miércoles, 20 de noviembre de 2013

REVOLUCIÓN Y CONTRARREVOLUCIÓN

REVOLUCIÓN Y CONTRARREVOLUCIÓN


              Al Pueblo consciente de México que 
luchó y lucha por una Patria Nueva
.
Axel Juárez Rivero
Morena Gustavo A. Madero-

Ver la Revolución Mexicana, es ver una multitud de procesos insertos en uno mismo. Corrientes divergentes, golpes y contragolpes, lealtades que rompen, filiaciones momentáneas. Líneas yuxtapuestas de un mosaico de ideas y hechos.

No se puede analizar este momento de la historia de México como un proceso fragmentado, pero aún así, dentro de la Revolución Mexicana, hubo muchas Revoluciones. Una evaluación histórica a más de un siglo, ciento tres años, nos permite hacer una visión de conjunto. La revolución hoy, como planteamiento político.

                   I. La Revolución ayer

Antecedido por las movilizaciones obreras, y atizada por las condiciones de pobreza, desigualdad y autoritarismo, la Revolución Mexicana inicia con el detonante del movimiento democrático de Francisco I. Madero encaminado, principalmente, a reconquistar las libertades políticas perdidas durante la dictadura, sin dejar de lado ciertas reivindicaciones sociales, en esencia de tipo agrario.

Tras la caída de Díaz, y la llegada de Madero a la presidencia –en 1911– esas demandas sociales, plasmadas en el Plan de San Luis no se ven materializadas con la inmediatez que reclamaban los sectores campesinos. Ello ocasionaría, nuevamente, el levantamiento de Emiliano Zapata enarbolando el Plan de Ayala, que propugnaba el regreso de las tierras a los campesinos y dar fin a los latifundios, las grandes extensiones de tierras en manos de unos cuantos hacendados. “Tierra y Libertad” era la consigna.

La minoría privilegiada porfirista, que se mantenía, los grupos más regresivos de la sociedad aliada a las partes conservadoras del Ejército Federal en colusión con los intereses extranjeros creados en el país, fraguaron el golpe de Estado que derrocaría al Presidente Madero, asesinándolo.

El cuartelazo que puso en el poder a Victoriano Huerta desencadenó el nuevo levantamiento de Francisco Villa, que encabezaría un poderoso ejército del pueblo, la división del Norte;   Zapata con el Ejército Libertador del Sur, en conjunción con las tropas de Venustiano Carranza.

Huerta caería en 1914, se entró, entonces en el período más convulso y sangriento de la Revolución, que dividió definitivamente a las fuerzas revolucionarias. Las diferencias de todo tipo, sociales, económicas, políticas, militares e ideológicas. Mientras Zapata sostenía un reparto agrario inaplazable, ejemplo de ello sería la “Comuna de Morelos” punto que convergía con el villismo, de mayores aspiraciones sociales. Carranza –viejo liberal–  se mostraría con posturas más moderadas e incluso conservadoras, muestra de ello: derogaría su propia legislación en materia agraria, anulando la Ley del 6 de enero de 1915; cancelaría la ley agrarista de Salvador Alvarado en Yucatán y reprimiría con peculiar violencia la huelga de julio y agosto en la Ciudad de México. Dos concepciones se encontraron antagónicamente irreconciliables.

En un intento de unificación y discusión pacíficas se conformó la Convención de Aguascalientes que pasando por diversas etapas, sus intentos  resultaron infructuosos. Entre 1915 y 1916 la lucha de facciones estallo violentamente. Villistas y zapatistas unirían esfuerzos, al menos en la  intención, contra Carranza.

Sin embargo las particularidades del ejército zapatista, estrictamente campesino y regionalista,  lo llevarían a aislarse, dejando de lado un panorama más amplio. Sobre la División del Norte caería la respuesta militar del ala agrarista de la Revolución.  A pesar de la enérgica resistencia, Villa y Zapata fueron derrotados por los carrancistas.

En diciembre de 1916 se convocó a un Congreso Constituyente que refundara el Pacto Social. Aunque derrotados en lo militar, los postulados del villismo y del zapatismo permearían en el nuevo texto constitucional. Era evidente, cuando no una necesidad histórica, que tras una Revolución de las magnitudes en que se dio la mexicana la vida pública se tenía que transformar profundamente. México había cambiado para siempre: había caído la dictadura, las relaciones entre las masas y el Estado se modificaron en su equilibrio, las relaciones sociales se volcaron, se instauraría un nuevo modelo económico y la cultura se tornaría en una revaloración hacia lo mexicano.

