domingo, 2 de diciembre de 2012

¿Un cambio de época? José Agustín Ortiz Pinchetti

 
 
El nuevo gobierno y el PRI intentan recuperar el reflejo condicionado de su época de oro y crear la ilusión de que Peña iniciaría una nueva etapa en la vida nacional. Incluso alentarán las críticas al panismo y dirán que sus 12 años fueron una época negra que habrá de dejar atrás como un mal sueño. Aunque no está claro el proyecto de Peña, la elección de los personajes del primer círculo nos revela un equipo de conservadores (varios de ellos en posiciones clave vinculados a Carlos Salinas). Se habla de firmar un pacto por México que involucra 70 reformas, pero cuyos contenidos no han sido revelados. No será difícil traicionar con diferimientos cualquier promesa. Como lo señala Guillermo Knochenhauer, Calderón deja el gobierno en tales condiciones que a Peña no le será difícil mejorar cualquier política. Además, contará con un conjunto bien disciplinado de medios electrónicos y periódicos que encubrirán cualquier fracaso y magnificarán cualquier éxito.
¿Peña y/o sus padrinos y colaboradores podrán cerrar el ciclo que se abrió con Miguel de la Madrid en 1985 y que da muestras de agotamiento insuperable? No lo creo. Los gobiernos del PRI y del PAN desde 1989 han mantenido una solida alianza con disputas incidentales. Todos estos gobiernos han impuesto a México la doctrina neoliberal, aunque se optó por una línea mucho más conservadora: apoyarse en los grandes monopolios a cambio de concederles poder y recursos. Por ejemplo: en lo sustancial no hay diferencias entre la apertura hacia el capital extranjero de Zedillo o la de Fox. No olvidemos que el PAN legitimó a Salinas después de un fraude y esté le correspondió con numerosos privilegios. Como decía Fox: el PRI cogobernó con el PAN. Si y también colegislaron. Priístas y panistas apoyaron la demolición de la rectoría del Estado y la eliminación en la ley y en el presupuesto de las políticas verdaderamente populares. Además se han garantizado mutuamente la impunidad. Ningún pez gordo panista o priísta ha pagado por sus fechorías. Ambos estuvieron de acuerdo en imponer fraudes electorales para impedir una alternancia hacia la izquierda en 2006 y 2012.
El recambio de dos partidos con propuestas reaccionarias no significará un cambio en las políticas económicas, ni es de suponer que se dé nuevo impulso a la democratización. De seguirse aplicando las mismas recetas por los mismos hombres pueden augurarse los mismos resultados. Habrá una gran ofensiva de propaganda. Nuevos alardes de mercadotecnia política, pero el crecimiento será escaso. Se concentrará en los grandes grupos. Aumentará inevitablemente la corrupción, el desempleo y la desigualdad. Pero no nos hagamos ilusiones, el modelo está agotado y su cambio no dependerá de un nuevo gobierno manchado de ilegitimidad sino del impulso popular. Un cambio de época se producirá cuando una parte sustancial de la población se organice políticamente para participar y lo haga con disciplina y entusiasmo.

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