en caminos y brechas de Tierra Caliente. Pero nunca depusieron las armas e incluso colaboraron con la Policía Federal en los rondines.

Discurso vs. realidad

Monte Alejandro Rubido ha ocupado en más de dos décadas varios cargos directivos en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), del que es fundador, y en la Secretaría de Seguridad Pública. Ahora es el responsable del SNS y principal vocero del gobierno de Peña Nieto sobre la crisis armada en Michoacán.
Familiarizado con el manejo oficial de rebeliones, guerrillas y movimientos sociales, le incomoda el tema de las autodefensas armadas, sobre todo cuando se le recuerda que al ingresar éstas en una población antes controlada por Los Caballeros Templarios, la declaran “recuperada” o “liberada”.
Al respecto comenta: “Una vez que las fuerzas federales asumen la seguridad a nivel municipal, pierden sustento las condiciones que dieron origen al surgimiento de estos grupos”.
Al recordarle que estas organizaciones se han extendido y que aún proclaman su intención de abarcar todo Michoacán, Rubido insiste en que hasta la semana anterior, desde que se implantó la nueva estrategia, las autodefensas no han avanzado. El gobierno federal espera que se desarmen si hay más resultados satisfactorios, afirma.
Se le pregunta si su versión no se contradice con la realidad, ya que hace un par de días se estableció un nuevo retén en La Huerta, a unos ocho kilómetros de Apatzingán, y todos los días los líderes de las autodefensas hablan de que van a tomar esta ciudad para liberarla de los templarios.
“Se ha dicho pero no ha sucedido, afortunadamente –responde el funcionario–. Yo estuve la semana pasada en Apatzingán, y estuve hoy en la mañana. El cambio que se ve en la vida del municipio es de 180 grados. Hace una semana las calles se veían desoladas, los comercios cerrados, los niños sin clases; hoy en día, prácticamente yo vi una ciudad con su actividad normal, con su actividad cotidiana, con problemas de tráfico, con gente haciendo sus compras… Es una señal muy importante, porque es la percepción de los habitantes de Apatzingán.”
–Las autodefensas siguen ahí, lo que hicieron sus integrantes fue bajar las armas y no tenerlas a la vista.
–El compromiso, o lo que se les ha pedido, es que si tienen elementos para apoyar a las fuerzas federales con información, ésta siempre será bienvenida. Pero se ha sido muy claro en que no pueden portar las armas. ¿Por qué? Porque, insisto, si estamos buscando implementar un estado de derecho no lo podemos hacer de manera diferenciada.
–Pero siguen trayendo armas, las hemos visto.
–Nosotros no hemos visto que las porten.
Se le insiste en que al recorrer todos los municipios “liberados” se ve al correspondiente grupo de autodefensa con sus armas listas, y que sus jefes afirman que acordaron con los gobiernos estatal y federal una especie de tregua.
–No lo llamaría acuerdo. Yo diría que se les ha solicitado que no hagan portación de sus armas, y hasta donde yo tengo entendido, de acuerdo a la información que nos llega, esto se está cumpliendo.
Se le señala entonces que, en poblaciones como Antúnez, las autodefensas han realizado actos de autoridad como requisar casas de cabecillas de Los Caballeros Templarios y arrebatarles a éstos propiedades que devuelven después a sus dueños originales.
–Una cosa es lo que dicen las autoridades federales y otra la que se ve –se le plantea.
–Nosotros estamos actuando con la seriedad necesaria pero con la prudencia pertinente.
–¿Eso qué significa?
–Que estamos haciendo todo lo necesario para que se aplique el Estado de derecho sin violentar la situación social.
–Hemos presenciado en varios lugares cuando reciben a los autodefensas como héroes, ya que los consideran libertadores porque los narcos los oprimieron durante muchos años y las autoridades no hacían nada. Y ahora vemos que están realizando actos de autoridad, como recuperar tierras en Tancítaro y dárselas a la gente que robaron Los Caballeros Templarios.
–Yo refrendo, una vez más, mi convicción absoluta de que el monopolio del uso de la fuerza es exclusivo del Estado, de las autoridades legítimamente establecidas
–insiste el secretario ejecutivo del SNS.
–Eso es en el discurso oficial. ¿Es así en la realidad?
–Eso es en el discurso y, en los hechos, la realidad de nuestro comportamiento.
–¿Cuándo hacemos un recorrido y lo vemos en el terreno? –propone el reportero.
–Acepto la invitación. Déjeme checar agenda y lo vemos.

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