domingo, 20 de octubre de 2013

Josefina de los mil días


Josefina no es una dama de hierro. Si tiene sentido común se dará cuenta que tuvo colaboradores cercanos que la llevaron al precipicio. Se equivocaron en todo: no se puede venir del poder y negar las consecuencias de la política del poder
 

Confieso sin rubor que cuando Josefina Vázquez Mota, contra todo pronóstico y pese a su muy singular carrera política, consiguió doblegar a Ernesto Cordero, me alegré. 
Lo hice no porque pensara que el resultado de la lucha fratricida del PAN podría resultar -como resultó- una oportunidad, sino porque era la lectura de lo predecible. 
Cordero ha sido, es y, por lo que se ve, seguirá siendo “el chico duro” de los panistas. Tiene una dialéctica interna y externa brutal, no tanto como la guerra contra el narco, pero brutal. 
A Vázquez Mota la sostienen, la presentan o la lanzan exgobernadores, que tampoco es que tengan un palmarés muy brillante, pero hasta aquí todo sería la consecuencia lógica que, por ejemplo, permitió a Margaret Thatcher ocupar el poder de su partido y de su país durante 11 años. La primera y la única vez. 
Josefina no es una dama de hierro. Si tiene sentido común se dará cuenta que tuvo colaboradores cercanos que la llevaron al precipicio. Se equivocaron en todo: no se puede venir del poder y negar las consecuencias de la política del poder. 
 El PAN afronta dos lecturas: la entrevista satelital de Madero –siendo el combo que siempre aplaude al Presidente a cambio de no se sabe qué migajas– o sencillamente plantar cara con extrema dureza. 
Pero, ¿plantar cara a las mismas reformas que durante 50 años pidió el PAN? ¿A las que cuando el blanquiazul estuvo 12 años en el gobierno -y algunas veces con mayoría- no fueron capaces de poner en marcha? ¿Plantar cara en nombre de la herencia, todavía no liquidada ni asumida, de las responsabilidades políticas del sexenio calderonista? 
Tengo la impresión de que Josefina como candidata tuvo buena intención, pero malas realidades y peores consejeros. Espero que, si gana la presidencia del PAN y ejercita la política, no sea el pretexto perfecto para terminar de destruir un partido en maltrechas condiciones. 
El producto de 12 años panistas fue un retroceso generalizado en todo México con pérdida de puntos tan importantes como el estado de Jalisco. Alguien hizo eso. 
Me alegré cuando vi a Josefina ir a la toma de protesta, a Palacio Nacional, de quien le había ganado en las elecciones. 
Ahora, pregunto a los panistas: ¿Quiénes serán los ideólogos de los programas? Cuando hablan de reconstruir el partido, ¿qué quieren decir? ¿Se refieren a que van a hacer imposibles las reformas -cosa que se entiende en el juego electoral- y que van a conseguir enfrentarlas, retrasarlas, hipotecarlas o detenerlas? Si así es, ¿qué piensan proponer a los mexicanos? ¿Qué? 

No hay comentarios: