martes, 23 de abril de 2013

El programa "65 y más" maltrata a los adultos mayores. Testimonio de Veracruz



Por Leda Nemesis

Xalapa, capital del estado de Veracruz. Sábado 13 de abril de 2013. Minutos después de las nueve de la mañana, salgo a la farmacia por una medicina y veo cientos de personas en la fila destinada a la inscripción de adultos mayores en el programa “65 y más”, cuya sede se encuentra en la calle adyacente, Río Pantepec, concretamente en la casa marcada con el número 5.
Me acerco a conversar con algunas de las personas que aguardan, con cara de fastidio y cansancio notorio, y todas comienzan a mostrar su descontento porque, acusan, la mayoría llevan allí desde la noche anterior, para alcanzar ficha (se supone que atienden a 70 personas cada día, pero, aseguran los presentes, al llegar al número 40, los funcionarios han dejado de atender, con la excusa de que “se cayó el sistema”).
Una anciana está sentada en la banqueta, junto a un bote de basura. Algunos concurrentes han llevado sus propias sillas de plástico, para soportar menos incómodamente las largas horas de espera. Una señora abandona la fila diciendo: “Ya no puedo más. Me voy a mi casa. Necesito descansar. Ya vendré otro día, si puedo…”. Otra dama se queja, con lágrimas en los ojos: “Me acaban de operar, me siento muy mal, y mire, aquí nos tienen desde las cinco de la mañana, espere y espere…”.
Una mujer de aspecto humilde, que carga a su bebé en el rebozo que lleva anudado a la espalda, acompaña a su madre de edad avanzada. Vienen de lejos, dice, y ya van dos veces que las regresan para su casa, porque no alcanzan ficha, debido a la enorme cantidad de personas que a diario se aglomeran afuera del módulo de Sedesol.
“Si no es limosna, oiga”, dice una señora de unos 70 años que, con gesto de acritud, comenta que está harta de esperar. “Si esto es dinero de nuestros impuestos, no nos están regalando nada. Y vea nada más, para lo poquito que nos dan, cómo nos tratan… El güero pelón ése que está ahí (se refiere a un funcionario que discute con un grupo de ancianos a la puerta de la vivienda que hace las veces de módulo) es muy grosero”, explica.
Hombres y mujeres, la gran mayoría de aspecto humilde y con muestras de cansancio en el rostro, aguardan arrimados a las paredes de las casas contiguas o sentados en el piso, algunos acompañados por jovencitos y niños u otros familiares. La percepción general es de hastío. Y la situación indigna.
Ya de regreso, a la vuelta de la calle me encuentro a dos damas de más de setenta años, apoyadas en sendos bastones, aguardando el autobús, una de ellas, y otra un taxi, para regresar a sus hogares, cansadas de esperar desde hace muchas horas. Las últimas personas de la fila comentan sobre el desorden con que se está llevando a cabo el programa “65 y más”, así como su decepción por el Gobierno de Enrique Peña Nieto. La sensación que flota en el aire es de cualquier cosa, menos de felicidad. Seguro.
Una sugerencia personal es que organicen a las personas por año de nacimiento, por ejemplo, y citen cada día solamente a quienes hayan nacido en determinado mes, para que la gente no tenga que estar esperando durante horas interminables (y a horas intempestivas). O bien, que las invitaciones (porque no son regalos ni limosnas, sino beneficios a los que tienen derecho las personas mayores) se hagan de manera domiciliada, que con lista en mano, los funcionarios de Sedesol visiten a los adultos mayores en sus casas, los inscriban en el programa, revisen sus documentos y les entreguen la tarjeta bancaria que les permitirá cobrar su pensión. Muy exigua, por cierto…

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