A razón de la historia, tras todo lo que sucedería y deviniese en la etapa postrevolucionaria, y al día de hoy, una de los logros materializados de la Revolución Mexicana fue la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Las acciones sociales que emprenderían los gobiernos surgidos después de la Revolución, llevarían como característica la puesta en práctica y el debate sobre alguno de los artículos de la Constitución de 1917.
 II. La revolución hoy

En este momento histórico ver a la Revolución Mexicana, en su conjunto, es asimilar las grandes demandas del Pueblo que lo llevaron a levantarse.

La Revolución Mexicana es la lucha por la democracia: el respeto a todas las libertades políticas ciudadanas, el respeto al voto, a la libre manifestación de las ideas, a la asociación, al Sufragio Efectivo y la No Reelección. Exigir un gobierno democrático y republicano. Demandas que no se han alcanzando, pues las elecciones pervertidas en su funcionamiento y controladas por los poderes de hecho, han impedido que se respete la voluntad popular, en marcado en un clima de regresión en las libertades públicas.

Levantar hoy las banderas de la Revolución, es pugnar por que se regresen las tierras a quienes la trabajan. Regresar las tierras usurpadas por las compañías extranjeras a las comunidades. Es luchar por la soberanía alimentaria del país, reactivar al campo mexicano, reconstituir el tejido social agrario y elevar los niveles de vida de quien nos da de comer. A México lo forjaron los campesinos.
La Revolución Mexicana significa hoy, defender el derecho de los trabajadores a un salario justo, a mantener el derecho a huelga, a remuneraciones dignas, al derecho a la salud y la seguridad social, a mantener una jornada mínima de trabajo. Es moderar el abuso e inequidad de los patrones frente a los trabajadores. Es defender todas las conquistas laborales.

La Revolución Mexicana es sostener relaciones internacionales basadas en el principio de la libre autodeterminación de los Pueblos y de la solidaridad con los países pobres y con aquellos que pugnan por su liberación del los poderes económicos globales.

La Revolución es educación pública, gratuita, laica y nacional. Es defender indubitablemente la propiedad de la Nación sobre las tierras, las aguas y todos los demás recursos del país. Es mantener la propiedad nacional del petróleo y la electricidad. Es mantener el postulado de que sea el Estado quién oriente, conduzca, planee y coordine la actividad económica con miras al desarrollo nacional en beneficio de las mayorías empobrecidas.

La Revolución Mexicana como momento culminante en la historia de México, sintetiza en sí misma, las otras dos grandes transformaciones de nuestro país. La Independencia, en tanto surgimiento de la Nación Mexicana, cuyo sentido social se observa en la abolición de la esclavitud de Hidalgo, y en la exigencia para que se moderara la opulencia y la indigencia, aumentando el jornal del pobre, pedía Morelos, hace más de doscientos años. La Reforma sentó las bases para la consolidación del Estado, condición indispensable para la existencia de México como nación soberana, que quitó el poder al clero y rompió con los proyectos más regresivos de los conservadores. La defensa de la soberanía y de la República con Juárez, frente a la intervención francesa y las presiones de Estados Unidos. Significó una inflexión en la comunidad internacional y un elemento de dignidad, moralidad y resistencia al interior.

III.- La Contrarrevolución

La Contrarrevolución de ayer es la contrarrevolución de hoy. Ya en la consumación de la Independencia los criollos e incluso españoles, tomaron el control, dejando de lado las necesidades y demandas de los sectores campesinos y populares que habían sostenido desde un inicio la insurrección. De la Reforma y la Restauración de la República, devino la dictadura de Díaz, con un gobierno oligárquico empobrecedor. Los principios más altos de la  Revolución se vieron pervertidos a la llegada de caudillos al poder que se había alejado de las causas sociales, en un fluctuante proceso de avances y retrocesos, más retrocesos que avances.

Es complicado no darle una línea de continuidad histórica a la Revolución y a la Contrarrevolución en la historia de México, mas  cuando han sido dos las grandes fuerzas que siempre se han confrontando por la nación: los que apelan al desarrollo autónomo con los recursos internos del país en aras de justicia y soberanía, y los que apelan a los poderes y bondades del exterior para dar término a los problemas del interior.

La Contrarrevolución hoy, es el neoliberalismo que desde hace treinta años se ha impuesto, y que ha acabado con la voluntad popular, la economía nacional y el desarrollo interno, poniéndolos a merced de los consorcios transnacionales. Política económica empobrecedora, productora de marginación e ignorancia. Privatizadora de los bienes públicos y socializadora de los pérdidas.

La contrarrevolución es la entrega del país a los poderes de Washington.  Es el que un grupo compacto haya cooptado todas las instituciones del Estado, suplantado el Estado de Derecho, por una serie de relaciones político-económicas destinadas a mantener su hegemonía. La contrarrevolución ha arrebatado la soberanía al Pueblo de México, residente originaria de ésta y única fuente del legítimo poder público. La República, la res pública, la cosa pública se ha sustituido por el poder privado, haciendo del Estado una filial más del Consejo Coordinador Empresarial, despojando al Pueblo de su legítimo poder. Son los gobiernos impuestos mediante el fraude.

La Contrarrevolución es la reforma a los artículos 27 y 28 constitucionales, consistente en la entrega de los recursos de México a las corporaciones económicas globales; es aniquilar la propiedad de la Nación sobre el petróleo y la electricidad, es vender las tierras de los campesinos a los centros turísticos extranjeros.

La Contrarrevolución es neoliberalismo. Ya en el sexenio de Alemán, cuando este pretendía abrir de nuevo la industria petrolera a las compañías extranjeras, Daniel Cosío Villegas acusaba al presidente de “neoporfirista”, es decir apostarle de nuevo hacia la iniciativa privada y al exterior sin restricciones.

Un grupo de ejidatarios, declara: “El gobierno de Enrique Peña Nieto nos quiere quitar nuestras tierras y bosques del Nevado de Toluca para entregarla a los inversionistas, pero no lo vamos a permitir. Defenderemos la Tierra que nos dejó el general Lázaro Cárdenas.” (Revista Proceso, no. 1933)

IV
¿Para qué Revolución?
La Revolución Mexicana fue un reencuentro con nuestra historia, de allí su profundo carácter nacionalista, cuya raíz fueron las viejas y antecedentes luchas del pueblo. Fue un redescubrimiento de lo mexicano, de la insubordinación, de la dignidad. La Expropiación Petrolera es clara muestra del sí se pudo, de una revitalización para los mexicanos.

La Revolución Mexicana es, al día de hoy, no solo un proceso histórico sino un planteamiento político que se ve vitalizado por las necesidades actuales del país, para  fortalecer un proyecto de reconstrucción nacional. No es retórica anacrónica o superada, es la recuperación de nuestra viva historia.

La Revolución Mexicana, en ese sentido sintetizador y revitalizado es Soberanía Nacional, Democracia y Justicia Social. Tres principios meridianos que ayer y hoy representan nuestras aspiraciones.

En las actuales circunstancias la Contrarrevolución predomina, y se apresta a dar el asalto final al último reducto económico y simbólico de México, pero “(...) a los que piensan que el petróleo, la electricidad deben seguir formando parte del patrimonio nacional; a los que sienten que ningún proyecto globalizador justifica la subasta de la Soberanía Nacional en  materia eléctrica, organizar un gran Frente de Resistencia en defensa de nuestras conquistas nacionales. Es decir el México creado por las luchas del pasado frente al poder neoliberal que procura liquidarlo.

No todo se ha perdido. No todo impunemente se perderá.” Diría, en algún momento, don Gastón García Cantú.

“Designando el domingo 20 del entrante noviembre, para que de las seis de la tarde en adelante, en todas las poblaciones de la República se levanten (…)
Conciudadanos: si os convoco para que (…) derroquéis al gobierno del General Díaz, no es solamente por el atentado que cometió durante las últimas elecciones, sino para salvar a la patria del porvenir sombrío que le espera continuando bajo su dictadura y bajo el gobierno de la nefanda oligarquía científica, que sin escrúpulo y a gran prisa están absorbiendo y dilapidando los recursos nacionales, y si permitimos que continúe en el poder, en un plazo muy breve habrán completado su obra; habrán llevado al pueblo a la ignominia y lo habrán envilecido; le habrán chupado todas sus riquezas y dejado en la más absoluta miseria; habrán causado la bancarrota de nuestra patria, que débil, empobrecida y maniatada, se encontrará inerme para defender sus fronteras, su honor y sus instituciones.” Así convocaba Francisco I. Madero para que el día 20 de noviembre de 1910, se levantara el Pueblo.


*Para nosotros, para los que hacemos nuestros los mismos ideales, se convoca el día 1° de diciembre, en punto de las diez de la mañana, en el Zócalo de la                                                Ciudad de México.

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